La necesaria aplicación nacional del modelo de Madrid

Ahora que va a haber elecciones generales conviene recordar que hay dos políticas económicas posibles: una, intervencionista, que aumenta el gasto, sube impuestos, genera déficit, eleva la deuda, genera inseguridad jurídica, alimenta la incertidumbre, se entromete en las decisiones empresariales y pone trabas a la economía; y otra, de corte liberal clásico, que hace todo lo contrario: limita el gasto a lo esencial, de manera que puede concentrarlo en los servicios públicos fundamentales para lograr una excelencia en los mismos, baja impuestos, equilibra el presupuesto, contiene la deuda, transmite seguridad, flexibiliza la economía y atrae inversiones.
La primera, la intervencionista, es la que lleva cinco años aplicando el Gobierno del presidente Sánchez. La segunda, la liberal clásica, es la que lleva aplicando la Comunidad de Madrid desde hace veinte años. Y los resultados son concluyentes: mientras el conjunto nacional todavía no ha recuperado los niveles de PIB real previos a la pandemia, la economía madrileña, en el margen de sus competencias, se muestra cada vez más ágil y dinámica.
Tanto es así que esta receta de éxito ha sido exportada a otras regiones. Muy claramente fue adoptada por Andalucía y, al hacerlo, ha pasado de ser una de las regiones más rezagadas a ser una de las más pujantes. Distintas políticas dan distintos resultados. Del mismo modo, los futuros presidentes de otras regiones, como Valencia, han anunciado que llevarán a cabo rebajas de impuestos, porque han comprobado claramente que funciona.
Por eso, es importantísimo que el ejemplo de Madrid se extienda también por el conjunto nacional, como ya lo hizo, como precursor a las medidas madrileñas, el Gobierno del presidente Aznar entre 1996 y 2004, cuando España creció a ritmos importantísimos. Esa política económica es la que garantiza el éxito en la gestión, el aumento del crecimiento potencial y la solución de los problemas estructurales de la economía. El espíritu reformista debe imperar en la economía, pues los retos de la misma son grandes, ya que los cinco años de Sánchez han incrementado los desequilibrios estructurales y han limitado las grandes posibilidades de expansión de la economía española, con pérdida de poder adquisitivo y retroceso respecto a la media europea. Una continuación de una política intervencionista sería letal para la economía, con lo que se hace vital que se apueste decididamente por la política liberal, cuyos resultados de prosperidad son una realidad allí donde se ha aplicado dicha política.
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