Nadal, una cierta idea de la economía española
Alberto Nadal, sorpresiva y recientemente llamado a liderar el área económica del Partido Popular, no es un nuevo en este capítulo de «la política económica», no sólo por su preparación técnica (economista; técnico comercial del Estado), sino también por su experiencia en la Administración como secretario de Estado de Presupuestos y Gasto Público.
El columnista tenía especial interés en oír in situ al nuevo vicesecretario general para temas económicos. La deposición se produce en el marco de una empresa privada bajo el modelo de un desayuno repleto de empresarios, compañeros de militancia y en presencia del comandante en jefe de la formación en la que milita el ponente. Como corolario, también fue arropado con la presencia de representantes de distintos lobbies, entre ellos, el siempre sospechoso Acento de Pepiño Blanco y, a mi lado, tres representantes chinos de postín.
Nadal fue preciso, nada colgado de las nubes. Directo y al grano. Analizó (con datos que resultan siempre el mejor antídoto para romper falsos relatos) con gran precisión la coyuntura macroeconómica española, sin alharacas ni mohínes, como corresponde a una economista que se precie. En materia de política industrial, de precios, salarios, productividad, deuda pública, déficit y, sobre todo, impuestos para clases medias y bajas. El resto, meros brindis al sol.
Tras el análisis, las propuestas concretas. Principal y genéricamente, Alberto Nadal propuso liberar las rigideces que impiden, «como tapón», que la «gran potencia que la sociedad económica española tiene» lleve a España a mayores cotas de crecimiento, por lo tanto, de mejora en el nivel de vida de los ciudadanos. ¿Cómo? Bajando impuestos, eliminando las enormes capas de burocracia, dejando el intervencionismo brutal del sanchismo en las empresas públicas y estableciendo a toda costa la llamada «cultura del mérito…».
Pregunté, al finalizar el evento, a media docena de empresarios asistentes, unos de gran tamaño, otros de mediano y pequeño, su parecer acerca del «programa de Gobierno» propuesto por el señor Nadal. La respuesta general fue esta: «Ya nos gustaría que lo propuesto en este acto se llevara a la práctica cuántos antes…».
La guinda podría colocarse tras recordar que a las propuestas populares definidas por su jefe del área económica le falta un pequeño detalle: ganar unas elecciones y tras ellas formalizar una mayoría parlamentaria.
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