El misterio de las páginas de la historia
Durante estos días y por un periodo de tres meses, el Museo del Prado expone por primera vez el retrato inédito de Felipe III de Velázquez depositado por William B. Jordan a finales de 2016.
La historia de Jordan y el descubrimiento de esta obra es fascinante. Willam B. Jordan es un historiador de arte estadounidense, conocido por su ojo histórico extraordinario. Originario de Tennessee, ha dedicado cerca de 80 años de su vida a investigar sobre la pintura española de la primera mitad del siglo XVII. Estudió Historia del Arte en NYU donde también recibió su doctorado en pintura española. En 1965 Jordan fue el director fundador del Meadows Museum de Dallas, cuya colección está considerada como una de las más importantes de arte español en Norteamérica. Durante los años 80 Jordan pasó a ser director adjunto del Kimbell Art Museum en Texas y años más tarde, miembro del consejo de The Chinati Foundation y del Nasher Sculpture Center en Dallas.
A pesar de sus múltiples vinculaciones con instituciones americanas y siendo él mismo estadounidense, Jordan decidió donar la obra de Velázquez al Prado.
Su vinculación con el Museo del Prado data de su juventud. Desde la década de los 60 Jordan estudió en profundidad a Juan Van der Hamen (notable pintor del Barroco español en el siglo de oro.) Con su disertación en dos volúmenes, evaluó nuevas fuentes de los archivos sobre Van der Hamen proporcionando una biografía completa del artista. Todo esto le llevó a viajar continuamente a España y consecuentemente al Museo del Prado. Durante toda su vida y en varios museos en Estados Unidos y en Europa, Jordan ha actuado como el conservador de varias exposiciones sobre Van der Hamen y sobre la pintura española del siglo XVII.
Jordan califica el Prado como un faro en el mundo, un museo líder, por lo que cuando se confirmó la autoría de Velázquez sobre la obra, no dudó ni un momento en depositarla en nuestro gran museo en lugar de venderla por lo que hubiera sido, sin duda alguna, una cifra astronómica. Para dicho depósito, el Museo del Prado ha creado expresamente la sociedad The American Friends of the Prado Museum. La obra es un depósito temporal prorrogable con carácter permanente.
La historia del hallazgo comienza en 1988, en Londres, cuando Jordan ojeando un catálogo de subasta encuentra un retrato de Rodrigo Calderón. Su conocimiento e intuición le recordó a una obra de Velázquez y decidió comprarla, restaurarla y guardarla. Años más tarde fue autentificada por un grupo de expertos del Prado, confirmando que se trataba de un trabajo de Velázquez realizado en Madrid en el año 1627. El retrato de Felipe III es un trabajo preparatorio para la obra La expulsión de los moriscos, una tela que desafortunadamente se quemó en un incendio en el Alcázar de Madrid en el año 1734. El retrato de Felipe III es notable por varios motivos: por ser el hallazgo de una obra inédita de Velázquez, por ser el único longevo sobre otra obra de Velázquez completamente irrecuperable, por ser el único boceto del artista con el que cuenta el museo y por ser un retrato pintado sin un posado, ya que Felipe III murió en 1621 y la obra fue pintada en 1627.
Aunque la Historia del Arte nos pueda parecer una disciplina que ya no tiene movimiento, son hallazgos y donaciones como esta las que reavivan y demuestran, que las páginas de la historia aún están llenas de misterio y cosas por descubrir. En definitiva: regalan aún un poco de magia al mundo.