Primera línea

Més y la república independiente del TBO

Més y la república independiente del TBO

Para explicar un poco este titular, el TBO era una revista de historietas que desapareció en 1998, impulsora del término tebeo que acabó consolidado.

Cada uno es libre de considerar si aquello fue una afortunada ocurrencia o simplemente una idea de bombero, aunque lo cierto es que el eslogan de la firma sueca IKEA, La República Independiente de Mi Casa, fue acertada como reclamo publicitario. Recordemos que el cambio de imagen del PSM convertido en el megaverde Més, era otro acierto publicitario como así fue puesto de manifiesto por los buenos resultados electorales en 2015.

Ahora, aquellos megaverdes incluyen en su última ponencia política otro eslogan: la República Confederal Balear Independiente o sea el grito IKEA separata. Son los mismos que se desinflaron electoralmente en 2019, por el fraude de los contratos a Jaume Garau, que mira por dónde, era el publicista artífice de la nueva sotana megaverde de los pesemeros. Los mismos que a través de su diputado autonómico David Abril apelaban al año 2030 como horizonte para convocar un referéndum para decidir sobre construir un Estado propio.

El nuevo documento político nos habla de “una república formada por islas soberanas, sostenibles, feministas e igualitarias”, siempre partiendo de una premisa: “Cada isla deberá definir su proyecto con total independencia”. El caos planea sobre esta ocurrencia o tal vez idea de bombero cuando llega la sentencia final: “Será necesario siempre el consenso”. ¿Cómo se conciliará la “total independencia insular” con la república confederal una vez afloren sensibilidades insulares irreconciliables? Porque las hay y de ahí que l’amo en Biel Cañellas, ya en el profundo pasado apelase al Home Balear.  

Vamos a ver. Més no es nadie para dictar como imperativo nuestro futuro, desde el momento en que, electoralmente, hoy representan 39.329 votos de un censo que les supera abrumadoramente. Le sumaremos los 5.960 votos de Més per Menorca y, juntados, vienen a ser uno de cada diez votantes. Lo que se dice una mayoría cualificada, ¿no? El problema surge por la tropa que les va detrás, ahora mismo PSIB y Podemos, tal vez El PI también.

Desde 1997 la izquierda balear viene demostrando su apego por la poltrona cuando aflora un Pacte de Progrés y no importa lo que persiga el socio útil porque la alfombra es signo de identidad y sobre todo de confortabilidad, y si no que se lo pregunten a Juan Pedro Yllanes (Podemos), que ha salido a la carrera pidiendo al nuevo candidato de Més repetir el pacto de izquierdas, una vez Lluís Apesteguia se ha mostrado díscolo en sus declaraciones. Pero lo curioso de Yllanes es afirmar, que “las diversas opiniones enriquecen las políticas porque son distintas opciones”.  ¿Qué ocurre con la oposición? ¿Acaso no enriquecen las opiniones plurales? ¡Ah, claro! no son la gauche.

Como los de Més no son ingenuos del todo ya van demandando “construir la mayoría social que nos permita llegar a nuestros objetivos”. Es decir, que son conscientes de lo poquito que son, aunque saben mucho mejor de qué va la debilidad de sus cuates izquierdistas: por seguir pisando las moquetas, tanto les da, que les da lo mismo IKEA o Leroy Merlin; incluso Carrefour.   

Me pregunto si el electorado balear es consciente de tanto dislate y también del hallazgo antropológico recogido en esta ponencia política de MEés, una vez descubrimos que el sector turístico fue “concebido por el franquismo”.  ¿No era una horrible dictadura, donde las suecas no querían venir? ¿Y las boites? ¡Qué escándalo!, dando trabajo a la amplia nómina de músicos.

De nosotros, como votantes, depende que esta tropa se marche a casa y a dormir la mona ideológica. Cuando se recuperen, volveremos a vernos. De lo contrario, este infame tebeo será el surrealista nunca acabar.

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