Marlaska, medalla de hojalata al deshonor

Marlaska, medalla de hojalata al deshonor

Grande-Marlaska, por aquello de no molestar demasiado a los independentistas, se negó a conceder las medallas que merecían los integrantes de la operación Ícaro, el contingente de Policía Nacional enviado a Cataluña para contener el estallido de violencia desatado por los separatistas tras la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a los golpistas catalanes.

Marlaska fue tan cicatero en la concesión de las medallas que los sindicatos policiales llevaron el asunto a la Audiencia Nacional, que ahora le ha metido al ministro un meneo judicial de los que hacen época. Cómo será que la sentencia concluye que «la Administración demandada ha incurrido en la vulneración del derecho que motivó la interposición del recurso», de modo que desde el sindicato policial CEP ya ha pedido que se abra otra convocatoria extraordinaria «para los compañeros que no fueron condecorados en febrero».

Este sindicato decidió llevar la causa a la Audiencia Nacional para denunciar que la Dirección General de Policía (DGP) se había saltado su propio procedimiento de tramitación de medallas, que requiere consulta a los sindicatos, no sólo por transparencia, sino para que los policías que se hubiesen quedado fuera de las propuestas pudieran ser tenidos en cuenta.

La Audiencia Nacional le ha dado la razón y abre la puerta a que el Ministerio tenga que cumplir con el trámite de audiencia y, por lo tanto, a que se amplíe el número de condecoraciones a los policías integrantes de la Operación Ícaro.

Pero vayamos al momento en que se produjeron los hechos: el separatismo presionó a Marlaska para que rebajara todo lo posible el número de distinciones a los miembros de la Operación Ícaro. Y Sánchez y Marlaska aceptaron el chantaje independentista concediendo un número limitado de condecoraciones. Las hubo, sí, pero excluyendo a un gran número de efectivos policiales que desempeñaron un papel heroico en aquellos días en que los independentistas convirtieron las calles de Barcelona en un infierno.

Lo que ha hecho ahora la Audiencia Nacional es sacarle los colores al ministro del Interior, que ha recibido una metafórica medalla de hojalata a la cobardía y el deshonor.

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