Luces de Madrid y sombras de Sánchez

Sánchez

Antes de comenzar sus vacaciones en el palacio de La Mareta, Pedro Sánchez ha dejado a muchos españoles sumidos en un nuevo quebradero de cabeza con su controvertido real decreto del pasado 1 de agosto, con algunas medidas tan folclóricas como un equipaje de verano en la baca de un “seiscientos”, botijo incluido.

El pasaje más contestado en toda España ha sido el artículo 29. Ya saben: límites a la climatización de los locales (19 grados en invierno y 27 en verano), apagado de escaparates “desde las 22 horas” (sic) y fundido en negro de los edificios públicos (¿todos, también los más singulares o monumentales, o no?).

La oposición de Isabel Diaz Ayuso a estas medidas, aunque no ha sido la única, ha concentrado de nuevo la histérica reacción de Sánchez y sus sombras contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. El premio de Ferraz a la demagogia habrá sido, sin duda, para la delegada del gobierno en Madrid, Mercedes González, que ha tildado a Ayuso de “casposa, insolidaria y negacionista” por oponerse al apagado de las ciudades. Ya es vergonzoso que una delegada del gobierno utilice su cargo institucional para verter insultos contra la presidenta de la región donde ejerce. Pero lo es más aún que desconozca la comunidad autónoma en la que vive.

Por ello, sería bueno que Sánchez y sus sombras conocieran mejor lo que representa Madrid en cuanto al consumo energético español. Quizás así entiendan la oposición de Ayuso a un rosario de medidas no razonadas ni consensuadas, que tampoco han tenido en cuenta las particularidades de cada municipio o región.

Me voy a los datos de 2019 del balance energético que, aplicando la metodología de la Agencia Internacional para la Energía, realiza anualmente la Fundación para la Energía de la Comunidad de Madrid (una de las pocas regiones que elabora dicho balance, por cierto). Los últimos publicados, de 2020, no son representativos debido a la pandemia. El consumo total de energía final de la Comunidad de Madrid representó en 2019 un 11,6% del total nacional, a pesar de tener un 14,3% del total de la población. Y eso incluyendo escaparates, edificios públicos y monumentos iluminados. De hecho, el sector servicios, solo una parte del cual son el comercio y la hostelería, consumió solamente el 12,9% de la energía de nuestra región, frente al 54,7% del transporte y el 22,4% de los hogares.

De este modo, el consumo por habitante en la Comunidad de Madrid se sitúa por debajo de la media española, pese a que generamos cerca del 20% de la riqueza nacional y tenemos el PIB per cápita más alto del país (más de un 35,9% superior a la media nacional en 2019 y superior a la media de los 27 países de la UE). Ya ven que en cuanto a eficiencia energética nadie puede dar lecciones a Madrid: consumimos menos que la media nacional, pero producimos casi una quinta parte de la riqueza española.

Madrid está a la cabeza de las regiones españolas en el desarrollo de planes energéticos que buscan no solo la eficiencia sino la garantía del suministro. El primero se aprobó para el periodo 2004-2012, el segundo con horizonte en 2020 y el tercero está en proceso de elaboración por la consejería que dirige Paloma Martín con horizonte en 2030. A falta del balance del segundo de ellos, cabe destacar que el primero logró reducir un 16% el consumo energético final (un 25% sin descontar el factor desfavorable de la crisis económica de 2007).  Además, desde 2015 está en vigor un plan de eficiencia energética en edificios públicos, con actuaciones hasta 2025 para reducir un 18% el consumo total, si bien está igualmente en proceso de elaboración un nuevo plan, lo mismo que una innovadora ley de sostenibilidad energética.

Ayuso reclama del gobierno de Sánchez menos medidas improvisadas, ineficaces e intrusivas contra la libertad de empresa porque dañan precisamente a sectores importantes de ese motor de riqueza que es nuestra región para el conjunto de España. Motor además solidario, porque una vez más Madrid se ha convertido en la región que más aporta, un 73%, al fondo con el que se pagan y garantizan los servicios públicos del resto de las comunidades autónomas.

Es lamentable que la exigencia de medidas razonables por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, una región a la vanguardia de la eficiencia energética, se responda llamándola “casposa, insolidaria y negacionista”. Las sombras de Sánchez no solo demuestran su ignorancia supina de la región en que viven, sino también la oscuridad abisal en la que yacen su credibilidad y solvencia políticas ante los problemas de los españoles, apenas mitigada por el resplandor mediático de sus insultos.

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