¿Lobos solitarios o mal nacidos?

No estaría de más que alguien nos dijera a qué hora y en qué plaza serán las manifestaciones masivas de los musulmanes que viven en distintas ciudades españolas en protesta y repulsa contra aquéllos de su misma sangre que asesinan en Cataluña en nombre de una atávica y cruenta religión. “Pues no las vas a ver”, me dice Paw Martínez, “como no las habrás visto en ninguna capital de Europa”, añade, refiriéndose a las masacres que ya han cometido los lobos solitarios de Alá, eufemismo que encubre a unos tarados que matan infieles porque sí, porque les pone matar, que no saben hacer peor cosa.
Creemos que la mayoría de musulmanes que invaden la península no son terroristas. Y suponemos que parte de ellos son buenas personas, aunque de colmillos retorcidos, por lo que les importa un bledo que sus sicarios manden a la tumba a nuestra gente. Aquel zorro que fue Franco, aquel animal que los combatió y conocía como nadie, nos lo advirtió por escrito: “No hay moro bueno”. El musulmán jamás se levantará contra su hermano verdugo, ni dará un paso al frente en plaza pública ante tamaña barbarie. Se limitará a publicitar panfletos hipócritas y a partirse de risa en el profundo zulo de su mezquita.
Mientras que la avaricia de Pablo hiena Iglesias acepte los podridos y homófobos petrodólares de Irán, que sostienen al muy ridículo comunismo de Podemos, dicho soplapitos evitará sumarse al pacto antiyihadista de los partidos democráticos. Aun así —y me apuesto diez langostas—, la hiena saldrá en el telediario, en medio de cuantos se alcen contra la atrocidad cometidas en Cataluña. No en vano, hablamos de un veleidoso soplapitos, que tapa su chepa con coleta y oculta los dientes inferiores barajados. Una birria de hombre que se las de machito Alfa y que desprecia a quien no le vote.
Tan codicioso semi-analfabeto se enriqueció con Maduro, se cree un jeque iraní y los muertos de Barcelona le vienen bien para salir en la foto. Otra hiena solitaria, otro mal nacido.