Lo único que importa es la ciudadanía

Lo único que importa es la ciudadanía

Basta con transcribir algunas  frases del discurso de investidura de Pedro Sánchez para que seamos conscientes de la apuesta por la ruptura del orden constitucional que inspira a quien presidirá el próximo Gobierno de España.

Sánchez comenzó su intervención mintiendo al aseverar que los españoles hemos elegido ese gobierno que él se dispone a presidir. Mentira: esa coalición de gobierno con los populistas bolivarianos de extrema izquierda que defienden las dictaduras de Irán, de Venezuela o de Cuba lo ha elegido él. Ese gobierno apoyado por los bildu-etarras que siguen defendiendo la historia de terror de ETA y que homenajean a los asesinos de ciudadanos inocentes que murieron por defender la democracia que Sánchez pretende pisotear, lo ha elegido él. Ese gobierno apoyado por los delincuentes sediciosos y ladrones, condenados en firme por los tribunales de justicia por graves delitos contra la democracia, lo ha elegido él. Ese gobierno apoyado por el PNV merced a un pacto el que Sánchez ha acordado expulsar a la Guardia Civil de Navarra o que va a adecuar las instituciones del Estado a la idiosincrasia del nacionalismo vasco, lo ha elegido él.

Sánchez siguió su intervención atacando a la oposición y calificando de “zancadillas “ las ultimas resoluciones judiciales. El modelo de Sánchez es un país en el que no existe ni oposición ni separación de poderes; el modelo de Sánchez es el del caudillo Chávez, el de Mussolini y, por cierto, el de Franco.  Desenterrado Franco, un nuevo caudillo “de izquierdas” ha llegado a España. Se llama Pedro Sánchez. Y como al anterior no le gustan los medios de comunicación críticos con su régimen, no le gustan los tribunales de justicia y no le gusta la oposición.

Sánchez ha defendido en su discurso la idea que manejan los golpistas para declarar su impunidad ante las leyes democráticas: que los Tribunales no perseguirán a los delincuentes si estos son políticos en ejercicio. Por eso el candidato del PSOE ha explicado (vergüenza da hasta decirlo) que ha pactado con el partido del delincuente Junqueras para “devolver a la política un conflicto político y dejar atrás la deriva judicial”.  Relean: el candidato del PSOE que presidirá el Gobierno de España ha llamado “deriva judicial” a las resoluciones de los Tribunales de Justicia. Cuando Torra decía eso Sánchez le llamaba el Le Pen español…

Otro párrafo alucinante de la intervención de Sánchez- verdaderamente sorprendente para alguien que como yo ha mamado las ideas de la izquierda, que es socialdemócrata y que ha sido educada política y democráticamente en la idea de la igualdad de derechos entre los ciudadanos-  es su afirmación de que en España hay “diversidad de identidades”, y que por eso le gustan las Autonomías. Escuchar a un socialista defender las “identidades” (que es la manera moderna de definir la raza, esa idea supremacista que ha costado millones de muertos a lo largo de la historia de la humanidad) es un contrafuero, porque no hay nada más casposo ni más reaccionario que la apelación a la identidad.

Claro que en España hay multitud de identidades: más de cuarenta millones de identidades, tantas como españoles. Pero la única identidad que importa en democracia es la ciudadanía, que es única y que no tiene nada que ver con las identidades que defiende Sánchez y sus socios supremacistas catalanes y vascos.

El discurso de Pedro Sánchez podría resumirse en una de sus frases más determinantes: “La ley por si sola no basta”. ¿No? ¿Y cual es la alternativa a un gobierno basado en el respeto a las leyes? ¿La sublevación golpista? ¿El despotismo? ¿El imperio de la ley del más fuerte? Todos los totalitarismos han comenzado por el desprecio al imperio de la ley. Después llegó la deslegitimación de los Tribunales de Justicia. Y, finalmente, el golpe. Este es el espíritu del discurso de Pedro Sánchez.

Estamos en un momento crítico para la democracia. Se que al decir esto me arriesgo a que los socialistas me amenacen con llevarme ante los tribunales de justicia, esos tribunales a los que Sánchez quiere liberar de la obligación de juzgar a sus socios de gobierno, esos que hoy mismo advierten que repetirán los delitos de sedición y latrocinio. Pero tenemos la obligación de hablar alto y claro respecto de lo que está pasando en España y sobre lo que aventura el hecho de que   el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, se haya saltado en la sesión de investidura todas las líneas rojas de la democracia.

Los ciudadanos demócratas debemos salir a la calle y sublevarnos cívica y categóricamente contra este gobierno que amenaza con suprimir la separación de poderes y promete la impunidad para quienes delincan contra el orden constitucional.  Hemos de sublevarnos porque lo que está en riesgo no es la ruptura del mapa sino la ruptura de la ciudadanía, la supresión de nuestros derechos. Hemos de sublevarnos porque defender la democracia es nuestro deber cívico y nuestra obligación como ciudadanos de pleno derecho que aún somos.

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