Leonor de Borbón ya es una princesa ‘a la espera’

Leonor Corona

Es seguro que la Familia Real española va a conservar un recuerdo imborrable de este intenso otoño en el que han ido sucediendo como en cascada hechos de enorme trascendencia para la institución monárquica a la que pertenecen. Los Reyes Felipe y Letizia, junto con sus hijas, la princesa de Asturias y la infanta Sofía, han protagonizado actos que han centrado la atención de los medios de comunicación hasta el punto de ocupar la primera plana de periódicos, revistas, noticiarios de televisión y programas informativos de las cadenas de radio. Pero lo mejor de toda esta situación es que a la hora de hacer balance de cómo han discurrido esos eventos, hay que reconocer que hay motivos para que en la Casa del Rey se sientan, en términos generales, bastante satisfechos. El único borrón ha sido la falta de imágenes de la fiesta privada en honor de la princesa, a la que asistió el Rey Juan Carlos, ausente de celebraciones familiares desde hace más de tres años.

Para los Reyes actuales, ver cómo su primogénita ha superado el reto de asumir frente a los representantes de la soberanía nacional sus responsabilidades como heredera de la Corona ha sido una gran alegría. La Princesa Leonor ha dado muestras sobradas de que la educación que sus padres le han proporcionado, el sentido del deber que va a presidir su tiempo como futura reina, forma ya parte de su vida como una realidad ineludible.

El juramento de la Constitución por parte de la sucesora de don Felipe ha eliminado la posibilidad de que su madre, la Reina consorte, tuviera que ejercer una regencia, en caso de fallecer el actual monarca, hasta que ella alcanzara la mayoría de edad. Leonor es ya, tal y como fue su padre, una princesa a la espera. Un tiempo en el que tendrá que completar aún varias y muy diferentes etapas que dedicará a su formación militar durante tres cursos, cinco años a estudiar una carrera universitaria y otro par de años para completar su preparación académica con un Máster en una Universidad extranjera. Pero no hay que olvidar tampoco en esos próximos años una misión importantísima que la princesa Leonor tendrá que cumplir: dar continuidad a la cadena dinástica con un heredero o heredera.

Puede parecer prematuro, y más en estos tiempos en los que las personas contraen matrimonio y tienen hijos mucho más tarde que hace veinte o treinta años, empezar a buscar candidatos para la joven Leonor, pero más tarde o más temprano es un asunto que habrá que abordar. Todo apunta que ella, al igual que su padre y el resto de los príncipes herederos europeos, optará a contraer matrimonio por amor. Los matrimonios de Estado en los que las bodas se acordaban en los despachos de los monarcas pasaron a la historia hace muchos años, sobre todo los que obligaban a casarse a princesas o príncipes de muy corta edad, que vivían aún sus años de infancia. Lo que sí seguirá rigiendo es algo que a casi todos los consortes de reinas han llevado bastante mal: el hecho de que cuando se casa un rey varón, su esposa pasa a ser automáticamente reina consorte. Sin embargo, en el caso de sea una reina la que se case, el marido sólo será príncipe consorte.

Un asunto que ya califican algunos expertos como una discriminación que puede desanimar a algunos candidatos a elegir como compañera de vida a una mujer que o bien en el momento de la boda o en un futuro cercano se convertirá en reina.  

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