La más grande reina del mundo
Isabel ascendió al trono a la edad de 25 años, tras la muerte de su padre, el Rey Jorge VI, el 6 de febrero de 1952, y fue proclamada reina, por sus diversos consejos privados, y ejecutivos, poco después. La coronación se llevó a cabo un año más tarde, cuando ya tenía 27 años, debido a la tradición de que la ceremonia festiva es inapropiada de llevar a cabo durante el período de duelo que sigue a la muerte de un monarca. En una ceremonia hondamente religiosa, celebrada en la Abadía de Westminter, en Londres, la nueva Reina Isabel II fue presentada como la encarnación de los valores familiares cristianos tradicionales. Isabel hizo juramento de defender la ley y de gobernar la Iglesia de Inglaterra. El programa oficial declaró: “Ella representa en su persona las virtudes de obra, hogar y servicio que son fundamento de la sociedad”.
Recuerdo bien aquel día, porque a los niños (yo tenía 9 años) de Ladycross, internado católico en Seaford, un pueblo entre Eastbourn y Brighton, condado de Sussex, nos metieron en un tren que iba a Londres para celebrar el acontecimiento. La coronación de Isabel II, como monarca de Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán se llevó a cabo el 2 de junio de 1953 y fue apoteósica. Durante un total de 14 meses de preparación, se organizó la ceremonia de coronación. La primera reunión de la comisión del evento fue en abril de 1952, bajo la presidencia del marido de la Reina, Felipe, duque de Edimburgo, el único y gran amor que Lilibeth tuvo, a lo largo de toda su vida, sin importarle un bledo que el duque bailara con otras.
Isabel II afrontó la segunda guerra mundial con el apoyo de la descomunal inteligencia y enorme sabiduría de Churchill. Siempre fue, a lo largo de su extenso reinado, una mujer cien por cien honesta e incorruptible. Jamás tragó a la insustancial Lady Di, lo cual habla en su favor. Se nos va la más grande reina del mundo y del siglo XXI. Muchas otras monarquías, que estoy seguro que sienten su pérdida, deberían intentar imitarla. Love you, for ever an ever, dear Lilibeth.