La inflación se apodera de la eurozona

Inflación

El dato del indicador adelantado de inflación del conjunto de la eurozona en septiembre confirma la mala evolución de los precios en la zona euro (crecen un 9,9% interanual), con Alemania en niveles de hace 60 años (10,9%). Así, el incremento persistente en Alemania puede hacer que el BCE actúe todavía con más fuerza en la subida de tipos, por el miedo histórico alemán a una elevada inflación y por el peso informal que Alemania tiene en las decisiones del consejo del BCE.

Este incremento en los países del centro y este de Europa está espoleado en mayor medida por el incremento de los precios de la energía -fruto de una política energética equivocada en la UE-, que en el caso de países como España -donde la política energética todavía es más dogmática y errónea- se está enroscando en toda la cadena de valor, pues pese al descenso interanual de la inflación en España -mucho de ello es por mero efecto estadístico al comparar con el mes de septiembre de 2021, donde ya había crecido- la subyacente apenas cede, de manera que muestra que la inflación se ha extendido ya por todos los productos.

Así, España no logra rebajar su dato de inflación de manera clara (9% en el IPC armonizado, que es el que ha de emplearse para comparar con la eurozona; IPC general no armonizado: 8,9%) y mantiene la subyacente en el 6,2%, que supone un gran problema, por su carácter más estructural.
Incremento, tanto en España como en la zona euro como en la UE, que no es fruto de la guerra -aunque ésta haya intensificado la subida de precios-, sino que parte de noviembre de 2020, como se puede apreciar, con una subida muy importante a lo largo de 2021 que continúa en 2022 debido a la equivocación en la política energética seguida.

La subyacente -que excluye la energía y los alimentos no elaborados- de la zona euro también se mantiene muy elevada, en un 6% (la española ha sido de un 6,2%, con resistencia a la baja). Es decir, los precios están subiendo en todos los países, pero no es lo mismo que lo hagan durante más de tres meses seguidos a doble dígito, como en España, y se queden cerca de la nueva cifra doble, pese al descenso por efecto estadístico, porque el incremento se produce sobre un nivel al que se ha llegado previamente mucho mayor. El nivel final de precios es más alto en España.

Esa acumulación de varios meses de mayor incremento de los precios en España se debe al mayor desequilibrio estructural que la equivocada política económica del Gobierno -basada en más gasto y en meros parches- está provocando en la economía española.

Esto hace que las medidas que tome el BCE puedan perjudicar más a España, puesto que lo hace en función de las necesidades medias de la eurozona. Al desviarse España de dicha media, puede sufrir un efecto negativo en su economía por más que este mes España no sea el país que peor se comporte de entre los grandes, pero sí es el que más meses acumula de un crecimiento mayor en precios.

Por eso, son importantes las reglas fiscales del pacto de estabilidad y los criterios de convergencia fiscal, económica y financiera, que Sánchez menosprecia con su actitud en política económica, empobreciendo más a los españoles, castigando a la clase media, no aliviando a las rentas bajas, al negarse a bajar el IVA de los productos básicos, y ahuyentando la riqueza, inversión y ahorro con nuevos impuestos demagógicos.

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