La inevitable decadencia de Cataluña

¿Cómo no quieren que Cataluña esté en decadencia? El Gobierno catalán ha aprobado este martes el proyecto de ampliación del Aeropuerto del Prat.
Probablemente, es la primera decisión seria de envergadura de Salvador Illa cuando está a punto de cumplir un año de legislatura. Pero ahora queda un largo calvario porque Esquerra, los Comunes y la CUP están en contra.
Con un ejecutivo en minoría y sin presupuestos, la cosa no da para más. Este martes, por ejemplo, la decisión más importante de la reunión de gobierno ha sido una partida presupuestaria de 250 millones para mejorar el firme de las carreteras. Más allá de la mejora de la seguridad viaria; no es mucho, la verdad. Bueno, eso y otorgar los premios de comunicación a los suyos: Gemma Nierga, Ricard Ustrell, Carles Francino, Radio Barcelona.
Si todo va bien, las obras -que ascienden a más de 3.200 millones de euros- habrán concluido en el 2033. Para entonces ya habremos perdido el tren. Aunque, en este caso, sean aviones.
Llevo oyendo hablar del tema desde hace años. Décadas, incluso. La ampliación del Prat es un tema tabú porque afecta inevitablemente a La Ricarda, una laguna que es espacio natural. Los ecologistas y los partidos de izquierda siempre han estado en contra.
El comité de expertos ha optado por ampliar la pista más próxima al mar hacia Barcelona. Afecta a la Ricarda, una laguna protegida. Pero también hacia el Remolar, otro espacio natural. En este caso en dirección a Tarragona.
De hecho, es una propuesta que lanzó el entonces consejero de Territorio y vicepresidente Jordi Puigneró, de Junts, en octubre del 2021. Ya ven, hablamos casi de hace cuatro años.
Pero como lo hizo con una filtración a La Vanguardia -portada y dos páginas interiores- a Pere Aragonès le dio un ataque de cuernos y dio carpetazo al asunto el mismo día o al siguiente.
Puigneró acabó siendo cesado tras la crisis con Junts. Ahora está refugiado en el Ayuntamiento de Sant Cugat. De cuarto teniente de alcalde. Relaciones Institucionales. Vaya chollo.
Puigneró acabó siendo cesado con la ruptura con Junts. Ahora está refugiado en el Ayuntamiento de Sant Cugat. De cuarto teniente de alcalde. Relaciones Institucionales. Vaya chollo.
Pero cuando no es la ampliación del aeropuerto es la Cataluña trilingüe, un tema del que ya presumía Pujol en su última legislatura (1999-2003). Todos los catalanes hablaríamos a la perfección catalán y castellano. Por supuesto, también inglés.
El que fuera consejero Andreu Mas-Colell forzó el requisito para entrar en la universidad. Como había estudiado en Berkeley y en Harvard, sabía lo importante. Pero nada, el First Certificate, el nivel más básico. Vas a Londres y apenas te sirve para pedir una pinta en un pub. Nada del Proficiency o al menos el Advanced, que son superiores. Además, al principio dijo que sería en primer curso de carrera. Luego lo retrasaron hasta el último.
Y, si seguimos hablando de infraestructuras, hay que recordar el Cuarto Cinturón, nuestra M-30. Aunque ahora ya sería la M-60. ¡Los primeros proyectos datan del franquismo! Una autovía que rodearía Barcelona por el perímetro más exterior. Enlazaría Martorell, Sabadell, Terrassa, Granollers y Mataró.
Cuando llegó el primer tripartito (2003-2006) ya se ralentizaron las obras porque los de Iniciativa, el antecedente de los Comunes, estaban en contra. Luego estalló la crisis del 2008.
El entonces ministro de Fomento con Pepe Blanco (2009-2011) anunció una entrevista en Rac1 que se paralizaban un montón de obras por razones presupuestarias. Ana Pastor, ya con Rajoy, las retomó posteriormente tras capear el vendaval.
Me acuerdo de que la entonces ministra vino un día a inaugurar la variante de Vallirana (Barcelona). Yo me puse chulo al recordarle que las obras del túnel del Cuarto Cinturón en Abrera estaban aún medio paradas.
– ¿Cómo que medio paradas? Sígame, joven.
Varió hasta la agenda oficial. Tuve que seguir el coche de la ministra hasta la localidad de Ullastrell, al otro lado de la montaña. Incluso me pusieron multa por exceso de velocidad. Pero me mostró que avanzaban a buen ritmo.
Ahora los socios de gobierno se pelean porque no quieren que vaya más allá de Terrassa y que, en dirección a Sabadell, tiene que ser una ronda, no una vía rápida. Lo de llegar a Granollers y Mataró, que despejaría mucho tráfico de Barcelona, ya deben dejarlo para el próximo siglo.
En octubre del 2009, el entonces secretario general de Esquerra, Joan Puigcercós, subió hasta el Puigmal, una montaña del Pirineo de 2910 metros de altura. Había sustituido a Carod en la dirección del partido y era una manera de darse ánimos para las elecciones que se avecinaban.
La noche anterior, en el Santuario de Núria, departió con algunos periodistas. Siempre me acordaré que dijo: «Los de Iniciativa están más a favor de los animales, que de los payeses». Porque, al parecer, se oponían a asfaltar la carretera de una localidad de montaña por el impacto ambiental. El alcalde debía de ser de ERC.
Aunque ahora, su partido tampoco sigue su ejemplo. Siempre están poniendo pegas. El Estado, por ejemplo, se ofreció a ampliar la autovía de Barcelona-Lleida. Y hacerla de tres carriles en el tramo más concurrido. Pero los alcaldes republicanos del Bruc y Collbató se opusieron por su impacto en sus respectivos municipios.
La cosa va de baja. Pero yo creo que, en parte, esta oposición a las infraestructuras no es solo sensibilidad ambiental de cara a los electores. Es también hispanofobia. Si el Estado se ofrece a hacer obras públicas en Cataluña, incluso de envergadura, los indepes más recalcitrantes se quedan sin el argumento del «Espanya ens roba». «España nos roba», que fue uno de los mensajes estrella del proceso.