Hedor valenciano: el ‘clan Puig’, acorralado

Ximo Puig
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Las informaciones periodísticas basadas en investigaciones policiales y judiciales no ofrecen lugar a dudas. El clan Puig en la Comunidad Valenciana ha puesto a buen recaudo la vieja máxima de que la familia que se enriquece unida permanece unida.

Ximo, el jefe del clan, presidente a la sazón del Gobierno regional levantino, habló hace unos días en televisión -en la suya sólo habla él y ocultan las informaciones que le perjudican- para colgarse medallas de honestidad y limpieza cuando mucha gente conoce el incremento patrimonial de su hermano y hasta de su sobrina y demás allegados. Tiene un rostro que se lo pisa.

Como siempre fue un periodista fake olvida lo elemental: el que calla, otorga. Las informaciones publicadas por avisados periodistas, con pruebas fehacientes, revelan que llegó a pagar 57 veces a su hermano cuando era alcalde de Morella (Castellón). Y desde que es presidente de la Generalitat ni te cuento. Se lo tendrá que contar al juez pertinente si es que consigue saltar la barrera de la consejera de Justicia, a la sazón compañera sentimental del finado (políticamente). Lo que es sorprendente en un personaje de tamaña catadura es que se atreviera en su día a ir con horca y garrote en busca de la cabeza de la alcaldesa Barberá por un quítame un bolso o un aguinaldo de Navidad.

Ignoro lo que decidirán el próximo 28 de mayo los ciudadanos valencianos, alicantinos y castellonenses acerca del futuro de tan singular personaje que camina como si nunca hubiera firmado un cheque sin fondos. Supongo también que, independientemente de ese veredicto político, la Justicia no se llame andana y ponga la lupa en lo que muchos hombres y mujeres de esa comunidad conocen o dicen conocer. Ya sabemos cómo algunos jueces y fiscales hacen malabarismos para mirar en lontananza hacia los bellos parajes marinos de esa entrañable tierra que un día ya lejano, muy lejano, liberó un paisano de mi tierra castellana. Algo huele a podrido en el reyno de los Puig.

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