Hagamos todos ‘un Duque’… y dejemos a Hacienda tiritando

Pedro Duque
Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. (Foto: EFE)

Pedro Duque era el marido, el compañero, el hijo, el sobrino y el padre perfecto hasta el pasado jueves. Simpático, con cara de buena gente, como de humilde genio distraído, teóricamente inteligente y encima con una profesión que es la madre de todos los mitos de todos los que crecimos en los años de la carrera espacial: astronauta. Pero, tal y como está demostrando ODKIARIO, detrás de esa fachada aparentemente pluscuamperfecta se esconde lo que toda la vida de Dios hemos denominado un jeta. Un jeta fiscal, para ser exactos teniendo en cuenta que estamos hablando de un sujeto que ha urdido un entramado para eludir el pago de al menos cuatro figuras tributarias. O a lo mejor es que se ha pensado que la Tierra era igual que la estratosfera o la Luna, donde no se pagan impuestos.

Montar una sociedad es perfectamente legal. Sólo faltaría. Es intrínseco a las economías de libre mercado. Sin empresas no hay libre mercado y sin libre mercado no hay empresas. Esto no es, de momento, la Unión Soviética o la Venezuela de los jefes de Pablo Iglesias, donde crear una entidad mercantil es una operación permitida, tan permitida como arriesgada porque a los tres segundos tendrás al Gobierno bolivariano intentándola controlar, expropiar o coimar o las tres cosas a la vez.

Lo que se aleja de la legalidad, al menos de la que marca la normativa tributaria, es constituir sociedades simuladas, ficticias, fantasmas, en definitiva, falsas, para pagar menos impuestos. Eso es lo que hicieron dos altos representantes del Estado en Copenhague Gestión de Inmuebles S. L.: Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación, y Consuelo Femenía, ni más ni menos que embajadora del Reino de España en Malta.

Copenhague, la sociedad no la ciudad, es una farsa desde el día 1 de su vida en febrero de 2005. Nació una hora antes de que el ministro y la embajadora escriturasen un pedazo de casoplón con brutales vistas al mar en Jávea (urbanización La Corona) de 200 metros declarados aunque desde fuera se aprecia que tiene muchos más. Vamos, que una vez firmado el nacimiento de la sociedad, rubricaron la compra de la vivienda de lujo en la maravillosa ciudad de la costa levantina. Que la empresa del binomio Duque-Femenía es una broma de mal gusto para escamotear dinero a la Agencia Tributaria lo demuestra otro hecho que no necesita mayor aclaración: cuenta con cero empleados. Un año más tarde, repitieron jugada para hacerse con un chalé de lujo de 335 metros cuadrados en el carísimo barrio madrileño de Arturo Soria-Parque Conde de Orgaz.

Que la empresa es una broma de mal gusto para escamotear dinero a la Agencia Tributaria lo demuestra otro hecho que no necesita mayor aclaración: cuenta con cero empleados

Con esta coartada societaria la parejita se fuma tres impuestos, al menos buena parte de tres de ellos, Patrimonio, Sucesiones e IRPF, y se beneficia de las facilidades que otorga el de Sociedades. Me explico: las personas físicas deben satisfacer un 3.1% de Patrimonio en la Comunidad Valenciana. Las sociedades cotizan Patrimonio al fisco en función de la valoración de la sociedad, valoración que efectúan los administradores según su realísima gana. O sea, que para empezar te fumas otros miles de euros anuales. Los que tú decidas. Y el día que fallezcan Duque y Femenía, que espero sea dentro de mucho tiempo, sus descendientes se soplarán el Impuesto de Sucesiones, que en tierras valencianas está en el 34% para casas de lujo como la de la pareja. Al ser una sucesión dentro de una empresa, sus herederos tributarán como mucho sobre el 5% del valor total. Es decir, que hurtarán al Estado, a la Sanidad pública y a esas universidades que dependen de Duque decenas y decenas de miles de euros. Con la casa de Madrid les dará igual que les dará lo mismo porque aquí, a Dios gracias, no hay impuesto a los muertos. Te mueres y no sigues teniendo que astillar a los émulos autonómicos de Montoro y Montero.

Más cholletes: te ríes del resto de los mortales porque la renta presunta que te sacan vía IRPF todos los años tampoco la apoquinas al estar tus casas a nombre de la sociedad. Y, encima, se te aplican todas las deducciones y desgravaciones habidas y por haber que marca el mucho más generoso Impuesto de Sociedades. Para muestra, un botón: el ministro y la señora embajadora suman 151.000 euros en desgravaciones en los últimos seis años. Botón, no, botonazo en este caso: tal y como comprobarán en la noticia que figura al lado de ésta, su columna, el dúo astronáutico se está deduciendo desde que compraron la casa de Madrid los intereses de los 1,2 millones de crédito que pidieron. En números redondos, y hasta la fecha, unos 120.000 euros aproximadamente. Por no hablar de las trolas que nos soltó el astronauta en esa rueda de prensa del Club de la Comedia que dio el jueves. Aseguró que habían constituido la Sociedad Limitada para alquilar la casa y luego resultó que esos arrendamientos no figuran en las cuentas de los últimos ejercicios. Motivo más que suficiente para que el fisco los empitone.

Con ser todo esto repugnante y motivo más que suficiente para que el astronauta se vuelva a la nave espacial, más aún lo es cómo el matrimonio Duque-Femenía, el Gobierno y sus satélites sindicales y mediáticos nos tratan a los ciudadanos. Como si fuéramos auténticos gilipollas. Sólo les falta escupirnos. Dicen que está todo bien, que “es normal” comprarte tu residencia habitual a través de una sociedad y que no hay ninguna ilegalidad. Lo contrario de lo que sostenía toda esta banda chusmosa hace no tanto cuando, por ejemplo, forzaron la dimisión del fiscal anticorrupción Manuel Moix tras conocerse que había heredado con sus hermanos el chalé que su padre tenía en la Sierra madrileña. El progenitor la tenía a nombre de una sociedad panameña y cuando murió, los Moix declararon la herencia y la ubicación fiscal de la vivienda. Pero se tuvo que ir por donde había venido.

Aseguró que habían constituido la Sociedad Limitada para alquilar la casa y luego resultó que esos arrendamientos no figuran en las cuentas de los últimos ejercicios

Pedro Sánchez lo pudo decir más alto pero no más claro en 2015 a propósito de los Duques de la vida: “Si alguno de los míos monta una sociedad para pagar menos impuestos está fuera en 24 horas”. Se refería a los 425.000 euros que Monedero recibió como prebenda de las dictaduras iberoamericanas y que tributó como sociedad (Caja de Resistencia) y no como persona física a través del IRPF. El ahora presidente, entonces secretario general del PSOE, tenía más razón que el santo que no es. Monedero, ese enorme sin vergüenza fiscal, hurtó al fisco, a los hospitales, a la Sanidad, a la dependencia, 70.000 euros con esta treta. Ya entonces el sindicato de técnicos de Hacienda Gestha defendió a Monedero porque el caso no estaba claro “y está lleno de singularidades”. Les preocupaba más la filtración que la golfería en sí. Claro que los barandas del jeta Gestha eran juez y parte: llevaban meses asesorando a Podemos en la elaboración de su programa tributario. Con la infanta se pusieron las botas por utilizar Aizoon para autoalquilarse el palacete y trincar unos dineritos y por imputar hasta las clases de baile a la empresa familiar.

Moraleja: lo que nos están transmitiendo el Gobierno y el sindicato podemita Gestha es que tenemos que constituir sociedades para comprar nuestras viviendas. Pagaremos un huevo menos, tendremos más dinero en la butxaca y nos pasaremos por el arco del triunfo los impuestazos que Pedro Sánchez Picapiedra y Pablo Iglesias Mármol nos quieren meter. Pues eso, todos a poner nuestras viviendas habituales y las de la playa los que tengan a nombre de entidades mercantiles instrumentales. Y dejemos a Hacienda tiritando. Si Hacienda no somos todos, si Duque o Monedero no son Hacienda, no lo vamos a ser los demás, no te fastidia. Que luego no se quejen cuando no haya dinero para las pensiones, para nuestras escuelas, para nuestros hospitales o para dependencia. Claro que ahora que lo pienso, mejor que no, porque ni ustedes ni un servidor nos apellidamos Duque o Monedero. A ustedes o a mí la Agencia Tributaria nos pegaría un estacazo del nueve si se nos ocurre ceder nuestros hogares a una tapadera. Pues eso, que Hacienda no somos todos. ¿Les suena?

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