Guerra en Europa
El 23 de agosto de 1939, Stalin y Hitler suscribieron el Tratado de no Agresión entre Alemania y la URSS (Pacto Ribbentrop-Mólotov), repartiéndose Europa incluidas Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia. Hitler inició la invasión el 1 de septiembre y fueron cayendo Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia; en junio de 1941 invadió Rusia. Este error unió en el mismo frente al dictador Stalin y a los demócratas Churchill y Roosevelt -posiblemente el mejor estadista de la historia-, propiciando la derrota alemana en la II Guerra Mundial. Nació la Europa Occidental con derechos civiles, democracias y estado de bienestar que hoy vuelve a estar amenazada.
Putin ha iniciado una guerra expansionista en el corazón del continente. Mientras sus tanques avanzan por Ucrania y cercan su capital, Kiev, entre otras ciudades defendidas por una heroica resistencia civil y militar, los Estados Unidos, la UE y otros gobiernos se afanan en enviar a Ucrania armas (no el gobierno español) y sancionar económicamente al país agresor. Si no se frena a Putin ¿qué será lo siguiente?
Putin era director del FSB (ex-KGB) cuando se filtró un vídeo sexual contra el fiscal general de Rusia que investigaba al presidente Yeltsin, que después lo nombró primer ministro; invadió Chechenia tras dos atentados indiscriminados nunca aclarados contra población civil rusa con cientos de muertos, derrumbando sus edificios con explosivos; días después, tres miembros del FSB fueron detenidos dejando explosivos en otro edificio, alegaron que era una simulación (el explosivo era real) y asunto cerrado. Sus rivales políticos o periodistas críticos mueren/enferman por envenenamiento, disparos o están en la cárcel (Navalny, Litvinenko, Skripal, Politovskaya…) y ahora invade Ucrania. Los acuerdos internacionales hay que cumplirlos; quien ataque y provoque una guerra debería acabar acusado por crímenes de guerra ante un tribunal penal internacional.
Ante una invasión militar, la ONU debería defender a los civiles estableciendo zonas seguras, instalando campamentos y protegiéndolos contra el ejército invasor por muchas armas atómicas que tenga, usando los ejércitos de la OTAN como cascos azules. Transcurrida una semana de la invasión, cientos de miles de personas siguen atrapadas (entre ellas algunas españolas) en ciudades sitiadas por el ejército ruso. Abrir corredores humanitarios, conseguir transporte, comida, ropa y demás necesidades básicas o instalar campamentos de refugio en su propio territorio debería ser una prioridad. Cascos azules con mandato de la ONU de proteger a los civiles frente a cualquier ejército que los ataque, respondiendo militarmente si fuera preciso.
En estos momentos existen 65 guerras en el mundo. Según datos de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los refugiados), la cifra de desplazados forzosos supera los 82 millones de personas. 48 millones de estos desplazados lo son dentro de sus fronteras, 26,4 millones refugiados en otros países y hay más de 4 millones de solicitantes de asilo, mayoritariamente de Venezuela Afganistán y Siria que encabezan la mayoría de personas desplazadas de sus países de origen. Los refugiados de Palestina en Oriente Próximo son casi 6 millones de personas. Dictaduras -comunista, fascista, islámica-, guerras y pobreza expulsan a las familias de sus hogares. Ahora habrá que sumar entre tres y cinco millones de ucranianos gracias a Putin.
Entre 1980 y 2000, un 7,2% de habitantes del País Vasco, 157.000 personas la mayoría “españolistas”, abandonaron la comunidad expulsadas por amenazas, acoso y aislamiento con la complicidad cobarde de la sociedad vasca -con excepciones-. La violencia determinó el censo electoral. Quienes apoyaron aquel proceso de limpieza política contra la libertad y la democracia, votaron ayer en Europa a favor de Putin (Bildu) y son socios (UPodemos) del Gobierno de España.