Un gasto inasumible: Francia como espejo

España debería mirarse en el espejo de Francia. El país vecino ha anunciado una congelación de las pensiones, una reducción del gasto y una disminución de días festivos, porque su nivel de endeudamiento está llegando a límites insostenibles. Como Francia no redujo a tiempo el gasto, ni hizo reformas de calado, más allá de la de jubilación, muy contestada e inconclusa, y continuó manteniendo un sector público muy potente, con un nivel altísimo de gasto, ahora, al borde del precipicio, tiene que tomar decisiones que le obligan a recortes profundos, cuando, de haberlo hecho a tiempo, quizás podría haber realizado reformas que, por eficiencia, hubiesen permitido, al seleccionar los gastos, salvaguardar el grueso de lo esencial.
Como no lo han hecho, ahora llegan tarde y mal, y se ven obligados a acometer unos duros ajustes en la economía francesa para que la misma no colapse, porque no pueden seguir sosteniendo un déficit público que no baja y que incorpora, cada año, miles de millones a la deuda pública francesa.
Eso ha pasado en Francia y España debería mirarse en su espejo para iniciar, cuanto antes, unas reformas que permitiesen minimizar el impacto de los recortes. Cuanto más tiempo pase, más difícil será reducir el gasto y más dolorosas serán las medidas, al igual que ha sucedido en Francia.
El Gobierno de Sánchez ha llevado el gasto a unos niveles insoportables, que están aumentando la deuda de manera exponencial y que van a suponer una losa importante para las generaciones actuales y futuras, habida cuenta de que el incremento ha sido muy cuantioso.
Si mes tras mes vemos cómo la deuda la ha aumentado sin parar -en más de 500.000 millones de euros desde que llegó al Gobierno-, el gasto sigue aumentando, el déficit no se elimina y la deuda camina hacia los 1,7 billones de euros, con un efecto expulsión de la iniciativa privada. Y ese gasto estructural acelera su crecimiento, con lo que el desequilibrio es todavía mayor.
En definitiva, el Gobierno agrava los desequilibrios de la economía española al aplicar más gasto, más déficit, más deuda y más impuestos. España no necesita más gasto, sino gestionar de manera eficiente el que tiene e incluso reducir el que no sirve de nada, para así, precisamente, mantener el grueso de los servicios esenciales. Y España no necesita más impuestos, sino mantenerlos sin subir y bajarlos en cuanto sea posible, especialmente los directos y las cotizaciones sociales.
España, insisto, debería mirarse en el espejo de Francia y comenzar a aplicar reformas de calado, con la elaboración de un presupuesto base cero que permita seleccionar los gastos, eliminar los innecesarios y concentrarlo en lo imprescindible. Sánchez no lo hará y nos arrastrará a una situación futura muy complicada.