La fingida perplejidad de Escrivá

La fingida perplejidad de José Luis Escrivá
La fingida perplejidad de José Luis Escrivá

El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, ha escrito en Twitter lo siguiente: “Estoy perplejo con las dudas sembradas sobre los positivos datos de empleo. Los fijos discontinuos computan como afiliados en alta mientras están activos y dejan de computarse durante su inactividad. Deslegitimar las estadísticas de España es una forma terrible de hacer política”.

Al leer esto sólo se puede pensar que el ministro nos toma por tontos, al envolverse ahora falsamente en una posición de respeto institucional y referirse a cosas que nadie ha dicho ni cuestionado. Nadie ha dudado de que los fijos-discontinuos no estén dados de alta como activos en la Afiliación a la Seguridad Social durante su tiempo de inactividad; lo que sí ha dicho certeramente Alberto Núñez Feijóo es que los fijos-discontinuos no computan como parados registrados durante sus épocas de inactividad, al contabilizarse como “otros no ocupados” dentro de los DENO’s. Debería repasarse el ministro la OM de 11 de marzo de 1985, del Ministerio de Trabajo, donde, aunque no se recoge expresamente la situación de los fijos-discontinuos, no se contabilizaban ya entonces como parados.

Y Feijóo, tras señalar esa realidad -que no computan como parados durante su inactividad- ha señalado otra realidad más: como la contrarreforma laboral ha obligado a transformar los contratos temporales en indefinidos fijos-discontinuos, cuando ese trabajador termine su actividad, no engrosará la lista del paro, como habría sucedido hasta ahora con el contrato temporal, hasta volver a ser contratado para otro trabajo, sino que permanecerá en estado de inactividad, cobrando la prestación por desempleo pero computado como “otros no ocupados”, no como parados.

¿Qué quiere decir eso? Varias cosas que llevan a pensar que se trata de maquillar puerilmente tanto el número de contratos indefinidos como el número de parados una vez que cese la actividad de esos nuevos fijos-discontinuos que anteriormente eran trabajadores con contrato temporal:
1. Se Eleva artificialmente el número de contratos indefinidos, inflados artificialmente por esta obligatoriedad de impedir la realización casi en cualquier caso de contratos temporales, teniendo que realizar contratos de indefinidos fijos-discontinuos. Sólo en mayo de este año, ha habido 530.349 contratos indefinidos más que en mayo de 2018 y 546.266 más que en mayo de 2019, previos a la pandemia y, por tanto, comparables. Si lo comparamos con el acumulado del año, hay 1.567.826 contratos indefinidos más que en el acumulado del año de mayo de 2018 y 1.609.256 más que en mayo de 2019. ¿Cree de verdad el Gobierno que esto es real?
2. Se reducirá artificialmente el número de parados en los momentos en los que se prescindía de un trabajador con contrato temporal, ya que ahora no computarán como parados, sino como “otros no ocupados” dentro de los mencionados DENO’s. Podemos estar hablando de un mínimo de medio millón de personas, que puede llegar a exceder el millón en base a los datos antes referidos.
3. Por tanto, sí se está produciendo un maquillaje de datos en el mercado de trabajo: uno permanente (el del número de contratos indefinidos) y otro estacional (en el paro registrado cuando el fijo-discontinuo no esté en período de actividad).
4. No es que se cambie la forma de considerar a los fijos-discontinuos -cosa que nadie ha dicho-, sino que se obliga a que los temporales sean fijos-discontinuos para medirlos de esa manera especial que tiene dicho grupo (excluyéndolos del paro).

Nadie está poniendo en duda ni los servicios públicos de empleo ni de ninguna institución; de lo que se duda es de las intenciones del Gobierno para modificar, también por decreto, las formas de contratación para poder presumir, absurdamente, de tener más contratos indefinidos y menos parados, siendo ambas cosas falsas, por su artificialidad. No es que se manipulen los datos ni que se haya cambiado el criterio de contabilización para los fijos discontinuos: es que, ante la desaceleración económica, a la que seguirá la del empleo, el Gobierno, en lugar de realizar reformas para crecer y generar puestos de trabajo, prohíbe un tipo de contratos para tener que aplicar otro distinto que sea considerado como indefinido, cuando no lo es, y que, además, al entrar en esa tipología, deje de computar como parado, al estar fuera los fijos-discontinuos de la consideración de parados.

Por tanto, que no se muestre tan perplejo el ministro ni tan ofendido, porque ni Feijóo ni nadie ataca ni pone en duda a las instituciones. Lo que ha señalado Feijóo es la realidad; quizás, por eso le ha escocido tanto al Gobierno, especialmente al ministro Escrivá. Quienes sí han atacado y puesto en duda gravemente a varios organismos e instituciones son varios miembros del Gobierno, como el propio Escrivá que dijo que el informe anual del Banco de España no era lo suficientemente sólido; o como Yolanda Díaz, que ha llegado a acusar al gobernador del Banco de España de tomar partido; o como Calviño, que insinuó que el INE no estaba recogiendo bien el crecimiento económico.

Lo que tendría que hacer el Gobierno es aplicar reformas que permitiesen crecer y generar empleo de verdad, no artificialmente con conversiones de contratos por ley y con un incremento del gasto público que España no se puede permitir, máxime tras haber incrementado la deuda Sánchez en casi 300.000 millones de euros desde que gobierna, no reducir el déficit realmente -pese a sus inejecuciones y a estar recaudando más de 12.000 millones de euros extra por la inflación- y tener a la economía española en una situación grave, con muchos problemas enquistados y un empobrecimiento generalizado de las familias y de las empresas. El Gobierno debería deflactar el IRPF, realizar reformas que agilizasen la economía, eliminar el gasto ineficiente y bajar impuestos a la energía, además de aprovechar bien todas las fuentes energéticas, pero prefieren la subvención, el intervencionismo y la obligatoriedad, por ley, de la transformación de unos contratos en otros para fingir una realidad que no existe. Y luego, se hacen los indignados para tapar su fracaso mientras llevan a la economía española a la ruina.

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