El expolio catalanista de la bandera de Baleares (2)
El Reino de Mallorca (Baleares), a diferencia del Reino de Aragón, del Reino de Valencia y del Condado de Barcelona, tuvo unos reyes privativos que no compartió con ningún otro territorio. Por eso, los Reyes de la Casa de Mallorca tuvieron que distinguir sus colores familiares de los de la Casa de Aragón. Después de heredar el Reino en 1276, Jaime II de Mallorca introdujo una brisura en el blasón familiar suprimiendo una de las cuatro barras, quedando en tres (aún se pueden contemplar en el escudo que preside el Salón del Trono del Castillo de Bellver).
Paralelamente a los tres bastones mallorquines también está acreditada la existencia de un escudo mallorquín con diferente brisura: las cuatro barras aragonesas atravesadas con una franja azul (en el Armorial Wijnbergen del siglo XIII y que se describe como del “Roi de malloqs d’or à 4 pals de gueules au bâton d’azur brochant” y en un sello real del siglo XIV del último testamento de Jaime III). Fueron estos colores (la bandera cuatribarrada con franja azul oscuro) los que después de la muerte de Jaime III pasaron a representar el Reino de Mallorca.
Lo encontramos en otro armorial portugués de 1509: el “Livro do armeiro mor”. Y en ese mismo siglo los colores del reino de Mallorca desfilaron en Bruselas en el funeral del Emperador Carlos V (1558) junto al resto de sus territorios: Flandes, Güeldres, Brabante, Borgoña, Austria, Córdoba, Córcega, Cerdeña, Sevilla, Galicia, Valencia, Toledo, Granada, Navarra, Jerusalén, Sicilia, Nápoles, Aragón, León y Castilla (el que no desfiló fue el Principado de Cataluña).
Como con la denominación de la lengua, la elección de la bandera de Baleares también fue fruto de un intenso debate, y como siempre sujeto a una fuerte presión catalanista que quería imponer para Baleares el blasón de los Reyes de Aragón (las cuatro barras usurpadas por Cataluña). Los cabecillas de la opción catalanista eran el profesor de la UIB.cat Gabriel Bibiloni (www.bibiloni.cat) y el presidente de la Obra Cultural Balear (www.ocb.cat) Jose Mª Llompart: “La única bandera que históricamente representa el conjunto de las Islas Baleares es la de la casa real de Mallorca, simplemente barrada”. De ningún modo admitían la bandera del Reino de Mallorca que desfiló en Amberes “no sería admisible (…) la solución antihistórica de la faja azul atravesando en diagonal toda la bandera”.
Esta posición catalanista de Bibiloni y Llompart se posicionó ante la opinión de la comisión de expertos (Maria Barceló, Gabriel Llompart, Juan Marí y Juan Hernández) que abogaba para que la bandera la de la Comunidad Autónoma de Baleares fuese la misma que la de Mallorca. Ya que la bandera mallorquina era la bandera del antiguo Reino de Mallorca, es decir, de Baleares (“dentro de un renacimiento de la unidad autonómica de las Islas valen pues por el equivalente actual del antiguo Reino de Mallorca el sello de Jaime I de Aragón y la bandera del Rey Sancho de Mallorca”).
Pero la presión catalanista la truncó, ya que en su afán separador, igualaban el Reino de Mallorca sólo a Mallorca y no a Baleares. Para entender mejor que el Reino de Mallorca es Baleares, tenemos el mismo caso (resuelto) en la Comunidad Autónoma de Valencia: el Reino de Valencia es la Comunidad.
Volviendo con la actual bandera mallorquina. El catalanismo siguiendo su senda antimallorquinista la considera un “invento” de hace un siglo. Bibiloni y Llompart consideran que “nos parece una creación personal de Pons Fábregas y no la bandera histórica de Mallorca, porqué heráldicamente no es correcta”. Su argumentación, además de considerarla sólo de Mallorca y no de Baleares, se basa en que ha de ser de forma acuartelada (como el escudo de 1269), que el castillo ha de estar sobre fondo azul y no morado, y que históricamente no existe evidencia alguna.
A principio de siglo XX el cronista de la capital balear Benito Pons recibió el encargo del Ayuntamiento de Palma de elaborar un dictamen sobre cuál era la bandera de Mallorca. En el Privilegio del rey Sancho I de 1312 se sitúan los palos y el castillo en la parte superior y el castillo descansa sobre fondo “lívido” (que Pons tradujo por morado): “en la parte superior tenga nuestro blasón real de los palos, y en la parte superior la figura del Castillo en blanco sobre morado”. Pons dio por “error patente” la transcripción del escribano de repetir la palabra “superior” al describir cada uno de los blasones. Quedaba por decidir que blasón ocupaba la parte superior, ¿el castillo o las barras? Eran los años en que se derribaban las murallas de la ciudad y cuenta Pons que “se ha descubierto una lápida en que se ve el blasón de Mallorca. El escudo es cortado, ocupando la Almudaina el jefe, y los palos la punta”. Así, Pons dispuso la actual ubicación del castillo en la parte superior y los palos en la parte inferior.
Décadas más tarde, en pleno debate sobre la bandera, el historiador José Segura aportó más evidencias sobre la misma ubicación del castillo y de los palos: en la localidad mallorquina de Muro (“se halla el Libro de Consejos del año 1377”), en un artesonado polícromo de la localidad occitana de Frontignan (“entre las escenas se ven dos caballeros que se embisten furiosamente, uno lleva un escudo con las barras solas, el otro las barras con el castillo blanco sobre fondo morado”), en el Museo del Castellet de Perpiñán (“figuran reproducidas según los dibujos realizados por José Pla al copiar pinturas de los retablos góticos catalanes (…) un hombre de armas de la Corte Real Mallorquina lleva un escudo con tres barras rojas abajo y Castillo arriba) y en el Código de las Leyes Palatinas de Jaime III depositado en la Biblioteca Real de Bruselas (“en la portada se puede ver (…) un escudo con las barras abajo y la franja horizontal morada arriba”).
En cuanto al tema del color lívido, si es morado o azul oscuro, se le puede considerar totalmente secundario, aunque para el catalanismo es fundamental para desacreditar el trabajo de Pons y el privilegio de 1312. El diccionario de la “Real Academia Española” (RAE) define “lívido” como amoratado (definición que debió usar Pons) mientras que Juan Corominas en su “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana” señala que “lividus” significaba en latín “azulado negruzco, de color plomizo”. De este modo podemos afirmar que ambas acepciones serían válidas, que en la Edad Media, quedaban en un mismo rango el azul oscuro y el morado. No olvidemos que un “moratón o moretón” (RAE: “mancha amoratada, negruzca o amarillenta de la piel a consecuencia de un golpe u otra causa”) en lengua mallorquina es un “cop blau” (“golpe azul”).
Finalmente la presión catalanista consiguió que el dictamen de la comisión de expertos quedase descartado. El estatuto catalanista de 1983 acabó obsequiándonos una bandera de Baleares, que no es más que un “invento” sin ninguna tradición histórica ni nada que se le parezca: “cuatro barras rojas horizontales sobre fondo amarillo, con un cuartel situado en la parte superior izquierda de fondo morado y con un castillo blanco de cinco torres en medio”. El catalanismo no pudo colocar en el estatuto los colores de los reyes de Aragón usurpado por Cataluña, pero con el “invento” de la nueva bandera baleárica dejó el camino preparado para sustituirla por otra (a ver cuál se inventan ahora), ya que no tiene ningún tipo de sustento ni tradición histórica (otra vez se denigra el legado de los reyes privativos).
La presión socialista-catalanista unido a la dejadez y poca argumentación de la derecha, legó a la ciudadanía de Baleares un Estatuto que se olvidó y dejó completamente de lado la secular historia de Baleares, y concretamente su lengua y sus colores representativos. El caballo de Troya catalanista convirtió la secular lengua mallorquina/baleárica en un dialecto de la lengua catalana y transformó los seculares colores del Reino de Mallorca (otorgados por Jaime I y Sancho I y profusamente documentados en siglos posteriores) en un “invento” sin tradición alguna ni sustento histórico.
A este despropósito pergeñado por nuestros políticos hay que sumar la constante deslealtad institucional de la izquierda que siempre utiliza las barras aragonesas (usurpadas por Cataluña) en vez de los colores baleáricos (rojo, amarillo y azul/morado). Para que lo entendamos, la cándida derecha, que no quería incluir el glotónimo de lengua catalana en el Estatuto tuvo que desarrollar las leyes de implantación de la lengua catalana en Baleares; mientras que la izquierda (catalanista y no catalanista), que no quería la actual bandera, se ha dedicado a denostarla, como también a los reyes de la dinastía privativa y a sus ejecuciones, en un ejercicio de continuada deslealtad institucional, de no respetar las reglas de juego acordadas en 1983.
Lo más sensato habría sido admitir como bandera de Baleares la cuatribarrada con franja azul que representó al Reino de Mallorca (Baleares) durante siglos (en cambio, sí que se designó para que fuesen los colores del Gobierno de las Islas Baleares). De hecho, la bandera de Baleares desfila cada año en Bruselas en la rememoración de la entrada triunfal del emperador Carlos V en la capital belga (1549) para presentar al infante Felipe, próximo soberano de las tierras flamencas, el futuro Felipe II de España. Se trata la procesión religiosa y festiva denominada “Ommegang” que se celebra cada mes de julio en la que, junto a las banderas de los diferentes dominios españoles (Castilla, León, Aragón, Sicilia, Cerdeña, Navarra, Granada…) desfila la bandera del antiguo reino de Mallorca: la cuatribarrada con franja azul.
Vaya legado de estatuto catalanista y anti-balear de nuestros políticos socialistas, separatistas y populares, tanto siglos de historia para quedarnos sin lengua y sin bandera.