Esto se arregla con un vapuleo en las urnas europeas
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De entrada, escribo la coletilla que incluiré en el último párrafo de esta crónica. Esto solo lo puede arreglar un vapuleo en las urnas europeas del 9 de julio, un costalazo electoral que lleve a Sánchez a las tinieblas exteriores. Verán por qué y juzguen las últimas fechorías de Sánchez. A lo que vamos. Desvergonzadamente. Sabiendo que miente sin escrúpulos, el descuartizador de España ha proferido públicamente sus últimas mentiras.
Lo ha hecho en su emisora de cabecera y en el libro que le ha escrito su negra Irene Montero. Ha perpetrado dos embustes descomunales: ha comparado su alta traición con los separatistas con la única reunión que tres enviados especiales de Aznar realizaron con los terroristas de ETA. En otro orden de cosas ha insistido en la «corrupción» de la familia de Díaz Ayuso en el episodio de las mascarillas del Covid. Dos mentiras flagrantes sobre la que, cada quien, humildemente, debe restaurar la verdad. Vamos a ello.
Sobre la reunión que los susodichos colaboradores de Aznar celebraron con MIkel Antza y su novia, Anboto, Belén González Peñalva, el 22 de mayo de 1999 a las afueras de Zúrich, lean, si les parece, el relato exclusivo y pormenorizado de uno de los tres enviados del presidente del Gobierno. Dice así: «El 10 de diciembre de 1998 se recibió una carta de ETA en Moncloa. El portador era una nacionalista que hablaba de la predisposición de ETA para un contacto… El presidente y el ministro del Interior examinaron con cuidado la comunicación, y Jaime Mayor Oreja llamó personalmente al obispo Uriarte, entonces prelado de Zamora, quien, al poco tiempo, recibió una contestación para ETA del Gobierno español que abría las puertas a un «diálogo exploratorio». La banda, después de muchos días, replicó pidiendo un documento firmado por algún responsable. El Gobierno se tomó más de dos meses en contestar que se utilizaron para contactar con los demás partidos con vistas a articular una estrategia común.
Javier Zarzalejos llevó la respuesta a la banda y el obispo se la hizo llegar hasta que, en febrero, ETA aceptó literalmente la «propuesta de conversación». «Pasada la Semana Santa supimos la fecha; la banda proponía el 22 de mayo, por nuestra parte no pusimos inconveniente». Llegados a este punto, este cronista omite los detalles, por sabidos, de los incidentes del viaje de los enviados de Aznar, y vuelve al relato fundamental de aquel acercamiento: “Empezada la reunión habló Uriarte, de traje y corbata, insistió en su papel de intermediario, que no de mediador, e invitó a los demás a hablar. Antza habló en euskera y Uriarte tradujo. Contó los sucesivos contactos de la banda con los gobiernos españoles y advirtió: «No va a haber tregua, somos combatientes vascos y somos cumplidores de nuestras palabras».
«Nuestra intervención seguidamente comenzó por asegurar que no les reconocíamos ninguna condición de «Interlocutores políticos» y que sólo veníamos a conocer su disposición a abandonar las armas, que no teníamos la menor intención de negociar nada. Antza hablaba como un disco rayado, de Bosnia, de la OTAN, de los yanquis… y ahí quedó todo, salvo que nosotros insistimos en esto: al primer atentado se acaba todo». Gar”, el periódico de ETA, publicó el acta de la reunión y no mintió: contó exactamente lo poco que dio de sí el encuentro. Nosotros dejamos pasar el tiempo y, de pronto, sin que aún sepamos lo que sucedió, el obispo Uriarte nos llamó para decirnos que ETA había decidido suspender cualquier reunión posterior. ¿Por qué? Hay una versión cualificada: una bronca monumental entre el jefe de ETA y Joseba Egibar, el presidente del PNV en Guipúzcoa, que transmitió a la banda el enfado de Arzalluz por la reunión. Nunca después ETA ha intentado otro encuentro. Ahí se quedó todo».
Tres diferencias -hay más- con los acuerdos de Sánchez con el forajido Puigdemont: con ETA Aznar no contrató a ningún “verificador”, tampoco a un mediador, sólo utilizó un intermediario para la reunión; a ETA no le llevó Aznar una pléyade de concesiones, ni una, aquello fue uno, solo un «contacto exploratorio»; por fin, la propia banda, como hemos escrito, publicó en Gara el acta del encuentro. Dijo textualmente: «Con ellos, el Gobierno español, no había forma de prosperar en acuerdos». O sea, todo lo contrario que ahora. ¡Ah! y el obispo Uriarte no cobró como lo ha hecho el diplomático, o cosa así, Galindo.
Y vamos con el segundo infundio de Sánchez. Lleva tiempo el mentiroso acusando a Ayuso y a su familia, más concretamente a su hermano, de «corrupcion» a cuenta de irregularidades supuestas en la contratación de material sanitario durante la pandemia. Pues bien: otro embuste, en este caso difamación y calumnia. A Sánchez le trae exactamente por una higa que la Fiscalía Anticorrupción de Luzón, que no es precisamente un amigo entrañable del Partido Popular, decidiera ya en junio pasado archivar el caso del hermano de Ayuso porque, literalmente: «La investigación practicada permite descartar la existencia de conductas penalmente relevantes en el proceso de adquisición de mascarillas».
Por otra parte, la Fiscalía Europea también archivó textualmente «este asunto de la presunta malversación de fondos públicos en el contrato de suministros de 250.000 mascarillas por 1.512.500 euros». Estos fiscales antes del pasado verano no apreciaron delitos en la adjudicación porque, entre otras cosas, «no quedó acreditado que el precio fuera desproporcionado». Es decir, los tribunales españoles y europeos desbarataron las acusaciones en las que el PSOE basó su enésimo acoso y derribo a Díaz Ayuso en la campaña electoral de mayo. Pero a Sánchez le ha dado igual: ahora le ha hecho escribir a su negra (“negro”, el que es escribe lo de otro) Lozano nuevas mentiras sobre el caso. Ya no es que no conozca la verdad, no es, además, que, como decimos, esta le interese un rábano, lo cierto es que se acoge a la mentira, a la trola burda y sus medios afines le ríen las gracias: «¡Es un crack el tipo!», pregonan. Pero no: estamos ante el gobernante más desalmado que vieron los siglos. Pero, digo, hay una esperanza en forma de cita: esto sólo se puede arreglar con un magnicidio en las urnas europeas del 9 de mayo. Ahí que este descalzaperros se quede para el tinte. O más propiamente… para el banquillo.