Esas comparaciones que sirven de retrato…

Esas comparaciones que sirven de retrato…

Hay comparaciones que no se pueden hacer. Hay equidistancias que por moral, principios y humanidad no se pueden tener. Hay manifestaciones más duras que un insulto, humillantes, desoladoras, amargas. Tristes. En política no vale todo. La comparación del Secretario de Organización del PSOE, Ábalos, colocando en el mismo nivel a Vox con la organización filo
etarra Bildu denotan, evidencian y muestran más que notables carencias morales. El ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, aseguró este jueves que Vox es tan inconstitucional como Bildu porque ambos no respetan el “espíritu” de consenso de la Constitución ni el modelo territorial que está plasmado en la Carta Magna.

Me gustaría saber que piensa de verdad Ábalos en sus momentos de soledad cuando rememora semejante cicatería, cuando reflexiona sobre un votante de Vox y un renegado votante de Bildu. Trataré de hacerle reflexionar. Bildu representa y es uno de los embalajes de la franquicia etarra incapaz de pedir perdón a miles de víctimas, incapaz de reconocer el daño y dolor infringido por su basamento ideológico durante décadas y sobre todo, uno de los máximos responsables con avales y falsas desmemorias del aturdimiento moral que desde la normalidad existe hoy en el País Vasco. No solo en el pasado, en el presente de Bildu hay etarras, figuran responsables del odio, negocian autores y dirigen cómplices.

¿Ponemos en el mismo nivel a Vox, Sr. Ábalos?. Es muy sencillo. La verdadera distinción entre quienes proponen y quienes pretenden derruir es la lealtad y respeto al orden constitucional, empezando por los procedimientos que la Carta Magna contempla para su propia reforma. Debería saber el socialista Ábalos que Vox no pretende suprimir la monarquía, separar regiones de España, como si propone la extrema izquierda principal aliada del PSOE. Si existiera interés en leer los postulados ideológicos de Vox concluiríamos que muy pocos partidos pueden competir en constitucionalismo con Vox, la única fuerza que ha luchado con la ley en la mano contra el separatismo y, sobre todo, sosteniendo un discurso dentro de la legalidad. Se puede y se debe reformar la Constitución si con ello se refuerza España, la libertad y una verdadera democracia, pero por encima de todo, si se defiende mejor a los españoles y sus intereses. Hay que saber que las Constituciones occidentales, en los países democráticos, no son un fin sino un medio y pacto entre los ciudadanos para vivir en paz, prosperidad y progreso. Si el paso histórico de los tiempos supone una traba para dichos objetivos, la lógica indica un necesario cambio, desde el sistema y desde la legalidad. En definitiva, dentro de los cánones del imperio de la ley, una constitución se debe  modificar, como ya se ha hecho en el pasado. Porque la Constitución Española no es un texto sagrado inmodificable para quienes profesan determinada creencia. Modificar el medio para lograr un lícito y legítimo fin nada tiene que ver con querer derrocar un régimen y derogar su Carta Magna para, como es el caso, romper España, empobrecer a sus ciudadanos y destruir siglos de historia, lucha, lágrimas y progreso.

Si, reconózcalo Sr. Ábalos, su comparación es mezquina y cobarde. ¿Podría mantenerla ante Ortega Lara?, ¿Y ante tantos dirigentes y votantes de Vox víctimas del terrorismo etarra? Y lo es porque desde su cubil se cree merecedor de objetivos vacíos y ante ello, aparece la vanidad, la miseria y la cortedad de miras. No es difícil encontrar definición ante tamaña ignominia, ante tan calculado error. Siglos han pasado y ya nuestro refranero describía semejante actitud. “Esta en medio del río y se muere de sed el mezquino”.

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