Y encima Carmen Calvo nos vacila

Y encima Carmen Calvo nos vacila
La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo.

El Gobierno de la gente. El Gobierno del escudo social. El Gobierno progresista. El Gobierno de los pobres. El Gobierno que arreglará Cataluña. El Gobierno que nunca indultaría a los golpistas. El Gobierno que nos va a meter en la modernidad. El Gobierno más verde de todos los tiempos. El Gobierno más honrado. El Gobierno de los vulnerables. Y, por ende, el Gobierno que acabará con el tarifazo y la pobreza energética, mantra que se inventaron unos dirigentes, los de Podemos, que año y medio después de llegar al Consejo de Ministros son ricos energéticos a los que les importa un pepino que suba el recibo porque el que no vive en una casa oficial, lo hace en un casoplón y gana no menos de 75.000 euros pese a que no sepan hacer una O con un canuto.

Cuántas milongas nos ha encalomado el singermorning de Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Pedro Sánchez. Milongas que no han pasado el filtro de ese 80% de medios de comunicación instalado en el pensamiento único socialcomunista y que mira hacia otro lado cuando desde Moncloa nos mienten con alevosía, premeditación y nocturnidad. Lo cual, dicho sea de paso, sucede laborables, fiestas de guardar, Navidad, Semana Santa y verano. Así se las gasta este pollo al que ha retratado magistralmente Graciano Palomo en su libro Iván Redondo, el manipulador de emociones. Un tipo que actúa como si la vida fuera esa serie House of Cards que se ha tragado no menos de 30 veces para aprender cómo hacer el mal. El problema es que en ese drama estadounidense la ficción y la realidad rara vez coinciden.

El Gobierno de la gente es un Gobierno en el que sus grandes puntales no pueden salir a la calle sin llevarse una pitada de campeonato, sin que se acuerden 10 ó 12 veces de toda su parentela, sin que les intenten agredir. Reacciones tan impresentables como reveladoras del estado de cosas que vivimos en España con un Ejecutivo que no sólo es el peor de la democracia sino también el más desahogado. Los tres últimos contactos reales de Pedro Sánchez con la ciudadanía (votación del 4-M, Ceuta y Alcalá de Henares) se han saldado con una reacción ciudadana que hubiera acabado en linchamiento si no estuviera acompañado por una treintena de armarios empotrados armados hasta los dientes.

El Gobierno del escudo social presenta los ERTE como algo suyo cuando esa figura la diseñó y la introdujo en la reforma laboral Fátima Báñez, indiscutiblemente la mejor ministra de Trabajo desde la vuelta de las libertades hace 44 años. Unos benditos ERTE que fueron impuestos desde Bruselas para evitar una revuelta ciudadana que se hubiera llevado por delante a todos los gobernantes de la Unión Europea. La gran pregunta es de qué sirven los ERTE y ese imprescindible salario mínimo si se paga tarde y, consecuentemente, mal. Las hipotecas, el cole de los niños, la compra y la luz se pagan al contado. Ni los bancos, ni los centros educativos, ni el súper, ni la eléctrica de turno te permiten normalmente saldar las pellas a plazos.

El Gobierno de los pobres es bastante rico. Tres ejemplos: la ministra Celaá, esa mentirosa Celaá que declaró oficialmente un patrimonio de 195.000 pavos cuando es de 4 kilos; ese astronauta llamado Duque que aún sigue en la luna menos a la hora de comprar sus dos mansiones (Jávea y Madrid) a través de sociedades instrumentales; y, obviamente, esos caraduras llamados Irena y Pablo que adquirieron un casoplón de 1,2 millones por 670.000 euros y que antes de llegar a la vida pública no tenían donde caerse muertos y ahora cada uno atesora 100.000 pavos en la cuenta corriente y 750.000 eurazos de patrimonio conjunto.

Los ‘tejeritos’ catalanes ya han avisado que repetirán el 1-O, lo cual no es óbice para que Sánchez quiera concederles el indulto 

El Gobierno que va a arreglar Cataluña lo va a hacer dinamitando todo el statu quo del 78, que prohibía tácitamente a un presidente pactar con golpistas y/o etarras. Lo peor de todo es que lo de la antaño región más próspera no sólo no se aliviará con el indultazo sino que se agravará. Tiempo al tiempo. El genio por antonomasia, Sir Winston Churchill, lo pudo explicar más alto pero no más claro: “No puedes razonar con un tigre cuando tienes la cabeza en su boca”. Pues eso. Los tejeritos catalanes ya han avisado que repetirán el 1-O, lo cual no es óbice para que ese jeta de marca mayor que es Sánchez se ponga el mundo por montera con tal de seguir volando en Falcon, vivir en Moncloa y veranear en Doñana o en La Mareta a cuerpo de rey, y nunca mejor dicho.

El Gobierno que nos va a meter en la modernidad y en el New Green Deal hará deliberadamente imposible lo primero por cuanto los 140.000 millones que van a venir de Europa se van a repartir desde Moncloa a dedo, con lo cual la arbitrariedad, que normalmente está reñida con la eficacia, está servida. Como apunte les recordaré que el 3% de 140.000 kilazos son 4.200. Lo segundo es otra utopía si tenemos en cuenta que el presidente que nos amenaza con prohibir los vuelos de menos de dos horas y media emplea el Súper Puma para largarse a Toledo, ciudad situada a 70 kilómetros de Madrid, y el Airbus para ahorrarse los 180 que distan la capital de Valladolid. Como todo sea así, en 20 años el cielo de España será más negro o gris que azul.

No menos descongojante es eso del Gobierno más honrado. Un Consejo de Ministros en el que asientan sus reales varias personas que formaron parte del Ejecutivo de los ERE, entre otros el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, no está precisamente próximo a la canonización ni mucho menos a la santificación. Menos aún para dar lecciones a la oposición. Si bien es cierto que ninguno de ellos fue imputado por los ERE, no lo es menos que se trata del mayor saqueo de dinero público de la historia de España (680 millones que se dice pronto). Por no hablar de los integrantes de Podemos, Ione Belarra e Irena Montera, partido que germinó gracias a la corrupta financiación de dos dictaduras tan terribles como la venezolana y la iraní.

Y el Gobierno de los vulnerables, el que iba a acabar con el facturazo de la luz y la pobreza energética, ha resultado ser el de las mayores subidas de la historia. Los precios están en los mismos niveles que padecieron los madrileños en particular y los españoles en general cuando la traicionera Filomena se presentó con una virulencia de la que este Ejecutivo tampoco se había percatado. Y eso que al frente de la Agencia Estatal de Meteorología está un tipo, Miguel Ángel López, que no es precisamente un piernas. Pero el caso es que fallaron cual escopeta de feria de poblacho de mala muerte.

Lo que ahora astillas de medianoche a las 8 de la mañana es lo que antes te cobraban en las horas normales. Cómo serán de bestias las cosas que el jueves pasado el coste de la electricidad se llegó a disparar un 187% respecto al mismo día del año anterior. Casi el triple. De locos. Y éstos eran los que hace no tanto, cuando gobernaba Rajoy, aseguraban por boca de Pedro Sánchez que una subida del 26% era “otro golpe del Gobierno a las familias”. ¿Cómo se le llama a lo de ahora, entonces? ¿Un lechón, un leñazo, un bofetón, un sartenazo o, y perdón por la expresión, un hostión?

La perla soltada esta semana por la tan burguesa como forrada Carmen Calvo sobre planchar es un insulto a la inteligencia

Con todo, lo peor no es eso, porque los incrementos exponenciales del recibo de la electricidad suelen ser coyunturales. Y así volverá a ser esta vez —espero—. Aunque no es menos cierto, como digo, que con este Gobierno de ricachones energéticos estamos en picos nunca vistos. Lo más grave es que, para más inri, se ríen en nuestro careto. Con dos pelotas. La perla soltada por la tan burguesa como forrada Carmen Calvo es un insulto a la inteligencia. “El temazo no es a qué hora tenemos que planchar sino quién plancha”, espetó esta misma semana, mientras millones de familias se las ingeniaban para ejecutar las tareas del hogar en las horas valle que, desgraciadamente, coinciden con la madrugada. Hacer apostolado del feminismo, que no feminazismo, es hasta aconsejable pero no en cualquier escenario. Con la que está cayendo, con millones de familias viéndoselas canutas para llegar a fin de mes, más aún tras la inflación eléctrica, hay que echar mano de la asepsia, la austeridad verbal, la pedagogía, la humildad y la empatía. Virtudes todas ellas que brillan por su ausencia en esta persona.

Lo que no se puede ni se debe ser, menos aún si eres vicepresidenta del Gobierno de España, es una frívola y una chula. Porque lo que salió de la augusta boca de la política de esa Cabra bombardeada a saco por la aviación republicana fue una barrabasada que pone en duda su catadura moral. Carmen Calvo no ha pedido perdón. Ni lo va a hacer. Ésta es la que, tras acusar al PP de desmantelar la Sanidad Pública, se fue a la privada para tratarse de ese Covid que afortunadamente superó. Eso sí: espero, confío y deseo que pronto le podamos dedicar el “tanta paz lleves como descanso dejas” de rigor. Incidir en quién plancha y no a qué hora se plancha y cuánto cuesta planchar, y encima entre risas, es una burla a la ciudadanía que en cualquier democracia de calidad le costaría el puesto. Por cierto: nuestra protagonista era una de las integrantes del ala sensata del Ejecutivo. No quiero pensar lo que habría piado si fuera del ala extremista.

Lo bueno de toda esta coyuntura es que ya sabemos qué hacer para que vuelva a caer esa factura que todos los últimos de mes nos trae a maltraer: no votar al PSOE ni a Podemos. Y tampoco estaría de más que esta banda baje de una puñetera vez ese 21% de IVA (el mismo que abonas por un Rolex o un Ferrari), los costes regulados o que suprima el Impuesto a la Electricidad (otro 5,1%). Los llamen como los llamen, tributos para mantener chiringuitos como ese Ministerio de Igualdad que nos cuesta 451 millones al año. Ya está bien de sablearnos por todas partes.

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