La embestida del zooide Iglesias

La embestida del zooide Iglesias
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Un consejo: no acudan mucho al Diccionario de la Academia para conocer el significado de este término, zooide, que yo he encontrado con mayor claridad en un libro antiguo del Preuniversitario, de Alvarado. En ese manual, el zooide es representado como un sujeto que vive en grupo, colonialmente es su situación, pero que se comporta como un verso suelto, un individuo, de conducta variable que actúa en cada momento como mejor place a sus intereses y a los de sus afectos. Ese es el caso y, al hacer acopio de esta información cayó este cronista en una cuenta directa: porque, bien, nada mejor le cuadra a Pablo Iglesias este sustantivo zooide que, si interpreto bien lo aprendido, tiene un sentido claramente  peyorativo; es decir, al zooide en general se le quiere más bien muy poco, o por decirlo más gráficamente, no le quiere casi nadie, pero vivito y coleando se le teme.

El zooide Iglesias percibe menos cariños en Podemos que los que tiene, pongamos por ejemplo, un pornógrafo en en una asociación de castidad para siempre. Hace unas horas que un profesor de Universidad, comunista de abolengo que se ha pasado media  la vida esperando a un  partido de izquierda real que gobierne en el país, me decía: “Fíjate: a Iglesias ya no le quedan más que se su señora y la tribu de paniaguados que viven de sus regalías; no le aprecia nadie, ni siquiera los periodistas (aquí me puso un apellido que me resisto a repetir) que le han venido bailando el agua, le tienen ya respeto, hasta las feministas ‘enragés’ que ordenan a los españoles cómo tienen que comportarse, le guardan ya consideración, está en caída libre”.

Por un momento, en este relato a este cronista el juicio le resultó demasiado radical, así que pregunté al docente: “Pero, ¿no parece que nadie se le esté subiendo a la chepa, que nadie le esté haciendo frente?”. “Poco a poco”, me contestó y me añadió: “Y, ya hay síntomas de que en este partido cerrado, nítidamente estalinista como es Podemos, empiezan a moverse las cosas y, sobre todo… las personas. Iglesias ha dejado de confiar, sin ir más lejos, en Gloria Elizo a la que él catapultó a la Vicepresidencia Tercera del Congreso de los Diputados. Elizo, abogada, ha recuperado su propio pensamiento, ha filtrado a sus ideas a un confidencial, e Iglesias ha reaccionado inquisitorialmente amenazando con todas las penas del infierno al periódico”. “Casos como éste se están repitiendo casi diariamente, por eso la gente está comenzando a marcharse, como se verá en las elecciones de Cataluña”.

Quizá por lo que cuenta este informador, la estrategia actual no se conforma con expulsar o apuntillar a los disidentes, sino en expandir la especie de que él y lo suyos están en una operación que podríamos llamar de “recuperación de activos”. ¿En quién piensa realmente el zooide? Pues nada más y nada menos que en Juan Carlos Monedero al que pretende reintegrar en una dirección que, por lo demás, no se reúne nunca. Monedero no ha guardado en el partido ninguna fidelidad, entre otras cosas porque tuvo que apartarse del mismo porque le cogieron sumando dinero discutible en su carrito de los helados, en el bolsillo donde acumulaba y acumula los parnés que le llegaban y le llegan de los gobiernos más repulsivos de América, Venezuela en primer lugar. Eso y otras minucias de gran y aplaudido calado como insultar a la Policía, le pusieron el asterisco del “no está por ahora” a este ideólogo del leninismo más extremo con el que de nuevo coquetea el zooide Iglesias.

El zooide está en en este menester y también en otro que avanza mi denunciante: “Iglesias vuelve a tener relación afable con el dictador venezolano Maduro y contando además con el apoyo del correveidile Zapatero, el “premier” universal de la indigencia intelectual, se propone culminar un operación de impacto: conseguir la fusión del Partido Comunista de la toda la vida, aún integrado en Izquierda Unida, con su partido, con Podemos”. Esta operación, nada embrionaria sino en gestación avanzada según se me informa, “está orquestada por Enrique Santiago Romero, que ahora mismo es secretario general del PCE y que se ha aliado con la hija de un personaje veterano de IU, Willy Meyer”. Santiago Romero, letrado de la coalición comunista en casos como Gürtel”, mantiene unas excelentes relaciones con el régimen de Cuba, y con uno de sus principales prebostes, el empresario ricachón Joel Marambio, un corrupto mundial. Este es el personaje que ahora se da el morro político con Iglesias y sus cuates.

El zooide imita a sus minúsculos biológicos y se mueve como el pez en el agua en una organización como de la Podemos que apresura su demolición y, aprovecha que el ocupante de la Moncloa le precisa para seguir allí, y desde ahí va ordeñando una sociedad libre y democrática como la que se forjó en la Transición para convertirla,  ni más, ni menos, que en una franquicia o de la Rusia de Putin que encarcela de mil en mil a quien osa oponerse, no sin antes moler a palos al que se manifiesta en las heladas calles de Moscú. Está ahora Iglesias en domeñar con todas las agresiones posibles, dialécticas por ahora, a los profesionales y a los medios informativos independientes y para ello cuenta con el silencio cómplice del jefe del Gobierno, al que le viene bien, como una vez escuché a Iván Redondo, que “a los periodistas os entre el miedo en el cuerpo”. Esta es la embestida del zooide que a esta sociedad en hibernación y cobarde parece que no le importa un comino,  ya que si no, ¿por qué no reacciona de una vez por todas? ¿Será porque a esta sociedad le resulta agradable ser mandada por un zooide de esta especie? De verdad: cada día me gusta más España y menos nosotros, los españoles.

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