El candidato de C’s sólo era una víctima

El candidato de Ciudadanos en Dos Hermanas durante un acto de campaña. (Foto: Ciudadanos)
El candidato de Ciudadanos en Dos Hermanas durante un acto de campaña. (Foto: Ciudadanos)

El caso del candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Dos Hermanas resume lo que jamás debería ser la política: chantaje y engaño. Tal y como les cuenta en exclusiva OKDIARIO, el ex presidente del Partido Popular en la localidad sevillana, Manuel Alcocer, estaría involucrado en el chantaje a Manuel Varela, al que se le amenazó con difundir un vídeo donde se ve cómo consume cocaína. Una maniobra zafia con el objetivo último de sacar rédito político en base a la extorsión. Amenazas que tuvieron efecto en primera instancia, ya que el alcaldable de la formación naranja dimitió durante la jornada de reflexión, temeroso de que su rival político —y candidato del PP en varias elecciones municipales— sacara a la luz un acto que, si bien no es el más recomendable ni para la salud en general ni para la imagen de un representante público en particular, no deja de ser algo circunscrito a la más absoluta intimidad del afectado.

Por eso, es de justicia que el Juzgado de Instrucción número 7 de Dos Hermanas cite como imputado a Alcocer. Coacción e intimidación deberían de ser acciones perseguidas con dureza tanto en la vida política como en la privada. Sobre todo cuando, como en este caso, violan de manera flagrante el derecho a la intimidad, recogido en el artículo 18 de la Constitución . Un caso que, además, descubre una campaña orquestada contra el político de Ciudadanos y donde también están implicados un trabajador del Ayuntamiento que gobierna el PSOE y el director del periódico local ‘El Nazareno’. Los motivos personales no pueden funcionar como armas arrojadizas para desbancar a un adversario que, para más inri, había situado a su partido como segunda fuerza política de la localidad según las encuestas, algo que desbancaba al PP. Después de unos años donde la política en España ha chapoteado en el cenagal de la corrupción, los órganos de dirección de cada partido han de luchar contra este tipo de maniobras para que la regeneración de nuestra democracia sea un hecho real y no quede varada entre la voluntad y las palabras.

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