Crisis del coronavirus: lecciones de Alemania a España
El pasado 25 de febrero, Sánchez compareció para pedir a los españoles confianza y tranquilidad ante la crisis del coronavirus. Cuatro días después y una semana antes de las manifestaciones del 8M, los medios próximos al Gobierno se encargaron en moldear a la opinión pública española con la consigna de que existía preocupación, pero ni mucho menos alarma. Sin embargo, la alarma en la población llegó diez días después y la alarma de derecho, quince días más tarde.
En aquella fecha de finales de febrero, España registró la misma cifra de fallecidos con coronavirus por millón de habitantes que la provincia china de Hubei el 23 de enero cuando las autoridades ordenaron cerrar a cal y canto su capital Wuhan y resto de la región.
Con los mismos datos que Sánchez, irresponsable y negligentemente, venía a decirnos que aquí no pasaba nada, su colega Angela Merkel hablaba claro a sus conciudadanos y les advertía del riesgo que la pandemia suponía por su previsible contagio del 70% de la población. Los datos aportados por la canciller alemana estaban extraídos de los estudios que el Instituto Robert Koch había elaborado.
Sin embargo, el responsable aquí en España de la gestión de la pandemia, Fernando Simón, puso en duda la credibilidad de dicho informe. Incluso este viernes no era capaz de explicar por qué el país germano cuenta con medio centenar de fallecidos y nosotros más de un millar. La respuesta sí que la dan todos los expertos. Actualmente, Alemania realiza 160.000 test masivos de coronavirus a la semana, frente a los poco más de 30.000 que se han hecho al conjunto de la población en España, desoyendo los consejos y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud quien ha pedido en sucesivas ocasiones buscar activamente los casos no detectados. Por ello, los casos de Alemania son un reflejo mucho más fiel a la realidad que los 20.000 de España el 20 de marzo.
La crisis del coronavirus en España ha provocado desde el inicio del confinamiento el mismo número de víctimas por millón de habitantes que la provincia de Hubei en China, epicentro de la crisis y con una población de 59 millones de habitantes, alcanzó a los 20 días del confinamiento. De hecho, a los 14 días desde que registró la víctima número siete, China pasó a tener 70 fallecidos.
En el mismo transcurso de tiempo, España ha conocido un millar de muertos, y diferentes estadísticas realizadas apuntan a que España podría llegar a la cifra de los 3.000 fallecidos en la primera mitad de la semana que viene. Cuando la provincia de Hubei en China decretó el estado de alarma entre su población, el pasado 23 de enero, acumulaba medio millar de casos y menos de un ciudadano fallecido por millón de habitantes. En España, la medida adoptada el pasado domingo se produjo cuando el ratio era de seis muertos por millón de habitantes y desde entonces prácticamente se ha triplicado a la cifra. En Italia, el cierre total del país se llevó a cabo en un momento en el que había 7 fallecidos por millón de habitantes.
Como ya ha adelantado OKDiario, la realidad española es más dramática que la de Italia. En el período de los 14 días mencionados, Italia llegó a 869 fallecidos frente a los 1.000 de España. Este viernes España también superó a Irán y ya es el tercer país del mundo en número de casos detectados de coronavirus. Una muestra más de que el gobierno de Pedro Sánchez llegó tarde a la toma de medidas para evitar el contagio de los españoles y negando las pruebas diagnósticas masivas.
El gobierno de Angela Merkel supo anticiparse a los hechos y no desoyó las recomendaciones ni de la Organización Mundial de la Salud ni de todos los expertos en epidemias que aconsejaban una política de contención. Alemania decretó el cierre de los colegios, bares, restaurantes, gimnasios y centros comerciales de todo el país cuando todavía había menos de un fallecido por millón de habitantes.
La situación ha desbordado al Gobierno y lo peor está todavía por llegar. Aunque el nivel máximo de la crisis no llegará previsiblemente hasta el 8-10 de abril la pendiente descendente de la curva todavía prolongará el aislamiento de la población por un período que tendrá consecuencias muy dramáticas para los españoles y para la economía del país.