Crisis en Cataluña: un problema para España, Europa y el mundo

Crisis en Cataluña: un problema para España, Europa y el mundo

Lo decíamos en anteriores artículos: las cosas apuntan bien para 2018. No obstante, conviene no perder de vista algunos de los riesgos que acechan siempre a la economía mundial, sensible a cualquier pequeño movimiento contaminante que puede derivar en un bombazo que menoscabe la esperanzadora trayectoria económica. Por ejemplo: ¿Seguirán manteniéndose a lo largo de este año las elevadas cotizaciones de los títulos de renta variable en Wall Street? Hay quien se huele algún burbujeo bursátil y quien considera que se están dando excesivas sobrevaloraciones en la bolsa norteamericana.

A este aspecto, hay que resaltar los efectos que durante estos años han tenido las medidas monetarias con tipos de interés muy bajos, facilidades crediticias, el boom tecnológico, la cosecha de excelentes ganancias por parte de las grandes compañías norteamericanas y, al margen de otras consideraciones, las bonancibles consecuencias de la reforma fiscal de Donald Trump, aprobada a contrarreloj en la recta final de 2017 y que, si bien algo recortada, insufla oxígeno económico y financiero a las grandes corporaciones multinacionales estadounidenses que preparan movimientos multimillonarios de dinero que viajará hacia territorio estadounidense.

Otro punto negro se localiza en China, que se halla en plena tarea de reconvertir su modelo productivo sin que por el momento se hayan producido tensiones, con los presumibles desequilibrios financieros como consecuencia de una aguda expansión del crédito a teóricas empresas privadas —parece que muchas de ellas serían de titularidad pública y se las estaría subvencionando pese a su ineficiencia— que serían en realidad “empresas zombis”, como intuye el propio Fondo Monetario Internacional. La guerra fría de Oriente Medio, las intimidatorias pruebas con misiles nucleares de Corea del Norte, las renegociaciones del NAFTA, que es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que en función de cómo se resuelva estrangularía la fluidez comercial entre México, Estados Unidos y Canadá… son otros puntos calientes en 2018.

Si esos son los riesgos en términos globales que acechan a la economía en 2018, susceptibles de convertirse más o menos en esos inquietantes cisnes negros de los que hablamos cada año por estas fechas, en Europa asoman interrogantes al encarar el nuevo año. Aquí, la gran incógnita por resolver es si se profundizará o no en la auténtica y anhelada integración europea, cuando no se ha disipado en absoluto el auge de los nacionalismos y populismos que durante los últimos años sacuden al viejo continente y que, además de las elecciones superadas en el transcurso de 2017 sin mayores problemas en varios países aunque con tensión al límite, tuvieron en el Brexit el punto más álgido de los movimientos antieuropeístas. La temperatura de los nacionalismos europeos estará pendiente de la fiebre en Cataluña. Por ello, el problema catalán no se circunscribe exclusivamente al marco español, sino que trasciende hacia una oleada de reivindicaciones regionalistas que pondrían a prueba la cohesión europea y europeísta.

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