Cortina de humo de un Gobierno con el agua al cuello
El anuncio de que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, han sido víctimas del software Pegasus es una huida hacia adelante de un Gobierno con el agua al cuello, un intento a la desesperada de desviar la atención y erigirse en víctima de un supuesto espionaje con el que tratar de hacer frente a la polémica desatada por el seguimiento, lógico y necesario, efectuado por el CNI a los golpistas catalanes.
La insólita rueda de prensa del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en la que desveló el espionaje de los móviles de Sánchez y Robles deja sin atar cabos inquietantes. ¿Cómo es posible que el Gobierno tarde casi un año en desvelar lo ocurrido? ¿Quién puede creerse que los teléfonos del presidente del Gobierno y de la ministra de Defensa no sean objeto de una revisión permanente para detectar anomalías? ¿Y quién estaría detrás del supuesto espionaje? El Ejecutivo habló de una acción exterior, sin concretar, pero las sospechas apuntarían a Marruecos. ¿Tendría, entonces, el Gobierno de Rabat información relevante de Pedro Sánchez? ¿Y si así fuera, tendría algo que ver el cambio de postura de Sánchez en relación con el Sáhara? Todo son hipótesis fruto de un anuncio insólito que lo que busca es cambiar el punto de mira del caso Pegasus, pero que lo único que ha conseguido es generar, si cabe, mayor incertidumbre.
Da la sensación de que todo ha sido fruto de la improvisación de un Gobierno contra las cuerdas que busca ganar tiempo y ganarse la confianza de los separatistas vendiendo la idea de que él también fue víctima del espionaje, como si esta estrategia fuera a sofocar las exigencias de los sediciosos, que reclaman cabezas. En el fondo, todo obedece a lo mismo: estamos ante un Ejecutivo desnortado que ha abdicado de su obligación de gestionar y se dedica, simple y llanamente, a resistir.