Los coros y danzas del sanchismo

Los coros y danzas del sanchismo

Un amigo, catedrático de Psicología y Psicólogo en ejercicio,  me ha explicado en clave psicológica el espectáculo de coros y danzas de tres días de duración que ha organizado el PSOE S.L. para “compensar” el rechazo con el que los ciudadanos reciben a  Sánchez cada vez que sale a la calle.

El catedrático me ha explicado que una de las características  de la psicopatía es que no tiene tratamiento ni, por tanto, cura. Parece que los científicos, tras largas discusiones, han llegado al consenso de que los psicópatas no sólo no responden al tratamiento, sino que aprenden de las terapias y las aplican a sus víctimas, lo que les convierte, además de en enfermos crónicos, en personas peligrosas para la sociedad.

Otra característica de los psicópatas es que tienen una necesidad brutal de no ser descubiertos, y cuando sienten el rechazo (porque los han pillado) se dejan llevar por las pulsiones más primarias. Cuando eso se produce, su reacción es mixta: por un lado vuelcan  un odio brutal contra quien se ha atrevido a rechazarlo y por otro, se organizan homenajes. Es lo que se llama en psicología la táctica de compensación.

Desde esa perspectiva cabe analizar la fiestuqui que el PSOE SL le ha organizado a Sánchez en Valencia el pasado fin de semana. No es que el PSOE (“que no estaba muerto, que estaba de parranda…”) necesitara dar una imagen de unidad para estar en mejores condiciones ante la larga campaña electoral que nos espera. No es que estén  preocupados por el repunte de la derecha en las encuestas o por las consecuencias electorales de  “el frente amplio” que preparan los comunistas fashion comandados por la vicepresidenta a la que Sánchez pasea vestida de blanco por los jardines de la Moncloa. No digo que eso no haya formado parte de las motivaciones que han llevado a elegir para el 40 Congreso Federal el PSOE un formato más propio de los coros y danzas del franquismo que de los tradicionales Congresos del partido. Pero lo que verdaderamente ha convertido el congreso socialista en un espectáculo de luz y sonido, con un mitin de cierre inaudito en la historia del PSOE, ha sido la necesidad patológica de Sánchez de sentirse “querido”, de ser aplaudido y hacerse selfies  para compensar el rechazo que ha comprobado que le profesan los ciudadanos a los que aún no ha podido comprar.

¡Atrás quedaron los tiempos en los que la clausura de los Congresos del PSOE – más allá de una cierta parafernalia cuando salían al escenario los elegidos para la nueva dirección- venía precedida de sesudas sesiones de debates entre los delegados que duraban hasta altas horas de la madrugada.

He asistido a varios congresos socialistas y sé que, aunque los delegados pensaban que ellos lo decidían todo, de vez en cuando entraba en la sala de la ponencia alguien de la dirección y reconducía (o trataba de reconducir) los debates. Pero también he visto cómo más de una vez los asuntos llegaban al plenario pues el aparato no había podido «sofocar» o reconducir las propuestas «de la base». Recuerden el Congreso de 1979 en el que Felipe González y su gente no pudieron conseguir que en la ponencia política el PSOE migrara del marxismo y se declarara socialdemócrata. González renunció a ser secretario general con esa ponencia (qué tiempos, que González…) que salió una Ejecutiva provisional que meses más tarde convocó un congreso extraordinario en el que el PSOE  se proclamaría socialdemócrata para que González aceptara ser reelegido secretario general.

No es que a nadie le pueda extrañar que el tipo que eligió a un propagandista para diseñar la estrategia del Gobierno y tomó todas las decisiones aplicando los principios de la propaganda de Goebbels haya decidido montar un espectáculo circense en vez de un Congreso. Al fin y al cabo, el PSOE es ahora una Sociedad Limitada y él es el único propietario. Él no siente que tenga que dar explicaciones a nadie, ni siquiera a los afiliados de su partido a quienes de forma magnánima ha pagado viaje y bocadillos para que vayan a aplaudirle. Si se fijan, él ha seguido con el guion del Goebbels de bolsillo que le ha traído hasta aquí y en el fin de fiesta se limitó a repetir sus mentiras hasta que parezcan verdades:  «somos socialdemócratas…»; “nadie quiere a España más que nosotros…”;  “gobernamos virtuosamente…” ; y así, suma y sigue hasta la apoteosis final. Como se suele decir, “Más falso que un duro de feria”. Pues eso: nada de lo que soltó Sánchez en la traca final se corresponde con ninguna resolución del Congreso y, mucho menos, con ninguno de sus actos.

Como decía Alfredo Pérez-Rubalcaba, “en España se entierra muy bien a los muertos”. Pero creo que no ha quedado nadie para enterrar dignamente a un PSOE cuyos miembros no quieren asumir que ellos mismos han matado- y/o dejado que  liquiden-  a un partido que, con sus luces y sombras, fue en el pasado un elemento clave para hacer la Transición y construir la democracia. Lástima que los propios protagonistas de aquellos tiempos – como González-  hayan abandonado el patriotismo constitucional para  abrazar el nacionalismo de partido. Lástima que el socialismo español verdaderamente existente se haya convertido en una Sociedad Limitada propiedad de un único accionista que cada tres años les paga una fiestuqui para que crean que la empresa también es suya.

Lástima… O no. A lo mejor todo esto ayuda a desenmascarar al traidor.

Lo último en Opinión

Últimas noticias