Coronavirus: Ciencia, diez; Sánchez, cero rotundo
Quiero comenzar por suavizar la esperanza que en estos pasados días se ha depositado sobre una cercana vacuna contra el coranovirus. No hay tal, pero la situación terapeútica es un punto mejor de lo que puede suponerse tras la explosión de nuevos casos e, incluso, el aumento espectacular de fallecimientos. El profesor César Nombela, autoridad mundial donde los haya en el campo de la Microbiología, opina que, efectivamente, no es responsable pensar que la vacuna específica contra el coranovirus esté lista antes de doce meses, pero muestra su interés por los beneficios de diversas terapias antivíricas que se están valorando en ensayos clínicos reglados. Se refiere el profesor Nombela a fármacos conocidos y aún no aprobados como el “Remdesevir”, o a otros que ya en están en uso para el combate contra otros virus, casos, por ejemplo, el “Ritonavir” o el “Liponavir”, y también productos antiparasitarios muy clásicos que ya están fuera de uso como la “Cloroquina”, o, ¡fíjense!, la celebrada “Viagra”. Afirma el profesor Nombela que estos fármacos ya se utilizan en España para lo que se denomina “uso compasivo”, es decir, su aplicación antes de que sean autorizados.
Traigo esta información a cuento porque revela algo que parece no contar en los análisis políticos que se están realizando de los coronavirus. Parece que los especialistas estén trabajando a ciegas y sin armas terapeúticas para resolver a situación. Nada más lejos de la realidad. Sucede que el Gobierno se está parapetando, como afirma el bochornoso Sánchez, “en la Ciencia” para disimular su asombrosa irresponsabilidad, para cobijarse tras la opinión de los técnicos que la pasada semana no se opusieron frontalmente -según ha filtrado Moncloa vergonzosamente- a la celebración de la jerigonza feminista en toda España. El avezado y animoso doctor Simón, ha ya dejado claro hasta donde ha podido porque él es al cabo un funcionario del Gobierno, que no es a él, ni a sus colegas de profesión a quien corresponde tomar decisiones. Nada más cierto sin embargo que lo siguiente: los encargados de luchar contra el virus hubieran estado más conformes (es su opinión) con que desde hace días ya se ha hubiera dictado la máxima medida precautoria: el estado de alarma. Mucho antes de que Sánchez se haya visto obligado a decretarlo. A destiempo. Los responsables italianos ya se lo han aconsejado al Gobierno español, pero su presidente Sánchez está más fijo en estudiar cómo salir de este enjambre sin perjudicar su futuro en La Moncloa, que en rectificar su política de parches sucesivos. En su soviética Rueda de Prensa, Sánchez vino a lamentar una y otra vez que los Presupuestos del Estado no están ya aprobados; es decir, aprovechó la dramática contingencia para exigir árnica a la oposición. Lo lamentable es que algún dirigente político de la oposición, como Arrimadas parezca dispuesta a comprarle esa trampa.
Sánchez aún se está beneficiando de la caritativa comprensión de los partidos opositores en esta crisis. Sólo el jueves y a última hora, Pablo Casado, que hasta el momento había significado su “cordial” relación con Sánchez, lo que parecía incluso su apoyo acrítico, se despachó con un documento en el que pedía al jefe del Gobierno el establecimiento de un “Mando Unico” para combatir esta pandemia, una experiencia que deparó grandes resultados cuando, durante la brutal intoxicación de las vacas locas, Aznar situó a Mariano Rajoy como jefe de todo el operativo nacional en el caso. Menos mal por otro lado, que Casado ha revelado la desvergonzada oferta de los 2.800 millones de euros a las comunidades autónomas; se trata solamente de un anticipo a cuenta, un anticipo que hasta ahora se les ha venido negando a las regiones. En Sánchez, también en momentos trágicos como los que se viven en España, todo son martingalas, piruetas para salir del paso. Que el culpable de que se haya producido una infección masiva en actos tolerados por su Gobierno se encuentre aún al frente de este penoso Ejecutivo del Frente Popular, denuncia la escasas calidad de una democracia como la española que deja que este sujeto fatuo e inútil se erija ahora en nuestro salvador. De pirómano ha pasado a bombero. ¡Qué desfachatez más grande!
Temas:
- Coronavirus