Congreso del PSOE: cuadros para una descomposición

Congreso PSOE
  • Pedro Corral
  • Escritor, historiador y periodista. Ex asesor de asuntos culturales en el gabinete de presidencia durante la última legislatura de José María Aznar. Actual diputado en la Asamblea de Madrid. Escribo sobre política y cultura.

Me permito parafrasear el título de la suite para piano de Músorgski para retratar el desafinado congreso del PSOE celebrado en Sevilla el pasado fin de semana. Tan desafinado estuvo que cada cual dio la nota sin orden ni concierto, si bien simulando cumplir con el objetivo acordado: el de salvar a Pedro Sánchez de sí mismo. Y digo bien que lo simularon porque, en realidad, cada cual se trató de salvar por su cuenta, que es lo que ocurre cuando se cierne la catástrofe entre la grey.

El rumor de estampida en las filas apenas pudo ser acallado por el grito de guerra de Zapatero: «En el PSOE, la lealtad por toda regla». La consigna del representante del criminal dictador Maduro recordaba mucho a aquel «prietas las filas, recias, marciales…» que en Ferraz parecen añorar cada día, francamente hablando.

Fue este, en definitiva, el cántico más entonado entre los intervinientes, lo que demuestra que Zapatero tiene la batuta de la orquesta de este nuevo Titanic socialista, a la vista de su consumada experiencia en hundir todo lo que toca. Aquí se incluye la dolorosa esperanza de los venezolanos en recuperar algún día su nación, secuestrada por los sátrapas bolivarianos con los que Zapatero se muestra servil en toda ocasión.

El congreso de los imputados, como acertadamente se le ha llamado, deja varios cuadros para una descomposición, cuyos títulos y contenidos pasamos a referir:

«Nosotros delinquimos, pero es por vuestro bien»

Fue el hit parade de la liturgia de la impunidad puesta en escena en Sevilla. Sirve para justificar la comisión de todo tipo de delitos, incluidos, presuntamente, los del fiscal general del Estado. Ellos no querían, pero había que filtrar información protegida de un particular, e incluso poner un poco de cianuro, para hacer el bien. Como las ancianitas de Arsénico por compasión, que envenenaban a sus huéspedes con el fin de remediar su soledad.

Los que afilan las instituciones como navajas traperas para tratar de acuchillar a una adversaria política por la espalda del Estado son los mismos que vociferaban en Sevilla contra la «persecución» a los familiares de Sánchez por parte de la Justicia. Fue entonces, mientras la Justicia daba los primeros pasos para investigar a su mujer, cuando Jonathan Sánchez planeó precisamente enterrar a Ayuso en los agujeros abiertos por Teddy García Ortiz en el sótano, en el canal de Panamá, léase, bajo los cimientos del Estado de derecho.

«La cátedra de la señorita Pepis»

En el congreso socialista se presentó Begoña Gómez entre grandes aplausos con la satisfacción del deber cumplido. No era para menos, estando investigada como está por varios delitos. Hacía su aparición estelar como si hubiera aclarado, como su marido y ella prometieron, todos los detalles de la concesión a su persona de la dirección de una cátedra universitaria sin tener titulación para ser siquiera su propia alumna.

Por el contrario, las declaraciones de la mujer del presidente del Gobierno ante el juzgado y la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid fueron inexistentes, salvo que se crea que las profirió en un idioma desconocido que precise para descodificarlo de la ayuda de técnicos de la NASA expertos en descifrar los sonidos de los agujeros negros.

Begoña Gómez ha protagonizado una auténtica hazaña histórica, como es que haya dirigido para su beneficio privado una cátedra universitaria con la ayuda de asesores de La Moncloa pagados por todos los contribuyentes y, además, con financiación de empresarios favorecidos generosamente con los presupuestos públicos que maneja su marido.

Por ello, los socialistas quisieron celebrar con ella otra gran proeza educativa del PSOE. Como recordó Zapatero, las mujeres entraron en la Universidad gracias a los socialistas, lo que es un bulo como una catedral o, mejor dicho, porque viene al caso, como una cátedra dirigida por una mujer con estudios de bachillerato y casada con un tipo que plagió en su tesis doctoral.

«Los ladrones somos gente honrada… y orgullosa»

Desde los derviches giróvagos no se veía un espectáculo tan vertiginosamente cambiante. Hace ocho años que los ex presidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán, se dieron de baja de las filas del PSOE antes de que el propio partido procediera contra ellos en virtud de su código ético (sic), que establece la suspensión de militancia si se abre juicio oral a uno de los suyos.

El sábado pasado, los dos ex mandatarios condenados por el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia, los ERE del PSOE andaluz, fueron rabiosamente aclamados por los asistentes después de que el Tribunal Constitucional les hubiera pasado a sus condenas la brocha gorda de blanquear, contra las tesis de quince jueces de instrucción, la Audiencia, el TSJ de Andalucía y el Supremo.

Con los goterones aún frescos y chorreantes del Constitucional sobre las sentencias de los ERE, los socialistas aplaudieron orgullosos su pasada corrupción. Todo para que no se notaran las grietas y desconchones que la presente está dejando en las paredes de Ferraz, en las que se dice que se aparecen Koldo, Aldama, Ábalos y Jessica como si fueran las caras de Bélmez.

«Cuando acabemos con la derecha»

A la ministra Isabel Rodríguez, la nueva Lenin española, le tocó en suerte abrir los ensayos del nuevo Desfile de la Victoria, una vez cautivos y desarmados los ejércitos de la reacción a escala mundial para «salvar a la Humanidad», como anunció Sánchez revestido patéticamente de su nuevo mesianismo modelo Pyonyang para culminar su congreso norcoreano.

Con su declaración de «cuando acabemos con la derecha», Isabel Rodríguez dispuso al público para su inmediato paso por las arcadas de Santos Cerdán, capaz de equiparar los fusilamientos y las cárceles del franquismo con las actuales acciones de la Justicia democrática frente a los presuntos delitos de corrupción que asolan a su partido.

Intentar tapar con figuras como Zugazagoitia, Redondo Aceña o Besteiro la investigación de la podredumbre que aflora hoy de los despachos socialistas me parece lo más abyecto que el PSOE ha regurgitado nunca sobre sí mismo.
Me acordé de tantos veteranos socialistas de la guerra a los que he conocido: sus noches insomnes a la espera de que los sacaran a fusilar, sus escudillas con un puñado de lentejas infestado de gorgojos. Por eso me parece incalificable que unos demagogos ventajistas se acuerden de ellos para tratar de distraer de su corrupción con el único fin de seguir manteniendo rebosantes los platos de jamón ibérico con que se atiborran en el Falcon.

Con todo, no fue lo peor del recordatorio de Santos Cerdán. Lo peor fue su olvido, entre esas páginas del pasado, de otros militantes perseguidos, marcados y asesinados más recientemente, como lo fueron los doce socialistas víctimas de la banda criminal ETA con la complicidad política de quienes hoy son los socios de Sánchez al volante de nuestro Estado camino del abismo.

Una prueba más, como bien dice mi amigo Santiago González, de que Sánchez «lo emputece todo». Así hasta la descomposición final, como debería cantar la nueva Internacional de los parias de la tierra con coche oficial, vivienda en el ministerio y dietas para comilonas y acompañantes extras. Ver para creer.

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