La «colonia española” en Cataluña
El éxito del partido entre España y Albania, que se disputó el pasado sábado en el campo del Espanyol, ha escocido, y mucho al separatismo. En tertulias televisivas, en redes sociales y en artículos periodísticos los personajes más desagradables del secesionismo radical han insultado a los 36.000 catalanes que llenamos de colorido rojigualda la grada del RCDE Stadium y coreamos el Himno Nacional. Los argumentos, los del supremacismo catalán más rancio: que éramos “garrulos”, que Cornellà no es Cataluña, que la Ej-paña profunda de los ñordos había ido a Cornellà, que parecía un cónclave de la extrema derecha…
Pero la faltada más fabulosa fue la que hizo el diario deportivo Sport –siempre con el Barça- en su retransmisión en directo del partido. Los que fuimos al encuentro éramos, según este medio, la “colonia española” residente en Cataluña, y nos comparó con la “colonia peruana” que asistió al anterior partido de la selección disputado en Cataluña, un España-Perú que se jugó hace 18 años en el Estadio Olímpico. Para el periodista deportivo del Sport 36.000 extranjeros que forman parte de la “colonia española” residente en la República catalana se juntaron para hablar de sus cosas y entonar sus cánticos ancestrales para recordar a su lejano país que tuvieron que abandonar para instalarse en ese Estado admirado por toda la ONU que es Cataluña.
Tres días después de este hecho, y sólo tras el revuelo armado, la dirección de Sport se medio disculpó y retiró esta ofensa hacia los 36.000 españoles que, en su país –Cornellá está en Cataluña, y Cataluña está en España– fueron a animar a la selección nacional. El tema podría quedar en anécdota sino fuera porque el grupo propietario de dicho diario, Prensa Ibérica –más conocido como Grupo Moll– hace ya demasiado tiempo que coquetea con lo peor del separatismo.
Antes de adquirir el que ahora es su portaaviones mediático, El Periódico de Catalunya, Prensa Ibérica tenía dos diarios en esta comunidad autónoma. Uno, el Diari de Girona, es un medio equilibrado y plural en una ciudad tan separatista como Gerona. Su anterior director –se jubiló hace unos meses-, Jordi Xargayó, resistió durante años las presiones del secesionismo más radical que le exigía contenidos más patrióticos y la cabeza del periodista Albert Soler, una de las bestias negras del procés. Prensa Ibérica aquí daba la de cal, porque como el otro gran diario de la provincia, El Punt, tiene una línea independentista asilvestrada, el negocio era mantener la equidad en el Diari de Girona para atrapar al lector más transversal. Así que el valiente Xargayó fue reafirmado una y otra vez porque la caja registradora funcionaba.
Pero la caja registradora funcionaba en el otro sentido en la Cataluña Central. Prensa Ibérica tenía –y tiene- en la zona cero del separatismo el diario Regió 7, el periódico líder en estas comarcas y cuya línea editorial es secesionista sector café para los muy cafeteros. El equilibrio estaba servido: dos diarios en Cataluña, uno sensato y otro rabiosamente separatista, que atendían de manera muy rentable a dos públicos muy diferentes. Y entonces llegó la compra de El Periódico de Catalunya, el gran medio de la izquierda catalana no independentista, el diario que se convirtió de lectura masiva gracias a los centenares de miles de votantes del PSC y los herederos del PSUC que lo pasearon durante décadas bajo el brazo para que se viera que eran de izquierdas.
Y Prensa Ibérica decidió, imitando al conde de Godó en La Vanguardia, que El Periódico –medio que perdía dinero a espuertas- fuera un gran negocio ampliando el espectro. ¿Por qué no abrir el diario a la nueva izquierda emergente, la separatista, deseosa de pescar a lo grande en los inmensos caladeros de voto del área metropolitana de Barcelona? Se fue dando más papel en la conducción de este medio a Albert Sáez, un periodista de guardia de ERC que llegó a ser el jefe del ente que engloba a TV3 y Catalunya Ràdio, hasta que al final consiguió la dirección del diario. Los columnistas próximos a Esquerra, como Sergi Sol o Joan Tardà, también han ido ganando espacio, sin que fuera en detrimento de la vieja guardia socialista (Joan Tapia, Rafael Jorba), que sirven para tranquilizar a un PSC en desazón por el crecimiento del partido de Oriol Junqueras en sus tradicionales feudos del antaño cinturón rojo. Así Prensa Ibérica gana siempre: se han convertido en el diario de los que mandan en la Generalitat (Aragonés) y en el de la alternativa más viable (PSC). Siempre con el poder. Puro estilo Godó, con el toque de la familia Moll.