Coacción, chantaje y presiones en nuestra embajada

Venezuela coacción

La vicepresidenta de la dictadura chavista de Venezuela, Delcy Rodríguez, tiene prohibida su entrada en España, como todos bien sabemos desde que en enero de 2020 se paseó durante horas por el aeropuerto de Barajas de la mano del hoy defenestrado José Luis Ábalos, que por aquellas fechas era la mano derecha del presidente Pedro Sánchez. En el comunicado en el que la Unión Europea vetó su entrada en el espacio Schengen, se indicó que Delcy es «responsable de violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela». La vicepresidenta chavista estuvo en la residencia del embajador de España en Venezuela acompañada de su hermano, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, quien, como ella, tiene prohibida la entrada en Estados Unidos, pero no en la Unión Europea.

Allí, en la residencia de nuestro embajador en Venezuela, la cual forma parte del conjunto de propiedades que constituyen la representación diplomática de España en el país, Delcy Rodríguez y su hermano Jorge, en presencia del embajador español, Ramón Santos, ejercieron sobre Edmundo González, presidente electo de Venezuela, «coacción, chantaje y presiones» durante horas, amenazando conque «o firmaba, o me atenía a las consecuencias», un documento en el que el ganador de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio reconocía falsamente la victoria de Nicolás Maduro, renunciando así a todos sus derechos como presidente electo de Venezuela. Si no hubiera firmado ese documento, la tiranía chavista no le habría permitido salir del país rumbo a España, donde ha solicitado asilo político.

No han pasado dos semanas desde que el ministro Albares negara las negociaciones que ahora todos podemos ver en un vídeo grabado en la embajada de España en Venezuela, en presencia de nuestro embajador. «No ha habido ningún tipo de negociación política entre el Gobierno de España y el de Venezuela», decía Albares. En realidad, amenazar, coaccionar, chantajear y presionar, no se puede decir que sea negociar; o al menos, no en un régimen democrático de libertades. Pero Venezuela hace tiempo que va camino de convertirse en una dictadura comunista donde la amenaza física forma parte de cualquier negociación con sus tiránicos dirigentes.

El cine, las series de televisión y hasta los Simpson han contribuido a extender la falsa creencia de que las embajadas y, por extensión, la residencia oficial de los embajadores, están sometidas a una antigua extraterritorialidad que se traduce en la falacia tan repetida de que forman parte del territorio al que representan, no siendo así. Desde mediados del siglo XVIII se ha puesto fin a esta ficción jurídica. Las convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de 1961 y sobre Relaciones Consulares, de 1967, sustituyen esa entelequia jurídica por los mucho más prácticos conceptos de inviolabilidad e inmunidad, vigentes desde hace siglos. No, Delcy Rodríguez no pisó territorio Schengen al entrar en nuestra embajada, lo cual no quiere decir que la actuación del representante de nuestro ministerio de Asuntos Exteriores en Venezuela haya sido la adecuada.

Aunque la embajada no sea territorio español, Delcy Rodríguez sigue siendo «responsable de violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela», como afirma de ella la Unión Europea. Y de su hermano Jorge, el gobierno de Estados Unidos afirma que «sistemáticamente saquea lo que queda de la riqueza de Venezuela», haciéndolo responsable del «trágico declive» de ese país. Un representante del gobierno de España, como es el embajador en Venezuela, ha permitido que, en su presencia, dos representantes del narcorégimen dictatorial venezolano ejerzan amenazas, coacciones, chantajes y presiones, al presidente electo de Venezuela. Como el embajador no ha sido cesado, es el ministro Albares el que ya debería haberlo sido, si Pedro Sánchez no fuera un colaborador más del régimen chavista.

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