Una celebración del 23-F sin la presencia de quien paró el golpe
La iniciativa de la Mesa del Congreso de conmemorar el fracaso de la intentona de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 se puede considerar, en general, una propuesta loable si se contempla como un intento de dejar clara y nítida la vigencia de la Constitución de 1978, cuestionada actualmente por los grupos radicales del Congreso. La presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, ya ha anunciado que su propuesta es “mostrar la fortaleza de las instituciones democráticas, la vigencia de los valores de la Constitución y de la democracia, y recordar cómo la sociedad española reaccionó en ese momento y cómo sigue defendiendo hoy la democracia en España”.
Nada que objetar, en principio, al acto conmemorativo de un suceso que amenazó con romper el proceso de normalización democrática en España, a pesar de la votación masiva a favor de la Carta Magna de la ciudadanía tres años antes, lo que supuso un respaldo más que suficiente a la recuperación de las libertades públicas en territorio español. Pero hay que añadir que sorprende un poco que por primera vez se vaya a celebrar este aniversario con un acto institucional en la sede de la soberanía nacional y con presencia de las primeras autoridades del Estado. En otros aniversarios de cifra también significativa, cuando se cumplieron treinta años y con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, se hizo un almuerzo al que asistieron algunos de los llamados padres de la Constitución, anteriores jefes del Ejecutivo y poco más.
El acto del próximo día 23 va estar presidido por el jefe del Estado, Felipe VI, que aceptó enseguida la invitación de la presidenta Batet a la conmemoración del cuadragésimo aniversario del fracaso de aquel vergonzoso intento golpista pergeñado por los militares nostálgicos del régimen franquista y apoyado por una trama civil que nunca se investigó a fondo y cuyos responsables quedaron impunes. La huella de aquel acto vergonzante, los agujeros que causaron los impactos de las balas en el techo del hemiciclo del Palacio de San Jerónimo, permanece tal cual quedaron tras los disparos. Son parte de la memoria de un acto deleznable para que nadie olvide el peligro real que supuso la toma del Congreso por parte de los golpistas.
Lo que sí va a ser extraño es la ausencia de la persona que paró definitivamente el golpe en la madrugada del día 24 de febrero: el Rey Juan Carlos. Desterrado en Abu Dhabi desde el día 3 de Agosto de 2020, debido a la decisión conjunta del Gobierno español y la Jefatura de la Casa de S.M. el Rey Felipe VI, el anterior monarca no estará en el acto conmemorativo de la victoria de la democracia sobre la más fuerte amenaza surgida durante la transición democrática. El comportamiento poco ejemplar de don Juan Carlos, junto con la sospecha de haber cometido acciones ilícitas de carácter económico, será la causa de su ausencia en la conmemoración del 23-F. A pesar de que el anterior Jefe del Estado haya recibido decenas de premios y galardones a lo largo de todo su reinado por haber parado la intentona golpista de forma inequívoca sucedida hace 40 años.