En Cataluña sigue el cachondeo

En Cataluña sigue el cachondeo

Aquí hay una parte de la ciudadanía que sigue creyendo en serio que Cataluña es suya y que puede decidir quién entra o no en “su casa”. Estos días les ha tocado aguantarla al Rey Felipe y a la Reina. Y nuestro presidente de la Generalitat, el señor Joaquín Torra, que debería estar moviendo cielo y tierra para contener una pandemia que está volviendo a amenazar el edificio sanitario catalán, se dedica a tonterías como mandar cartitas a la Casa Real. Lo importante es marcar territorio separatista con las instituciones de todos los españoles.

Ha ocurrido con la visita de los Reyes este pasado lunes a Santa Maria de Poblet (Tarragona). El programa era más ambicioso, pero, entre las trabas que había puesto el govern y la grave situación sanitaria en nuestra comunidad, ha sido un visto y no visto. Pero ha importado. Con esta única visita ya nos han dado algunos de nuestros conciudadanos motivos para el bochorno. Empezó la cosa con el consabido corte de las vías del AVE entre Girona y Figueres y sus quemas de neumáticos y todo el asunto. Esto dañó la catenaria y las instalaciones de fibra óptica. No tenemos gran esperanza de que estos destrozos y los contratiempos y pérdidas económicas para los 2.000 viajeros perjudicados vaya a pagarlo alguien (aparte de nosotros).

Luego vimos como la turba atrabiliaria, armada con vistosos distintivos amarillos y esteladas, se echó campo a través para llegar lo más cerca posible del monasterio cisterciense para arrogarse una voz que nadie les ha otorgado y gritarles a los Reyes que no eran “bienvenidos a Cataluña”.  Espero que se les enganchase alguna garrapata pues se lo merecerían. Su chulería y desfachatez fue modulada por el cuerpo de los Mossos, que trató de ponerles en su lugar cuando se excedieron en su protesta por la visita del monarca. Menos mal que es una policía que parece haber superado las tensiones que causaron algunos de sus miembros en el infausto año 2017 (y alguno más posterior). Por eso, el president le solicitó, por puro postureo, al comisario jefe, Eduard Sallent, un “informe completo” sobre las cargas contra los manifestantes. Y le recordó píamente algo que en lo que no cae cuando se trata de catalanes no nacionalistas: que los Mossos deben “garantizar el ejercicio de derechos fundamentales como el de manifestación o el de libre expresión”.

Por este nuevo respeto a los “derechos fundamentales” también se han preocupado Esquerra y la CUP. Les divertirá saber que la portavoz de ERC, Marta Vilalta, dijo que estaba “cansada de ver cómo los Mossos cargan contra independentistas que se manifiestan pacíficamente”. Querida amiga: hemos pasado MESES sin que nadie detuviera al separatismo vandálico que campó a sus anchas por nuestras calles, carreteras y vías férreas (hasta recuerdo la toma del aeropuerto del Prat, ahora, por fin, Josep Tarradellas). Sin otra cosa que hacer, la exconsellera Clara Ponsatí, ha utilizado su cuenta de Twitter para pedir la dimisión del consejero de Interior, Miquel Buch, con su prosa de rebelde clásica: “Fuera las fuerzas de ocupación”. Y tanto la presidenta de la ANC, Elisanda Paluzie, como el dirigente de esta misma asociación, Jordi Saumell, han utilizado esta red social para deslegitimar la Monarquía y contar mitos históricos sobre “sometimientos” y demás patrañas. Pero resalto las amenazas de este último: “nunca más un Borbón podrá pisar Cataluña con normalidad”. Va a ser que no, Jordi. Os molesta mucho que venga el Rey, ¿no? Esta debe ser a partir de ahora nuestra prioridad: que visite a menudo nuestras tierras. Los no nacionalistas tenemos en él una figura de consenso transversal. En Cataluña le queremos y le necesitamos. Su valor simbólico ha de ser nuestra lucha.

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