A la calle en Barcelona por la unidad de España

Amalio de Marichalar

Hay momentos en la vida, por muy increíble que parezca, donde una sociedad democrática y responsable, amante de la paz, la concordia, el respeto y, cómo no, de la Constitución, de una Transición ejemplar, del Estado de Derecho, de la libertad y de la democracia, ha de dar un paso adelante y decir no a un Gobierno que, por inconcebible que parezca, está sirviéndose de la Constitución para legitimarse democráticamente, y en fraude de ley mayúsculo, al mismo tiempo atacarla, y querer cambiarla sin cumplir ningún precepto previsto, en su caso, para ello.

Esto es, sin duda alguna, un ataque al Estado y un ataque a la democracia desde el mismísimo Gobierno. Es, además, un engaño y fraude ominoso al pueblo español al que no se le preguntó si quería un gobierno avalado por comunistas, terroristas, golpistas y un prófugo de la justicia que impone amnistía e independencia. Y, también, un engaño y fraude masivo al pueblo español ocultándole gravísimos problemas, de subida gravísima de la inflación, de la cesta de la compra, calefacción, transporte, deuda asfixiante, paro, etc…

Es por ello que, ante una situación de extrema gravedad democrática como la que estamos viviendo, se requiere de una respuesta democrática sin paliativos, y también sin precedentes, teniendo que hacerlo para defender la mismísima democracia, por primera vez desde hace más de cuarenta años, –lo comenzamos en la manifestación del espíritu del 21 Enero en Cibeles– del mismísimo ataque del propio Gobierno.

Es por ello que debemos los españoles de cualquier ideología, pero que respetamos y cumplimos la Constitución y la ley, salir a la calle masivamente en Madrid el domingo, en Barcelona, y en cuántas convocatorias podamos acudir en toda España.

De forma inmediata, Barcelona y toda Cataluña que sufre en primera línea el ataque al propio pueblo catalán por parte de sus instituciones y con la complicidad del Gobierno de la Nación, va a ser el baluarte de defensa de la Constitución y de la ley en nombre así mismo del resto de los españoles, que también están sufriendo el ataque a sus fundamentos como sociedad democrática, y sufriendo la discordia y la división, pero además, auspiciado todo ello por el Gobierno.

El día 8 estamos convocados desde la sociedad civil los catalanes y resto de españoles de cualquier rincón, en Barcelona, para clamar en contra de la amnistía y la independencia, y en defensa de la Constitución, del Estado de Derecho y de la democracia. Vamos a gritar en contra de la amnistía y el referéndum a todas luces ya pactado, aún con el nombre que sea, con terroristas, golpistas, y con el decisor último, que es un fugitivo y prófugo de la justicia.

Pero es que el día 12 de octubre, también a Barcelona volveremos todos los catalanes y resto de españoles para celebrar la Fiesta Nacional de España y de la Hispanidad, convocados por muchísimas organizaciones de la sociedad civil de toda Cataluña, y en esta ocasión para reivindicar ante la enorme gravedad, alto y claro, la defensa de la Constitución y de la unidad de España.

Ambas manifestaciones han de ser un éxito rotundo y hemos de acudir masivamente, la primera, la del 8, para rememorar el éxito de la que se convocó el mismo día de octubre de 2017, tras el recordado e histórico discurso del Rey, que nos sacó a la calle, y parando en seco el golpe de estado, el mismo en marcha, en el que estamos hoy, pero en esta ocasión promovido por el mismísimo Gobierno.

El día 12, el de la Fiesta Nacional de España, y de la Hispanidad, en Barcelona, en la celebración más importante y multitudinaria de la Fiesta Nacional y de la Hispanidad que se hace en España y en el mundo, desde hace once años, para consolidar en un día tan significado y único, el no absoluto a ese golpe de estado y reivindicar para siempre la indisoluble unidad de España.

Ambas manifestaciones son un auténtico regalo a la democracia, para que el pueblo español pare en seco un golpe de estado en un “proces” en toda España calcado al procés de Cataluña en el 17, pero en este caso unidos tanto los comunistas, como los golpistas de entonces, los terroristas que tanto dolor han causado a España, y los xenófobos de derecha reaccionaria independentista cuyo interlocutor que es un delincuente prófugo quiere decidir un gobierno pactando con el presidente del Gobierno en funciones, queriéndonos hacer ver que es un gobierno progresista…

Lo vivido esta semana en el Congreso en contra del español, también pactado con todos los anteriores y como decisor supremo en esta ocasión un prófugo, es de una ignominia suprema. Rastreramente manda el presidente del Gobierno en funciones a su ministro de Exteriores a Europa para lograr que el catalán, el vasco y el gallego sean lenguas oficiales en Europa por exigencias del malhechor y Europa nos tiene que dar largas, en plena presidencia de turno nuestra, pues no va a admitir lenguas menores agraviando a tantas como hay en el resto de Europa. Una vergüenza y un oprobio inadmisibles. Un ejemplo mundial nefasto y que vamos a pagar caro.

La sociedad civil española ha de retratar contundentemente la perversa voluntad e indignidad del presidente del Gobierno en funciones y ha de evitar una amnistía que significa que jamás existió nuestra democracia, nuestra Constitución, nuestras leyes, nuestras sentencias y justicia, nuestra reconciliación, y por tanto el golpe de estado no existió. Ha de evitar la autodeterminación y ha de evitar un golpe de estado que se está dando desde el mismo Gobierno, que al mismo tiempo se escuda en la misma Constitución que vulnera y ataca. Es tal el fraude en el que quiere legitimarse a partir de una sublimación de la inmoralidad más abyecta que no hay código en el mundo que haya podido prever tal ataque armado en la ingeniería social y fraudulentamente legal más sofisticada y perversa, y que persigue protegerse en las facultades que otorga la Constitución, para simultáneamente vaciarla de su espíritu y letra, y si alguien pretende volver a su propia y verdadera enseñanza, rebatir definitivamente todo ello amparado en una interpretación del Tribunal Constitucional al gusto del Gobierno, que para ello ha colocado sus mandatarios en un movimiento perfectamente predeterminado. Prueba irrefutable lo que ha dicho esta semana en Nueva York al afirmar que “una crisis política nunca tuvo que derivar en una acción judicial y en una judicializacion”. Hace ya años que dijo lo mismo : “hay que anteponer la política a la ley…”, y ello, sencillamente, acaba con la democracia.

Unamos todas las fuerzas los españoles de cualquier ideología que no queremos que nos secuestren nuestra libertad y con ella lo que elegimos hace más de cuarenta años: la concordia, la reconciliación, la paz, la dignidad, la Constitución, la unidad de España y la democracia. Gritemos juntos el 8 y el 12 de Octubre en Barcelona en bien de la defensa de nuestros derechos como ciudadanos iguales ante la ley, y denunciemos alto y claro a quien es un traidor a España, y que ha unido su presente y futuro, voluntariamente y cómplice, a los enemigos de nuestra Nación.

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