Un avemaría por los toreros

avemaría, Paula Ciordia
Paula Ciordia

Esta semana ha sido una de las más interesantes de la actualidad taurina. La feria del Pilar ha supuesto la revelación de dos matadores aragoneses, Aaron Palacio y Cristiano Torres.

Además el maestro Javier Castaño se cortó la coleta pidiendo justicia. Reivindicó que la fiesta necesita recuperar su esencia. «El triunfo que se gana en el ruedo se debe respetar en los despachos», me respondió cuando le pregunté cómo le había tratado el mundo del toro. Lo afirma un hombre que ha hecho historia por ser quien más orejas ha cortado en una encerrona con miuras.

Mientras, en Madrid, ya luce ante la puerta más grande del mundo, la deseada estatua a Antoñete, gracias al impulso del rey del toreo –Morante de la Puebla– y, en Sevilla, se preparan para el festival de Pepe Luis Vázquez el próximo lunes. Y todo esto en la misma semana en la que los wokistas han fracasado en su intento de eliminar la protección de patrimonio que goza la tauromaquia en España.

¡Menuda semana! Hoy, día de la patrona de la Hispanidad, no hay mejor manera que elevar un avemaría al cielo por nuestros toreros de oro y plata, que se juegan la vida mientras demuestran que Dios existe.

Les pido especialmente un avemaría por Aaron Palacio y Cristiano Torres, los toricantanos zaragozanos que han tomado la alternativa en menos de un mes. Aaron, en septiembre en Nîmes. Cristiano, este viernes en Zaragoza. Son lo mejor que ha pasado en Aragón desde hace mucho tiempo.

Este jueves, en la Misericordia, Aaron se fue a puerta gayola, en su último toro del mano a mano con Castella. Ahí había un hombre dispuesto a jugarse la vida por ser lo soñado. Los que estuvimos presenciándolo no olvidaremos los pases de pecho hincando sus rodillas en la arena. Ni la manera que se pasó al toro por su cadera citándolo de lejos, y cómo Dios le protegió en un pase cambiado por detrás, que ya es mítico.

Tampoco los que vimos a Cristiano nos olvidaremos de esa manera de ser libre ante el toro y la atenta mirada de 10.000 personas. En su alternativa, Cristiano logró crear e imponer el silencio.

Bailó con el toro, disfrutó y detuvo el tiempo. He ahí la esencia, la magia, el don. Y como colofón, de manera espontánea corrió hacia las mulillas para darle un beso a su adversario, que le permitió abrir la puerta grande.

Aragón tiene futuro y puede convertirse en otro punto de referencia para la tauromaquia, coincidiendo con el bicentenario de Francisco de Goya. Recémoslo. Como si el genio más universal hubiera echado un capote desde las cúpulas del Pilar, para que sus aguafuertes se puedan interpretar desde su tierra.

Sí. Recen conmigo. Por ellos, por todos ellos. Para que Dios los proteja. Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres. Y bendito es el fruto de tu nombre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amen. ¡Viva la Virgen del Pilar!

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