Argentina 2.0: el sanchismo kirchneriano

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El plan sigue su curso. La intención de Sánchez, asesorado áulicamente por Zapatero, referente amigo de narcodictadores, es convertir España en la Argentina 2.0, con la inestimable colaboración sumatoria de Yolanda Díaz y los reflujos tétricos que conformaron su gobierno Frankenstein. Lo que sin solución sucede en algunos países de Hispanoamérica es lo que Fidel Castro soñó extender desde que tomó La Habana a finales de los cincuenta, y que tan bien caló Jorge Edwards: el socialismo narcotizante, a cuya primera fase revolucionaria le sigue la del ejercicio del poder perpetuo, que consiste en secuestrar las instituciones del Estado o colocar en ellas a quienes desarmarán cualquier intento de la oposición por derrocar al partido supremo o al líder ungido. Por último, la destrucción de cualquier alternativa democrática que devuelva a la ciudadanía el control, si alguna vez lo tuvo, de su destino. Castro no tuvo prisa por obtener el poder una vez derrocado Batista.

Sabía que lo disfrutaría durante décadas. Ése fue también el sueño de Chávez y Maduro, la onírica idea que arruinó Argentina bajo el peronismo antes y el kirchnerismo ahora, y que ha destruido cualquier vestigio de civismo democrático en aquel continente. Ese modelo, y no otro, es el que están construyendo en España la podemia leninista, la sumatoria con esteroides y el PSOE de Pedro, es decir, el sanchismo como movimiento liberticida y romántico, creado por y para conciencias comprometidas con su estatus de rebaño.

El plan de tan siniestra banda es empobrecer España hasta que la última gota de esfuerzo ciudadano sea saqueada a golpe de impuesto. Juegan con el cansancio de una población cuya moral anda arrastrada desde mucho antes de la pandemia. Nos secuestraron cuando aterrizó el virus con la excusa de una seguridad ficticia que hoy pocos o ninguno creen. Nos hastían al despertarnos a golpe de decreto ley, con el que modifican leyes a beneficio de corruptos mientras predican la palabra del dios progreso entre homilías vespertinas y mítines choriceros. Con el pueblo sometido, viviendo del Estado y manteniéndolo a costa de silencio y humillaciones, el sanchismo ha creado el ecosistema perfecto para la rendición: haz lo que quieras, autócrata, pero déjame vivir. Y así es como el socialismo infecta cada rincón del alma y el corazón de un pueblo, mientras hace lo imposible para que los ricos sigan siendo aún más ricos, porque los necesitan para dar consistencia a su relato. Todo socialista sabe que al pobre no se le alimenta con carne, sino con tiras de rencor y odio.

En cualquier democracia liberal que se precie, un gobierno que crea leyes para reescribir el pasado, abrir trincheras y acomodar la historia a prejuicios e ideologías sería apartado del debate racional y académico. Aquí, se le jalea. En toda sociedad libre, un gobierno que cierra de manera inconstitucional el Parlamento, bate récords de opacidad institucional, compra a medios y colectivos para aplacar su barriga inquieta y persigue a quienes crean de manera autónoma trabajo, sería lapidado en la plaza pública. En España, se le vota y apoya. Y así hasta la náusea. Algún día habrá que poner el foco en esa ciudadanía irresponsable que no se hace cargo de lo que elige para gobernarle, pero sufre sus consecuencias con la misma fiereza con la que el karma castiga su desdén a la hora de cambiar siglas y siglos.

Han tocado todos los palos, incluido el de arruinar el futuro de los jóvenes a costa de mantener la sonrisa de sus abuelos. Les faltaba manipular a esos niños educados por las leyes que el propio socialismo ha creado y que nos destruirá definitivamente como sociedad libre. Desde la Casa del Pueblo, antes Moncloa, anuncian que todo hijo de vecino (aunque haya llegado ayer y ni chapurree el castellano) podrá obtener un piso, o casa, o chalet si acabas de ministro en Podemos, porque el sanchismo dadivoso así lo quiere, alabado sea Sánchez. Pero mienten, una vez más. La nueva Ley de Vivienda aprobada no es un derecho ciudadano, es un despecho político. Un despecho de esa izquierda cerril, reaccionaria e intelectualmente inane, que hará imposible alquilar en España, contraerá la oferta y creará escasez, provocando que muchos ciudadanos dependan, una vez más, del Estado. Saben que no es verdad lo que proponen, pero suena verosímil. Y eso, a las ovejas pastoreadas, les vale. Ya queda menos para esa Argentina 2.0 de populismo y miseria que tanto desea Sánchez para cerrar el círculo autócrata, de cuyas maravillas bolivarianas tanto ha oído hablar a Zapatero.

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