«Alternativa» y no mera «alternancia»: Trump en EEUU
Hemos tenido ocasión de vivir en las dos últimas semanas dos martes sucesivos muy relevantes ambos: el primero el pasado 29 de octubre con la tragedia de la DANA. Y el segundo, el 5 de noviembre, «el primer martes después del primer lunes de noviembre»-cuando cada cuatro años- se celebran las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin duda, al primero podemos calificarlo como «negro» y al siguiente, como «blanco» por contraste con el anterior. No es que la elección de Donald Trump sea algo maravilloso, pero ciertamente, para los que NO se consideran «progresistas», «feministas inclusivos», «ideólogos climáticos, «globalistas» ni seguidores de la ideología woke -que es el cocktail ideológico del sanchismo-, es un acontecimiento esperanzador.
Quizás el color verde sería más apropiado para esta calificación, pero no posee el contraste que sí posee el color blanco. La victoria del candidato republicano es particularmente importante por la obtenida en voto popular además del electoral, así como por haber conseguido también la mayoría absoluta del Senado y de la Cámara de Representantes. Este control del Congreso Federal de Washington significa tener el control del poder ejecutivo y del poder legislativo que en una democracia presidencialista le otorga un gran poder al titular de la Casa Blanca. Asimismo es un triunfo en dos mandatos no sucesivos, lo que sólo se ha producido en una ocasión anterior en 1892, en la historia de los 47 presidentes estadounidenses lo que incrementa si cabe, el nivel de su victoria. Y contra todas las «encuestas».
En el plano internacional abre una posibilidad real a un final de las dos guerras en Ucrania y Oriente Próximo, que comenzaron bajo mandato de los «progresistas» demócratas de Biden, lo que suele ser lo habitual en EEUU a lo largo de su Historia: suele ser con administraciones demócratas cuando comienzan las guerras y con republicanas cuando se acaban. El deep state (estado profundo) posee gran influencia en el complejo industrial militar estadounidense, muy próximo a los demócratas, lo que no parece ser ajeno a esa llamativa coincidencia bélica. De hecho, en su anterior mandato Donald Trump se enfrentó públicamente a ese poder fáctico aludiendo a que no iba a permitir que ellos pretendieran gobernar en la sombra.
Durante su campaña electoral, Trump se ha manifestado claramente opuesto a todas y cada una de esas ideologías de la cultura woke con lo que ha sintonizado con el votante medio de los EEUU, alejado de las élites que las promueven. En la UE donde conocemos bien su poder, la victoria de Trump -salvo las conocidas excepciones de Georgia Meloni y Viktor Orban como destacadas- no ha gustado mucho su triunfo. En especial en la OTAN, que teme por la decisión de Trump de que Europa «se pague su Defensa» y no como ahora, donde es EEUU su principal financiador.
Ante esta realidad, cabe afirmar que no estamos tan sólo ante una mera alternancia en el poder, sino de una auténtica alternativa, que puede marcar el principio del fin del wokismo. España, bajo el Gobierno del sanchismo – situado en las antípodas del trumpismo- puede resultar perjudicada para su proyección internacional con las relaciones bilaterales bajo mínimos.
Elon Musk va a encargarse a la tarea de reducir el tamaño de la administración federal y el gasto público, para a su vez disminuir la deuda pública, lo que sería aconsejable imitáramos. Estamos ante una deuda pública disparada en España, cercana al doble de la que teníamos como condición obligatoria para incorporarnos a la zona euro, situada en el 60% del PIB. A día de ayer el presidente electo había hablado ya con más de 70 líderes mundiales entre los cuales obviamente no estaba Sánchez. Pero no hay duda de que el conflicto bélico que en tres meses cumplirá tres años desde su comienzo, tiene plazo de finalización asegurado, lo que ha puesto nervioso a Zelenski, marioneta del deep state. Quien con el demócrata Obama en la Casa Blanca promovió la revolución del Maydan de Kiev en 2014, antecedente inmediato de la «operación militar limitada»con la que comenzó Putin la actual guerra. Que Trump controle y refuerce su seguridad personal.