Se acabaron las excusas

Se acabaron las excusas

“El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Quizás el verbo ‘debatir’ podría sumarse a la brillante frase del maestro Borges. Y es que hay determinadas cosas en la vida, y también en la política, que no deberían exigirse, sino simplemente hacerse. ¿Qué tiene de malo dar la cara y debatir con el resto de candidatos? Pregúntenle al que no ha querido hacerlo todavía. Hace unos meses existía un relato que, aunque cogido con pinzas, sirvió para convencer a más de uno y para convencerse a sí mismos. Hablo de aquello de la falta de representación parlamentaria, una excusa improvisada y que tenía fecha caducidad: el 20 de Diciembre. ¿Y ahora qué? Decía Rajoy esta semana que los debates “no les apetecen a los españoles” pero viendo las cifras de audiencia con récords históricos en la televisión de nuestro país y las excusas caducadas empiezo a pensar que a quien no le apetecen es a él.

En plena ‘campaña de abaratamiento de campaña’ algunos compiten en la categoría de ‘populista del año’ olvidándose de que el objetivo es que la repetición nos cueste menos a todos los españoles. “Hay regímenes políticos muchos más baratos que la democracia”, me decían el otro día, pero estaremos de acuerdo en que entre la dictadura bananera y una campaña democrática low cost hay un espacio para intentarlo. Algunos ya lo hicimos en la anterior, demostrando que se puede hacer mucho gastando menos por mucho que los viejos partidos se empeñen en no reconocerlo. “Quitemos los carteles”, dicen otros, por aquello de que los líderes peor valorados compitan con los que despiertan más simpatía y credibilidad. ¿Tampoco vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo en esto? Pensarán muchos con razón. Pues tiene mala pinta si los que se gastan el doble o el triple que nosotros no se enteran de que en esta nueva etapa política también se pueden hacer campañas políticas más baratas garantizando nuestros derechos democráticos.

Y hablando de nueva etapa política, otra de las preguntas que muchos se hacen estos días es: ¿Y después del 26 de junio, qué? Pues lo mismo que después del 20 de diciembre: acuerdos, acuerdos y acuerdos. Lo digo por aquellos que criminalizan constantemente a los que hemos sido capaces de llegar a un acuerdo con un partido que piensa diferente. Es evidente que quienes utilizan la capacidad de pactar como arma arrojadiza para intentar escorarnos a un lado o al otro no se enteran de que las mayorías absolutas se han terminado y que ahora toca dialogar, ceder y firmar. Aunque para el Partido Popular los ‘malos de la película’ somos Ciudadanos y los ‘chicos buenos de la clase’ son Podemos y los separatistas a quienes no dedican una sola insinuación. Sin embargo, sigo pensando que un acuerdo entre los partidos constitucionalistas sería la mejor solución, pero para eso hay que pensar primero en España antes que en los partidos y eso, como dice Philippe Starck del amor, “está en peligro de extinción”.

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