45 ministros, cinco crisis, 42 subidas de impuestos y 1,5 (billones) de deuda

Sánchez gasto
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El presidente del Gobierno se ha relamido en Pekín con sus últimos quince días ejerciendo de estadista por el ancho mundo, rodeado de periodistas amables y una corte de pelotas.

Está muy bien eso de presidir cumbres iberoamericanas, entrevistarte con los grandes del mundo y viajar a cuerpo de rey a costa del contribuyente. Debería pararse un momento a pensar qué estarán rumiando esos contribuyentes y si consideran que les devuelve algo de lo mucho que le pagan. Creo que hasta el último cabrero de las Hurdes (si es que todavía quedan cabreros por aquellos lares) sabe el número que gasta el señor Sánchez.

Lo cierto y real es que durante cinco años -¿recuerdan aquella moción de censura del 1 de junio de 2018?-, Sánchez ha gastado 45 ministros; ha hecho cinco crisis en sus Gabinetes ministeriales, ha perpetrado 42 subidas de impuestos y la deuda pública española ha escalado hasta la escalofriante cifra del billón y medio de euros. La cesta de la compra se ha encarecido por término medio un 16% (inflación acumulada) y la cifra de desempleados es muy superior a los tres millones de españoles mano sobre mano.

El Estado bajo su mandato se ha convertido en un reino de taifas -cierto es que esto viene de lejos- pero donde por vez primera ejercen de Gobierno independentistas, que no se cortan un pelo a la hora de afirmar que quieren acabar con España y de paso con herederos de terroristas que también van por la misma senda.

La pregunta es siempre la misma. Con todos esos inputs en negativo, ¿los españoles seguirán confiando en una persona del perfil Sánchez? No tengo la respuesta, pero sí constato que todavía tiene mucho sedimento electoral y que, por lo tanto, podría darse el caso de que pudiera reeditar el Frankenstein. El resto, la conclusión, lo dejo al antojo del lector.

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