¿De qué forma contamina un cadáver?
Contaminar o no después de morir, esa es la cuestión.
Siempre se ha dicho que «polvo somos y en polvo nos convertiremos». Y es la realidad, pero, ¿qué pasa realmente con nosotros y nuestros restos? ¿Las cenizas contaminan? ¿Y los cadáveres? Puede parecer un planteamiento un poco tétrico, pero muchas personas eligen ya su destino después de su muerte pensando en no contaminar.
En nuestro país, cada año se realizan unos 400.000 servicios funerarios, y la mayoría de ellos son inhumaciones, esto es, que la persona se entierra. Las incineraciones están todavía muy por debajo de los entierros.
¿Qué contamina menos?
Las dos opciones que tenemos tras la muerte es ser incinerado o enterrado, y ambas afectan de diferente manera al medio ambiente. La cremación, ser incinerado, emite dioxinas, óxidos de carbono y otros agentes contaminantes. Un estudio en el Reino Unido determinó que el 16% de la contaminación por mercurio en el aire es a causa de las incineraciones. Esto deja claro que sí, las cenizas contaminan.
En España hay 358 hornos crematorios y el porcentaje de incineraciones es del 35%, siendo el 65% restante el tradicional entierro. Aunque haya mucha diferencia, el aumento de las cremaciones en los últimos años ha sido muy importante.
El ser enterrado y pasar a la enternidad en un cementerio es algo similar, ya que se convierte en un vertedero de material orgánico, y eso tiene riesgos como dispersión de material en el suelo, dilución y acuíferos. Lo habitual es que haya suelos adecuados y se añadan sustancias para acelerar la biodegradación. En España hay 17.682 cementerios.
Cuando un cadáver se descompone, libera potenciales contaminantes químicos que contienen compuestos a base de cloruro, carbono, amoniaco, sulfato, sodio, potasio o restos de cualquier tratamiento hospitalario. Es por eso que para conservar el cadáver se utilizan productos para retardar tanto la descomposición del cuerpo como la liberación de contaminantes en el suelo.
Alternativas novedosas
Hoy en día hay nuevas técnicas que se están estudiando y empezando a practicar en otros países, todavía no autorizadas en España. Una de ellas es la hidrólisis alcalina, que consiste en introducir los restos mortales en un cilindro de acero a presión y con una mezcla de agua a 170ºC e hidróxido de potasio.
Este proceso dura dos horas y lo único que queda como residuo sólido es una matriz de fosfato cálcico que procede de los huesos, como si fuera un puñado de sal.
También está la «Promession», con la que se congela el cuerpo para romperlo y licuarlo, obteniendo así una pastilla de material orgánico. Este residuo se incinera posteriormente, con lo que se estarían llevando a cabo dos procesos innecesariamente.
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