Ésta es la razón por la que los grandes depredadores deciden si volverán a crecer árboles en los ecosistemas mediterráneos (y no te la vas a creer)
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Durante mucho tiempo, el lince ibérico ha sido noticia cuando se hablaba las especies en peligro y la importancia de su conservación. De hecho, hasta hace unos años era un animal al borde de la extinción, pero que ha logrado recuperarse gracias a años de trabajo, protección y reintroducciones muy controladas. Sin embargo, lo que apenas se había analizado hasta ahora es hasta qué punto el regreso de estos grandes depredadores puede cambiar algo tan concreto como el crecimiento de los árboles en el monte mediterráneo.
Un equipo de la Universidad de Cádiz ha analizado qué pasa en el monte mediterráneo cuando vuelve un gran depredador como el lince ibérico y los resultados no han sido los esperados. Según el trabajo, publicado en la revista Oikos y liderado por la investigadora Tamara Burgos, del Instituto Universitario de Investigación Marina (INMAR), la vuelta del lince no ha servido sólo para controlar poblaciones de presas. Su presencia ha acabado influyendo en cómo se mueven otros animales y, con ello, en procesos tan básicos como dónde caen las semillas y qué plantas consiguen salir adelante, afectando incluso al crecimiento de determinados árboles y a la estructura del paisaje mediterráneo.
Los grandes depredadores y cómo amenazan al crecimiento de determinados árboles
El foco está puesto en el piruétano (Pyrus bourgaeana), un árbol mediterráneo de fruto carnoso cuya supervivencia depende en gran medida de mamíferos carnívoros medianos, los llamados mesodepredadores. Entre ellos destacan especies como el zorro rojo o la garduña, que consumen los frutos y dispersan las semillas a lo largo del territorio.
Lo que han observado los investigadores es que la presencia del lince cambia de forma clara el comportamiento y la abundancia de estos animales. Allí donde el lince se ha recuperado, los mesodepredadores son menos abundantes y modifican su uso del espacio para evitar zonas que consideran más peligrosas.
Menos semillas y en los lugares equivocados
A través de observaciones de campo y experimentos que abarcan distintas etapas del ciclo vital del piruétano, el equipo ha podido medir estos cambios con precisión. En las zonas donde hay lince, la cantidad de semillas dispersadas por los mesodepredadores se reduce hasta en un 80 %.
Pero el problema no es sólo cuántas semillas se dispersan, sino dónde acaban. En presencia del lince, los zorros y otros carnívoros medianos concentran la dispersión en zonas boscosas, que les resultan más seguras. Sin embargo, esos lugares no son los más adecuados para el piruétano.
Esta especie necesita luz para germinar y desarrollarse correctamente. En espacios abiertos, las semillas emergen con más facilidad y las plántulas tienen mayores tasas de supervivencia. Cuando las semillas se depositan en áreas más cerradas, la probabilidad de que lleguen a convertirse en árboles adultos disminuye de forma notable.
En cambio, donde el lince no está presente, el comportamiento cambia. Los zorros y otros carnívoros medianos se mueven con más libertad por zonas abiertas y es ahí donde dejan la mayor parte de las semillas, un contexto mucho más favorable para que el piruétano vuelva a brotar.
Un conflicto ecológico que frena la regeneración
El estudio identifica además un conflicto ecológico que complica todavía más el proceso. Los arbustos ofrecen buenas condiciones para el establecimiento de las plántulas, ya que las protegen del estrés ambiental. Sin embargo, también son los lugares donde los roedores consumen más semillas.
Y aquí vuelve a aparecer el lince. Su presencia está asociada a un aumento de las poblaciones de roedores, lo que incrementa la presión sobre las semillas precisamente en los lugares más favorables para la germinación. Este desajuste entre los sitios donde las semillas crecen mejor y los lugares donde están más a salvo limita el éxito de reclutamiento del piruétano.
A largo plazo, este equilibrio roto podría frenar la expansión de la especie en el paisaje mediterráneo, incluso en zonas donde el clima y el suelo serían adecuados.
Más allá del piruétano y el futuro de la conservación
Aunque el piruétano es la especie analizada en detalle, los autores señalan que este patrón podría repetirse en otras plantas mediterráneas cuyos frutos son consumidos por mamíferos carnívoros, como el madroño (Arbutus unedo). En estos casos, el cambio en los patrones de dispersión podría tener efectos distintos, aunque todavía no se ha evaluado.
Para Tamara Burgos, los resultados son una llamada de atención. La recuperación de grandes depredadores como el lince ibérico no solo altera las relaciones clásicas entre depredador y presa, sino que puede modificar interacciones clave para la regeneración de la vegetación. Ignorar estos efectos indirectos puede llevar a consecuencias inesperadas en proyectos de conservación y rewilding.
El trabajo ha contado con la participación de personal investigador de la Universidad de Cádiz, la Universidad Rey Juan Carlos, el Centro de Investigaciones sobre Desertificación y Tragsatec, además de la colaboración del Parque Natural de la Sierra de Andújar, uno de los principales enclaves del lince ibérico en la península.