¿Es verdad que los gatos son animales cariñosos?
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Aunque los gatos tienen fama de ser animales ariscos e independientes, quienes hemos convivido con ellos sabemos que, poniendo en práctica una serie de pautas de socialización desde que son cachorros, pueden ser muy cariñosos. Con el paso del tiempo, los gatos se han convertido en animales muy afectuosos, y diversos estudios científicos han demostrado que guarda una estrecha relación con la manera en la que interactuamos con ellos.
Del mismo modo que ocurre con los perros, cuando los gatos son cachorros pasan por una etapa de socialización entre las dos y las nueve semanas de vida. Es una fase muy importante en su desarrollo porque se establecen las conexiones cerebrales. Estas semanas van a determinar en gran medida el futuro carácter de los gatos.
Por lo tanto, si queremos tener una mascota con la que podamos convivir de forma pacífica y amigable, tenemos que esforzarnos porque durante la etapa de socialización para que este tiempo sea lo más agradable posible para el gato.
¿Cómo socializar a un gato?
Lo primero y más importante es preparar el hogar para la llegada del animal. Los gatos son curiosos por naturaleza, de forma que tienen la necesidad de investiga todo lo que hay a su alrededor. Para empezar, lo mejor es ofrecerle a gato una habitación, y poco a poco dejarle que se mueva a otras estancias.
Es fundamental que el gato asocie la comida a experiencias positivas, y para ello es necesario trabajar este aspecto con tiempo y paciencia. Para mejorar la comunicación con el animal, es importante entender el lenguaje felino porque nada ocurre porque sí.
A la hora de acercarse al animal, nunca hay que hacerlo de manera directa porque podría interpretarlo como una amenaza. Lo mejor es hacerlo de manera indirecta, dando un pequeño rodeo. Es recomendable dejar una distancia prudente, dándole al gato la oportunidad de acercarse cuando él lo considere.
Cuando hayamos llegado al límite de distancia, nos sentamos o tumbamos. Es la mejor forma de que no nos vea como una amenaza. Una vez en esta posición, empezamos a hablar con el animal, despacio y con dulzura. A los gatos les gustan más los tonos agudos.
En ningún caso debemos forzar la situación porque el resultado sería contraproducente. Si al acercarnos el gato se esconde, no tenemos que acudir en su busca, sino actuar con calma. Retrocedemos y colocamos comida cerca del gato para que empiece a confiar en nosotros.
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