Ni la cama ni la comida: esto es lo más importante al adoptar un perro en casa, según los expertos
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Adoptar un perro y llevarlo a casa, ya sea un cachorro o un adulto, implica una serie de preparativos que van mucho más allá de lo material. Aunque muchos piensan en la cama, el comedero o los juguetes como las primeras necesidades, hay un aspecto esencial que suele pasarse por alto.
Expertos veterinarios y etólogos coinciden en destacar un factor clave que condicionará la adaptación del animal y su bienestar desde el primer día. Comprenderlo puede marcar la diferencia entre una buena convivencia y una experiencia frustrante.
¿Qué es lo más importante al adoptar un perro en casa, según expertos?
Lo más importante al adoptar un perro no es ni la comida ni la cama, sino el tiempo y el espacio que se le puede dedicar. Y es que a menudo se pasa por alto que muchos animales proceden de situaciones traumáticas: abandono, maltrato o falta de socialización.
Esto afecta directamente a su comportamiento durante los primeros días, semanas o incluso meses en el nuevo hogar. Dicho esto, tiempo significa disponibilidad para acompañarlo en sus rutinas, establecer un vínculo y permitirle una adaptación progresiva. El animal necesitará paseos, atención, y sobre todo, presencia humana para sentirse seguro.
En lo que respecta a espacio, esto no se refiere únicamente al tamaño de la vivienda, sino también a contar con áreas donde el perro pueda moverse, descansar sin interrupciones, y observar el entorno sin estímulos abrumadores. Esto es fundamental para que reduzca la ansiedad inicial.
Aspectos esenciales a considerar en los primeros días:
- Establecer horarios fijos para comidas, salidas y descanso.
- Mantener rutinas estables y predecibles.
- Evitar ruidos fuertes o visitas innecesarias.
- No forzar el contacto físico o social con humanos u otros animales.
- Facilitar un lugar tranquilo donde pueda refugiarse.
Otras claves a tener en cuenta antes de adoptar un perro
Cuando se toma la decisión de adoptar un perro, es imprescindible planificar con antelación. Esto incluye trámites legales, elección del veterinario, y sobre todo, el diseño del entorno en el que el animal pasará la mayor parte del tiempo. La planificación debe comenzar incluso antes de que el perro cruce la puerta del hogar.
Uno de los pasos iniciales consiste en registrar al animal en un centro veterinario cercano. Esto permite actuar con rapidez ante cualquier imprevisto de salud. En esta visita también se puede consultar sobre seguros veterinarios, programas de vacunación y servicios de esterilización.
Por otro lado, la identificación del animal es obligatoria. Es necesario colocar una placa en su collar y, además, un microchip subcutáneo, cuyo uso es exigido por ley en la mayoría de comunidades autónomas. El microchip es una medida de seguridad básica en caso de pérdida o fuga.
Problemas comunes con los perros adoptados y cómo abordarlos
Durante los primeros días tras adoptar un perro, es habitual que aparezcan comportamientos como marcar territorio dentro del hogar o mostrar nerviosismo. No es recomendable el castigo. El refuerzo positivo y la paciencia son más eficaces y favorecen la creación de un vínculo sano.
Pasear al perro es clave para disminuir su ansiedad. Lo recomendable es salir con él unas cuatro veces al día, alcanzando un total de 90 minutos. Esto no sólo ayuda a gastar energía, sino también a que se familiarice con su entorno.
En los primeros meses, es preferible que el perro permanezca siempre atado con correa, incluso en entornos tranquilos. Los animales adoptados pueden reaccionar con miedo y huir ante ruidos o situaciones nuevas. Sólo cuando el vínculo de confianza esté afianzado, conviene probar sueltas en recintos cerrados.
¿Cómo se deben manejar las primeras interacciones del perro adoptado?
No debe forzarse al perro a interactuar. Algunos necesitan semanas o meses para confiar. Los movimientos bruscos, el contacto visual prolongado o los gestos invasivos pueden ser interpretados como amenazas. En su lugar, se pueden usar comandos simples, lenguaje corporal suave y premios para fomentar un comportamiento deseado.
Los perros adoptados pueden presentar conductas problemáticas derivadas de experiencias pasadas. Estas pueden incluir:
- Agresividad: en muchos casos, surge por una educación basada en el castigo o una nula socialización durante la etapa de cachorro.
- Miedo: aparece como respuesta a estímulos desconocidos. Se manifiesta mediante temblores, ladridos excesivos o inmovilidad.
Frente a esto, y como ya se mencionó, el animal necesita espacio y tiempo para adaptarse. En situaciones más complejas, es útil contactar con un etólogo canino que trabaje con métodos basados en el refuerzo positivo.
La socialización no debe imponerse. El proceso debe realizarse con calma, preferentemente en ambientes controlados y con perros equilibrados. Los cursos para cachorros pueden ser útiles, pero sólo si el adiestramiento está basado en premios y juegos, no en métodos punitivos como collares de ahorque.