Juan Carlos exigió ética y justicia en sus 38 mensajes navideños mientras ocultaba su botín millonario

Juan Carlos I mensaje navideño

Juan Carlos I se presentaba, el 24 de diciembre de 1975, ante las cámaras de TVE para trasladar a los españoles por primera vez un mensaje navideño de paz y prosperidad. El Príncipe -elegido por Franco como heredero de la corona borbónica en 1969- había sido proclamado Rey por las Cortes el 22 de noviembre de 1975, dos días después del fallecimiento del Caudillo.

En la Nochebuena del 75, el nuevo Rey iniciaba su cita anual televisiva con los españoles, un compromiso que mantuvo durante los 38 años de su égida monárquica, hasta su abdicación en 2014. En su alocución Juan Carlos I pedía a su pueblo “sacrificios”:

“Un mensaje de amor que es la esencia de nuestro cristianismo, el cual nos exige sacrificios para que, prescindiendo de nuestras ambiciones personales, nos demos a los demás”.

Sin embargo, la vida secreta del monarca que dirigió la Transición política y logró el cambio pacífico de la Dictadura a la Democracia sin derramar sangre, no fue un ejemplo de transparencia que sirviera de modelo para los españoles. Juan Carlos, durante esas cuatro décadas, manejó una doble vida: se erigió en el gran timonel de la Transición política al tiempo que, desde la oscuridad, amasaba una gran fortuna en el extranjero. Su patrimonio opaco, según calcularon varios medios periodísticos internacionales, podría alcanzar los 2.000 millones de euros.

Si sus ciudadanos hubieran conocido la trama financiera del entonces Rey por medio de testaferros, sociedades offshores y fundaciones pantallas habrían dudado a la hora de compartir ese sacrificio.

OKDIARIO ha seguido detenidamente, uno a uno, el contenido de los mensajes navideños de Juan Carlos y los ha situado en el tiempo, de manera paralela, a su actividad en el mundo de las comisiones y de la corrupción económica. Todo comenzó en los años 80, pero este diario ha situado el punto de partida en el día en que sus testaferros crearon la Fundación Zagatka, la joya de la corona que investiga el fiscal de Ginebra, Yves Bertossa.

Antes, Juan Carlos tuvo que enfrentarse como monarca, entre 1988 y 1996, a los grandes casos de corrupción de la era felipista como Filesa, AVE, Juan Guerra, Roldán y los Fondos Reservados, Expo-92 o KIO. En esos años a través de sus mensajes navideños censuró el comportamiento de los políticos corruptos, pero el entonces Rey ya había puesto en marcha la maquinaria de su fortuna opaca. En esa época, según diversas fuentes, ya habría heredado de su padre parte de los 300 millones de las antiguas pesetas, que disfrutaba en una cuenta secreta de Suiza.

“Principios éticos”

En 1991, Juan Carlos arengaba a los españoles a través de la pequeña pantalla usando un mensaje directo contra la corrupción:

“Es verdad que en los tiempos que corren… existe un afán por alcanzar niveles económicos y sociales cada vez más sólidos y destacados para los individuos, las familias y los grupos, pero no rompamos con los principios éticos más elementales, con el respeto a los valores morales y a las normas de conducta que deben regir a los hombres a través de su vida”.

Y rubricaba:

“Por fortuna, la transparencia inherente a la democracia, la libertad en la crítica y la Justicia en la aplicación de las normas permiten descubrir y sancionar públicamente las acciones censurables que, aunque sean limitadas, resultan propicias a ser generalizadas por la opinión”.

En su discurso de la Navidad de 1996, año en el que José María Aznar recaló en La Moncloa, Juan Carlos se refería a la Justicia en España:

“Una cuestión seria que no quiero dejar de mencionar es la de la Administración de la Justicia. Su independencia y buen funcionamiento son esenciales porque en ella está la garantía última de nuestros derechos y libertades. La justicia debe inspirar confianza y seguridad a todos y recibir de todos apoyo y respeto”.

En el mensaje del año 2000, Juan Carlos se centraba en la idea de la unidad nacional:

“Entender la Unidad Nacional en la diversidad solidaria y justa ha sido el gran hallazgo del último cuarto de siglo, que ha hecho a España más compleja pero más auténtica, más vital y más creativa”.

Pero cuando Juan Carlos reclamaba en sus discursos navideños la unidad de España, reconocida y amparada por la Constitución, paradójicamente, entre bastidores disfrutaba de los mismos testaferros que la familia Pujol: el suizo Arturo Fasana. En uno de los informes policiales sobre la corrupción de los Pujol, elaborado en 2012, se afirmaba que el fiduciario suizo Fasana regentaba las cuentas de la familia independentista en Andorra y Suiza.

El ya famoso “borrador de la UDEF” (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) de la Policía, desvelado por Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, señalaba: “Los últimos beneficiarios de las cuentas regentadas por Fasana, desde su oficina de Canonica y su despacho suizo, son el propio Pujol, su hijo Jordi y Marta Ferrusola”.

El ex presidente catalán -el verdadero precursor y fraguador del independentismo en Cataluña- se mostró pendenciero cuando, en 2014, se atrevió a lanzar mensajes a navegantes desde el Parlamento catalán: “Si vas segando la rama de un árbol, al final cae toda la rama con todos los nidos que hay, pero no sólo caerá esa rama, no, no, caerán todas”. El obús iba destinado al mismísimo Juan Carlos.

“Servir al bien de España”

En 2003, el primo de Juan Carlos, Álvaro de Orleans y Borbón constituía en Vaduz (Liechtenstein) la Fundación Zagatka para ocultar los bienes del entonces Rey de España. La cuenta de la fundación fue abierta, como reconoció el propio Álvaro de Orleans, con la cifra ridícula de 9.235 euros, pero esa cifra sólo era un espejismo de lo que ingresaría después.

Con Zagatka ya en activo -la pieza clave de todo el patrimonio exterior de Juan Carlos-, y con las millonarias transferencias funcionando todo un año bajo la gestión del primo del entonces monarca y de los testaferros suizos Dante Canonica y Arturo Fasana, el entonces monarca español se atrevía a decir en el mensaje de 2004:

“Servir al bien de España y de todos los españoles es el norte que inspira la labor de la Corona, una labor que me estimula a diario y por la que siempre estaré dispuesto a entregar lo mejor de mí mismo para poder dejar un país mejor a las generaciones venideras”.

El año 2004 fue también el año en que Corinna Sayn Wittgenstein entró en la vida de Juan Carlos cuando se conocieron en una cacería en el mes febrero. La relación sentimental se truncó en 2009, pero el Rey y la princesa alemanas continuaron siendo amigos hasta el accidente de Botswana, en 2012.

En marzo de 2006, Juan Carlos nombró beneficiarios de la Fundación Zagatka a sus tres hijos Felipe, Elena y Cristina y a su esposa Doña Sofía.

El día 13 de ese mismo mes de 2006 Juan Carlos remitió una carta desde La Zarzuela al entonces Príncipe de Arabia Saudita y ministro de Defensa, Sultán Bin Abdul Aziz, para recomendarle como coordinadora del proyecto del AVE Medina-La Meca a Shahpari Zangane, la esposa del traficante internacional de armas Adnan Kashogui. La intermediaria iraní actuó de comisionista en representación de un consorcio de empresas españolas para el proyecto ferroviari,o que echó a rodar en 2006 con un presupuesto de 12.000 millones de euros.

“Envío esta carta con una persona de confianza, Miss Shahpari Zanganeh, para coordinar de manera privada la posibilidad de un encuentro”, indicaba Don Juan Carlos en la carta redactada en inglés. En la misiva, recordaba que había sido invitado por “Su Majestad el Rey Abdullah” a una visita oficial entre el 8 y 10 de abril de 2006: “Estaré acompañado por una importante delegación de España y nos centraremos sobre todo en mejorar nuestras relaciones bilaterales políticas y económicas”, señalaba el entonces monarca.

Ese año de 2006, el entonces monarca decía ante las cámaras de TVE:

“Reforcemos la lucha contra la pobreza, la marginación o la exclusión social y sigamos corrigiendo desigualdades”.

En 2007, Don Juan Carlos comenzaba a disfrutar de los jets privados para sus viajes particulares a cuenta de la Fundación Zagatka, que gestionaba Álvaro de Orleans. Según reconocía el primo del monarca en una entrevista concedida a El País: “Empezamos en 2007 y terminó en 2018. Al final hubo muchos vuelos. Imagino que quería volar con discreción. Por una cuestión de privacidad y de protección de su intimidad”.

El 3 de julio de 2008 los testaferros de Juan Carlos I constituyeron en Panamá una fundación offshore denominada Lucum para poder canalizar el dinero opaco que obtenía de sus relaciones internacionales. En esa cuenta se ocultaron durante cuatro años los 65 millones de euros que el monarca recibió de su amigo el rey de Arabia Saudí.

Ese mismo año, en diciembre de 2008, en el aniversario de la Constitución y en el inicio de la crisis económica, la cuenta de Zagatka recibía un ingreso mediante una transferencia anónima de 5,5 millones de euros, en la fecha en las que La Moncloa redactaba el Mensaje de Navidad de Su Majestad (SM).

El sumario que instruye en Ginebra el fiscal Yves Bertossa, como ya adelantó OKDIARIO, refleja también en ese año una serie de ingresos de un cuarto de millón de euros, cuya procedencia no fue aclarada por Álvaro de Orleans durante su declaración ante el procurador suizo.

Juan Carlos mantenía en su mensaje navideño:

“Este año concluye marcado por los efectos de la seria crisis que estamos viviendo. Más allá de la frialdad de las cifras me preocupa muy especialmente las numerosas personas que en nuestro país han perdido su empleo”.

Y emitía unas palabras de esperanza:

“Juntos podremos vencer problemas y dificultades si actuamos con realismo, rigor, ética y mucho esfuerzo, anteponiendo siempre el interés general sobre el particular”.

La crisis que no afecta al monarca

Pero la crisis económica no afectaba al entonces monarca. En junio de 2009, la misma cuenta de Zagatka en el Credit Suisse de Ginebra recibía una transferencia de más de tres millones de euros de una filial del Grupo OHL, como desveló OKDIARIO en exclusiva.

Un mes después -el 28 de julio de 2009-, los testaferros de Don Juan Carlos I -su primo Álvaro de Orleans y los intermediarios Arturo Fasana y Dante Canonica- abrían otra cuenta en el Credit Suisse de Ginebra a nombre de la Fundación Zagatka. En la cuenta, identificada con el número 0251-798208-9, Fasana figuraba como manager de la sociedad Rhône Gestion, en representación de la fundación.

Resultaba sorprendente porque, 50 días antes, el 19 de mayo, Fasana -el testaferro que pivotó todas las operaciones del ex Rey-, había sido detenido en Madrid en medio de la operación Gürtel contra Francisco Correa, de la que el fiduciario suizo también ocultaba su dinero. Era acusado de mover más de 18 millones de euros de la red de Correa desde su sociedad Rhône Gestion. Las pesquisas descubrieron que Fasana se dedicaba a “la gestión de fortunas” y estaba inmerso en una infinidad de casos de blanqueo de dinero.

Diez años después, OKDIARIO desvelaba que el fiduciario suizo era también el testaferro de Juan Carlos. Según las investigaciones de este diario, las relaciones del entonces Rey con la trama del testaferro suizo habría que retrotraerlas a mediados de los años 80, cuando Rhône Gestion fue constituida en Ginebra por Fasana y Marcel Hagger. Ya, entonces, los intermediarios helvéticos disponían de una amplia cartera de empresarios y millonarios españoles. Hagger aportaba a la trama su experiencia como responsable de la clientela española y suramericana en el Credit Suisse, donde llegó a conocer a Fasana.

Corinna Sayn Wittgenstein en una de sus conversaciones en Londres con el comisario Villarejo le confesó que Juan Carlos I había recibido también en aquellos años unos terrenos (45.000 metros cuadrados) cerca de la ciudad turística de Marrakech como regalo del Rey de Marruecos, Mohamed VI. La princesa alemana ponía el grito en el cielo porque aquella operación había sido todo un desastre: “Hacen cosas que son peligrosísimas. Le han puesto (a Juan Carlos) una propiedad del Rey de Marruecos”.

También le revelaba que su ex pareja había recibido como regalo del sultán de Omán un lujoso apartamento en la exclusiva zona londinense de Belgravia. La vivienda de varios cientos de metros cuadrados estaba valorada en más de 50 millones de libras, unos 55,5 millones de euros, y estaba ubicada cerca de la Embajada española. El Rey Emérito nunca llegó a disfrutarla, a pesar de que hicieron unas importantes obras. Corinna le disuadió de ponerla a su nombre porque nunca podría justificar legalmente cómo la había comprado. Finalmente, la vivienda fue vendida por una cifra que rondó los 50 millones de libras.

Justicia igual para todos

En 2011 Corinna se vio obligada a devolver a la Fundación Zagatka tres millones de euros por sus gastos en el alquiler de aviones privados para su uso personal. La princesa alemana reembolsó la cantidad por medio de sus abogados a la cuenta de Zagatka en Ginebra.

El 18 de noviembre de 2011 el testaferro de Juan Carlos I, Arturo Fasana sacó en metálico un millón de euros de la cuenta de la Fundación Lucum en el banco Mirabaud de Ginebra para ingresarlos en otra cuenta de Marta Gayá, con quien el ex monarca había mantenido años atrás una relación sentimental. A esa cantidad le siguió otra con los mismos dígitos un año después, siguiendo el mismo procedimiento. En el sumario de Ginebra se destaca una misiva remitida por Dante Canonica a su colega Fasana para que ejecutara la donación millonaria a Marta Gayá.

La orden partía directamente del entonces Rey de España. Cuando en la misiva el propio Canonica reconocía que las órdenes del ingreso procedían “del primer beneficiario de la Fundación Lucum” se estaba refiriendo a Su Majestad. El fiduciario suizo afirmaba que el Rey Emérito había tenido una relación en el pasado con Gayá y quería asegurarle “una vida decente y ayuda financiera” para el futuro.

En ese año de 2011 en el que la crisis económica seguía asolando la economía española, Juan Carlos decía ante las cámaras de televisión:

“Junto a la crisis económica me preocupa también, enormemente, la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunos de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos. Sobre todo, las personas con responsabilidades públicas”.

Las palabras retumbaban porque, en aquel año de 2011, Iñaki Urdangarin, el yerno de Juan Carlos, había sido imputado por en el conocido como caso Nóos, una bicoca comparada con el dinero que su suegro ocultaba en los paraísos fiscales. En el mensaje el monarca afirmaba:

“Tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar. Cuando se producen conductas irregulares, que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione”.

Juan Carlos I lanzaba el siguiente mensaje:

“Afortunadamente, vivimos en un estado de derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la Ley”.

Y recordaba a los españoles con énfasis:

La Justicia es igual para todos”.

Una donación de 65 millones

En 2012, Juan Carlos transfirió a Corinna a través de la cuenta de la Fundación Lucum una donación de 65 millones de euros que, previamente, el entonces Rey había recibido de su buen amigo el rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdulaziz.

El pago se efectuó tras el accidente de la cacería de Botswana y después de que Corinna fuera invitada a abandonar España por los poderes fácticos de La Zarzuela. Seguidamente, le tocó sufrir el acoso del CNI. Desde aquellas fechas, la princesa alemana dejó de verse con su pareja hasta que en noviembre de 2014 recibió una llamada de teléfono de Juan Carlos desde Palm Beach, en Florida. Al año siguiente, en 2015, ambos se telefonearon únicamente para felicitarse los cumpleaños.

En aquel año tan nefasto para el monarca, que accionaba la cuenta atrás de su abdicación, Juan Carlos obviaba en su mensaje navideño los aspectos más críticos de su annus horribilis. Como si la cosa no fuera con él, condensaba los acontecimientos en unas pocas palabras:

“No podemos ignorar que existe pesimismo y que sus efectos se dejan sentir en la calidad del clima social en el que vivimos. Está además generando un desapego a las instituciones y a la función política que a todos nos preocupa”

Y el Rey recordaba una vez más a los españoles: “La generosidad, solidaridad y compromiso son valores que todos debemos reconocer, conservar y promover siempre”.

En 2012, el CNI emprendió un agresivo operativo para amedrentar a Corinna. No sólo consistió en el montaje para la recuperación de los documentos que guardaba en sus oficinas de Mónaco o el viaje de su director, Félix Sanz Roldán, a Londres para presionarla, sino que además elaboraron documentos falsos para denigrar la imagen de la ex compañera de Juan Carlos. Los papeles fueron filtrados a la Prensa con la ayuda del departamento de Comunicación de la Casa del Rey.

En 2013, en su último mensaje navideño, cuando ya se preparaba en secreto la abdicación de Don Juan Carlos, el monarca decía a los españoles: “Asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad”. Pero la maquinaria de recaudación seguía funcionando en el extranjero.

En 2014, el año de la abdicación de Juan Carlos I, la economía sumergida del ya ex monarca alcanzaba su balance más próspero. Además, entraba en escena para ayudarle como testaferro el empresario mexicano Allan Sanginés-Krause. En aquel año el mensaje de Navidad fue emitido por su hijo Felipe VI. El ya Rey Emérito se había plantado en el número 38: el tiempo que permaneció al frente de la Jefatura del Estado y los años que mantuvo su estructura financiera. El agosto de 2018, el fiscal de Ginebra, Yves Bertossa, abrió la caja de pandora del patrimonio oculto en el extranjero de Juan Carlos I.

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