Theresa May prevé limitar la entrada de ciudadanos de la UE en Reino Unido antes del Brexit

Brexit
La primera ministra británica, Theresa May (Foto: GETTY).

Que 2017 es el año más importante en la reciente historia de la Unión Europea no lo duda nadie en Bruselas. Elecciones clave en Holanda, Francia, Alemania… y antes del final de marzo, el botón de ‘play’ del Brexit será activado por el Gobierno de Theresa May en Londres. La decidida salida de Reino Unido del club europeo puede ser un terremoto o un simple temblor, pero las consecuencias de la primera salida de un país de la Unión en sus más de 60 años de historia son imprevisibles. Y más si, según publica este lunes el Telegraph, Downing Street cumple con la amenaza de limitar la libertad de movimientos de ciudadanos antes de iniciar las negociaciones con los 27.

Theresa May prevé anunciar el fin de la libre circulación para los nuevos migrantes de la UE el mismo día en que anuncie formalmente el inicio las negociaciones de Brexit. Según este diario londinense, se espera que la primera ministra anuncie que los ciudadanos de la UE que viajen a Reino Unido desde el mismo minuto en que su Ejecutivo invoque el artículo 50 de los tratados ya no tendrán el derecho automático a permanecer en el Reino Unido de manera permanente. La idea es reforzar la posición de los negociadores británicos en la mesa de discusión, por la vía de los hechos consumados. Y todo en el año en que todo se presenta contrario a los intereses de la institución que ha garantizado la etapa más larga de paz y prosperidad en Europa.

Hace unas semanas, corrió por las instituciones europeas un gráfico que fue muy compartido en las redes sociales de sus representantes y profesionales. Así, el mismo director general de Comunicación del parlamento Europeo, el español Jaume Duch, lo compartió en su Twitter haciendo hincapié en las ventajas de la integración europea, cuyos países incluidos en el seno de la UE se ha librado de las guerras desde su nacimiento. Los conflictos en el continente se han reducido a focos concretos de unos pocos países de los que salieron del comunismo a finales del siglo XX, concretamente la guerra de la vieja Yugoslavia. ¿Qué futuro le espera a la Unión si todas sus amenazas actuales se sustancian?

En sólo dos semanas, Holanda se dispone a afrontar unas elecciones de las que muy probablemente no saldrá un gobierno islamófobo… pero casi nadie duda de que será por los pactos posteriores a las urnas, ya que el partido de Gert Wilders tiene todas las encuestas a su favor para salir como el más votado. En un mes y medio, será Francia la que vea cómo con casi toda seguridad la ultraderechista Marine Le Pen se alce con el triunfo en primera vuelta, aunque es indudable que quien la acompañe al segundo turno en mayo recibirá los votos del resto de contendientes para evitar la «catástrofe», como la definen en la UE.

A la vuelta de verano, será Alemania la que tenga que renovar su Parlamento y, con ello, el Gobierno. El desembarco de Martin Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, al liderazgo del Partido Socialista (SPD) ha conjurado algunos de los peores temores del país locomotora de Europa. La crisis económica de la que no termina de salir con fuerza el país y la utilización populista de los problemas causados por la llegada de al menos un millón de refugiados procedentes de las guerras de Oriente Próximo gracias a la política de ‘puertas abiertas’ de la canciller Angela Merkel estaban azuzando los fantasmas extremistas.

La izquierda radical de Die Linke estaba hundiendo al SPD, deslegitimado tras dos etapas de gran coalición junto a los democristianos de Merkel. Y, por la derecha era Alternative fur Deutschland la que arrancaba votos a todos los partidos tradicionales con un discurso ultraderechista, xenófobo y bastante cercano al neonazismo.

Ni Francia ni Alemania, líderes de la Europa comunitaria en estas décadas, levantan cabeza. Al tiempo, Bélgica, centro de la vieja Europa, capital de las instituciones, se ha revelado como un Estado cuasi fallido, lleno de agujeros de seguridad y peleas disgregadoras entre sus dos comunidades lingüísticas: flamencos neerlandeses y valones francófonos. Grecia no deja de pedir ayuda en forma de rescate para afrontar las deudas que le causan sus pasados rescates e Italia encadena cuatro gobiernos no salidos de la voluntad de las urnas… antes de unas nuevas elecciones previstas para otoño.

Aprovechar la inestabilidad

Con esta inestabilidad en los grandes países fundadores —Francia, Alemania, Italia, Bélgica y Holanda, además de Luxemburgo— afronta la actual Unión Europea el desafío de lidiar con el Brexit. Una debilidad que quiere aprovechar Theresa May para ir ganando terreno antes y durante la negociación.

Según publica el Telegraph, los europeos que viajen a Reino Unido desde el mismo día en que Downing Street inicie el camino de salida estarán sujetos a restricciones migratorias, lo que podría incluir un nuevo régimen de visados ​​y un acceso restringido a los beneficios sociales. May sabe hasta dónde puede llegar y prevé «garantizar» los derechos de los europeos que hayan llegado hasta el día anterior de la «fecha límite».

Son 3,6 millones los migrantes europeos actualmente residentes en Reino Unido, y todos ellos están pendientes de lo que vaya a ocurrir con su estatus. Las instituciones europeas no aceptarían un cambio sobrevenido en sus derechos, pero poco podrán hacer a partir del día en que May accione la salida de Londres de la UE. Iain Duncan Smith, eurodiputado conservador líder de los euroescépticos, dijo que ese anuncio demostrará que la señora May está tomando el control de las fronteras de Gran Bretaña.

El 15 de marzo podría ser el día D

Así, se prevé que la «fecha límite» para los inmigrantes de la UE sea alrededor del 15 de marzo, una vez que el proyecto de ley del artículo 50 haya pasado por el Parlamento. Es más, se espera que la primera ministra haga un llamamiento al resto de Estados miembros para que alcancen un acuerdo rápido sobre el asunto de la libre circulación para que pueda ser removido de las negociaciones Brexit tan pronto como sea posible.

David Davis, el secretario de Estado para la salida de la Unión Europea, ya ha dejado caer que Reino Unido no cerrará repentinamente la puerta a los trabajadores procedentes de la UE. Así, sugirió que se necesitarían «años y años» para que Gran Bretaña llenara todos los empleos que de otro modo habrían sido ocupados por los migrantes de la UE. Lo que demuestra que la postura que prevé tomar May es más una suerte de presión política que una decisión basada en las necesidades de su país.

Mientras, Londres parece haber llegado a principios de acuerdo con la mayoría de los miembros de la Unión Europea. Pero no con Estados clave, como Alemania, que se ha negado a discutir el tema hasta después de que se apriete el botón del Brexit.

Aunque hay otra «fecha límite» y es la que afectará a los más de 1,2 millones de ciudadanos británicos que viven actualmente en otros países de la UE. será Bruselas la que tenga en su caso la sartén por el mango. Y si bien se desea que las negociaciones sean amistosas, nadie ha dicho oficialmente una sola palabra sobre su estatus futuro. Quizá también la Comisión descubra sus cartas en breve. Quizá May no ha medido sus pasos tanto como cree.

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