Putin y Erdogan celebrarán una cumbre en Sochi por el conflicto en el noreste de Siria
Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, se verán en los próximos días en Sochi para tratar la operación militar turca en el noreste de Siria y la retirada de las milicias kurdas de la zona.
Mevlut Çavasoglu, ministro turco de Asuntos Exteriores, confirmó el próximo cara a cara de ambos líderes, determinante para delimitar el futuro de las siguientes acciones en territorio sirio, donde el día 9 de octubre Turquía inició una invasión por el noreste contra las milicias kurdosirias situadas allí. Unos grupos armados sobre los que se había apoyado Estados Unidos en el pasado para afrontar la lucha contra el grupo terrorista yihadista Daesh.
La operativa otomana fue detenida para instaurar un alto el fuego tras el acuerdo alcanzado por Erdogan con Mike Pence, vicepresidente de EEUU, y Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, en el cónclave protagonizado por estos en Ankara el jueves pasado.
Un cese de las hostilidades fijado para un periodo de cinco días que permitía el repliegue de las fuerzas kurdosirias, apoyadas a su vez por el dirigente sirio Bachar al-Asad y su principal socio, la Rusia de Vladimir Putin. En este pacto también se selló la retirada del Ejército turco a 20 kilómetros de la frontera.
Zona de seguridad
Se liberaba de esta forma la zona de seguridad creada en la frontera entre Turquía y Siria conformada por una distancia de 32 kilómetros de ancho y 240 de largo; un área a cuya creación dio luz verde la Administración norteamericana de Donald Trump con su abandono de tropas del territorio, y que suponía la salida de las fuerzas kurdosirias de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y la búsqueda del realojo de más de tres millones de refugiados sirios alojados en suelo turco.
Esta marcha de efectivos norteamericanos fue duramente criticada por la oposición estadounidense del Partido Demócrata e, incluso, por sectores del propio Partido Republicano de Trump al considerarla una derrota ante Turquía, que lograba la marcha de las YPG (vitales en el pasado para la lucha contra el terrorismo yihadista), las cuales quedaban a merced del país otomano tras la ausencia de los 1.000 soldados estadounidenses que estaban allí; y al entenderla también como una cesión a enemigos de EEUU como Siria, Rusia o, incluso Irán, ya que el régimen de los ayatolás apoya también a Al-Asad. Esta salida norteamericana fue aprovechada a su vez por Rusia para ocupar los emplazamientos dejados.
El próximo encuentro entre Putin y Erdogan se presume como sustancial ya que, en teoría, se reúnen dos partes enfrentadas en este conflicto. Por un lado, la Turquía de Erdogan, que pretende acabar con sus enemigos históricos kurdos, y la Rusia de Putin, aliado de Al-Asad, quien defiende a estas milicias kurdosirias.
Ante esta vital cumbre, el jefe de la diplomacia turca Çavasoglu remarcó que se discutirá con los dirigentes rusos “la eliminación de los terroristas del YPG de nuestras fronteras”. “Creemos que podemos llegar a un acuerdo con ellos para trabajar juntos en el futuro, como lo hemos hecho antes”, destacó el ministro turco de Exteriores.
Aliados de Damasco
Ankara considera a las YPG un grupo terrorista de apoyo a la insurgencia kurda en el sudeste de Turquía. Mientras, estas milicias se encuadran dentro de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés), que se aliaron recientemente con Damasco para contrarrestar la última ofensiva turca en el noreste de Siria, lo que puso en un brete a Rusia, gran aliado del Gobierno de Al-Asad durante el conflicto sirio y país que últimamente había forjado estrechos lazos con Turquía.
Este choque ha supuesto por lo tanto un escollo para tener en cuenta dentro de las últimas buenas relaciones establecidas entre Turquía y Rusia. Una cooperación desarrollada principalmente en materias de peso como defensa y el sector energético. El ‘sultán’ Erdogan ya dijo el pasado sábado que trataría con Putin el asunto del despliegue militar turco en la frontera con Siria ya que urge una solución pactada entre ambas partes, aunque advirtió que su país continuará “implementando sus propios planes”.
Y es que Rusia y Turquía habían anunciado importantes acuerdos en materia de defensa y armamentística, como la adquisición por parte otomana del sistema ruso de defensa antiaérea S-400, por el que se interesaron también China, Arabia Saudí, India y Qatar. Hecho que importunó bastante a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a la principal potencia de Occidente, EEUU.
Malestar de la OTAN
El S-400 es uno de los sistemas antiaéreos más avanzados ya que sus radares pueden vigilar los cielos en un radio de 600 kilómetros y sus misiles pueden alcanzar objetivos hasta a 400 kilómetros de distancia. Es un modelo muy preciso y puede seguir un amplio abanico de objetivos, incluidos muchos aparatos aparentemente ‘indetectables’.
La OTAN ya mostró su malestar por este extremo y ya alertó que este sistema no puede ser integrado en la “arquitectura defensiva” de la alianza occidental.
Ya en un análisis más profundo, todas estas acciones protagonizadas por Turquía pueden indicar que Recep Tayyip Erdogan parece haber iniciado una ‘huida hacia adelante’ acuciado por los graves problemas internos que atraviesa su mandato.
Su formación política, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), perdió el control de las importantísimos Ayuntamientos de las ciudades turcas de Estambul (principal centro económico de Turquía) y Ankara (capital administrativa) en las últimas elecciones locales. Y, por otro lado, el país atraviesa una crisis financiera galopante, con un alza de precios superior al 20% anual y una ralentización notable de la actividad económica.
Ante este panorama, Erdogan parece que puede intentar desviar la atención buscando un enemigo común fuera de cara a unir a su país contra un enemigo exterior. Y esta última operación contra los kurdos podría servir para este objetivo.
Veremos qué se deriva de la cumbre entre Putin y Erdogan. Sochi puede establecer un camino importante en el futuro del panorama internacional a corto plazo, por lo menos en el conflicto sirio.