Irán aumenta los precios de la gasolina y potencia el racionamiento

Irán
El presidente iraní, Hasán Rohani.

La República Islámica de Irán sufre una situación económica bastante difícil y se lanza a medidas para sanear su maltrecha situación financiera, afectada por las sanciones impuestas por Estados Unidos después de que la Administración Trump abandonase el año pasado el pacto nuclear de 2015 de reducción del programa atómico iraní.

El Gobierno persa ha decidido aumentar los precios del petróleo y del gas y ha aplicado medidas de racionamiento en la gasolina que afectan a toda la población. Todo encaminado a aumentar los ingresos de las arcas estatales.

Según datos oficiales, el precio del litro de gasolina ha aumentado de 10.000 riales (unos cinco céntimos de euro) a 15.000 riales (cerca de 10 céntimos de euro), a lo que se suma que cada ciudadano podrá comprar solamente 60 litros por vehículo y mes. A partir de ahí, todo excedente de combustible adquirido que supere estos baremos pasará a costar 30.000 riales el litro (unos 20 céntimos de euro).

Esta cuestión es importante porque el combustible en Irán está fuertemente subsidiado por el Estado y esta última decisión puede tener gran influencia. A este extremo se ha referido el director de la Organización de Planificación y Presupuesto iraní, Mohamed Baqer Nobajt, justificando las directrices excepcionales tomadas: “El Gobierno ha realizado solamente dos correcciones del precio del combustible en los últimos seis años”. Baqer Nobajt ha destacado que los analistas indican que “si se raciona la gasolina y se ajusta su precio, el consumo se puede controlar”; destacando además que las ganancias cosechadas se destinarán a ayudas adicionales para la adquisición de gasolina destinadas a 18 millones de familias necesitadas, es decir, unos 60 millones de personas.

Irán tiene grandes recursos energéticos, pero atraviesa grandes dificultades de abastecimiento por las sanciones impuestas, que limitan su producción y comercio, y por su escasa capacidad de refinamiento, que hace que no pueda obtener con facilidad derivados del petróleo para el consumo final, como la gasolina.

El país hace frente a un panorama complicado derivado de las sanciones que le impuso Estados Unidos cuando el gigante norteamericano se salió en 2018 del pacto nuclear suscrito con Irán y otras potencias como Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China, denominado Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), por el cual se limitaba el programa atómico persa a cambio de beneficios fiscales. El Gobierno de Donald Trump denunció incumplimientos iraníes del tratado e impuso medidas punitivas contra el régimen persa, entre las que destacaban las relacionadas con la limitación de su comercio de crudo, principal fuente de ingresos iraní. Lo cual ha venido siendo una losa más que pesada para la economía nacional.

Esto no amilanó a Irán y su presidente, Hasan Rohaní, se mantuvo firme insistiendo en que seguirían tratando con su petróleo a pesar de las sanciones. Irán también amenazó con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio de petróleo mundial, lo que fue generando una escalada de conflictos relacionados con buques cargueros que derivó en ataques e interceptaciones de petroleros de los que la comunidad internacional acabó culpando a agentes proiraníes, algo que en la mayoría de los casos negó Irán, que por su parte también denunció bloqueos o acciones contra buques propios.

La situación devino en un conflicto diplomático de tal calibre que gran parte de la comunidad internacional, y de la árabe también, acabó culpando a Irán de poner en riesgo la estabilidad en Oriente Medio. De hecho, EEUU lideró una alianza defensiva naval destinada a proteger la seguridad del tránsito marítimo, a la que se sumaron otras naciones afectadas, como Emiratos Árabes Unidos o Reino Unido. Incluso desde las Cumbres de La Meca, auspiciadas por Arabia Saudí y organizadas por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y la Liga Árabe, se acusó a Irán de “amenazar la paz mundial”.

Desde el Ministerio del Petróleo de Irán se ha venido explicando que el país va a seguir comerciando con su crudo de cualquier manera y como sea posible. “Nosotros utilizaremos cada posible camino para exportar nuestro petróleo y no sucumbiremos a la presión americana porque la exportación de petróleo es un derecho legítimo de Irán”, expresó a la agencia de noticias iraní ISNA Bijan Zanganeh, ministro del Petróleo persa.

El régimen de los ayatolás también se rebeló ante la situación en su contra anunciando el incumplimiento de varios de los puntos acordados en el JCPOA, como el relacionado con el nivel de enriquecimiento de uranio y el almacenamiento de agua pesada. De hecho, Irán impulsó recientemente su programa nuclear en las plantas de Bushehr y Fordo, bajo la excusa de que la nación “necesita la energía nuclear” para las generaciones futuras y abastecer a la ciudadanía, como resaltó Alí Akbar Salehí, jefe de la Agencia de Energía Atómica de Irán (AEAI).

En esta línea, Irán puso en marcha la construcción de la segunda unidad de la central nuclear de Bushehr y anunció el avance del recién activado proceso de enriquecimiento de uranio en la instalación de Fordo. “Puede que una de las razones de que enfrentamos desafíos con los enemigos es que quieran arrebatarnos esta principal fuente de energía”, señaló Salehí.

Y es que el asunto no es menor porque desde hace décadas se teme que Irán pueda desarrollar su programa nuclear lo suficiente como para poder fabricar una bomba atómica. Aunque desde el régimen de los ayatolás se ha venido explicando que el fin es pacífico y que solamente se pretende abastecer energéticamente a la población.

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