El fiasco del ‘fenómeno Kamala’: la vicepresidenta peor valorada de la historia de EEUU
Sus constantes expresiones vacías de contenido y gazapos, como los de Biden, alimentan la ansiedad de los demócratas
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Después de dos años y medio en el cargo, Kamala Harris se ha convertido en la vicepresidenta estadounidense peor valorada de la historia. Sus explicaciones vacías, la forma en la que balbucea y cómo se expresa han sido comparados con las constantes meteduras de pata del presidente, Joe Biden, pero en el caso de la vicepresidenta las consecuencias han sido nefastas para su mandato.
Nunca en 30 años hubo un vicepresidente tan impopular como Kamala Harris, con un índice de rechazo del 54%. Ni siquiera el vicepresidente que trazó la guerra de Irak en los tiempos de George W. Bush, Dick Chenney, convertido entonces en el muñeco de trapo de los demócratas.
Su trayectoria se ha visto empañada no solo por sus bajos índices de popularidad, sino también por una serie de errores que los republicanos han aprovechado rápidamente, incluida la tendencia a reírse en momentos aparentemente inapropiados. Pero Harris se ha ganado a pulso crear una marca suya personal: decir cosas que no significan absolutamente nada.
Su último gazapo se produjo el pasado viernes cuando trató de definir la palabra cultura en la inauguración de un evento artístico en Nueva Orleans: «La cultura es un reflejo de nuestro momento y nuestro tiempo. ¿De acuerdo», dijo la política demócrata, mientras reproducía varias de sus pausas habituales. «Y la cultura actual es la forma en que expresamos cómo nos sentimos sobre el momento, y siempre debemos encontrar momentos para expresar cómo nos sentimos sobre el momento», agregó.
«Eso es un reflejo de la alegría. Porque, ya sabes» indicó a la audiencia mientras luchaba por ordenar sus ideas, antes de una pausa que terminó en sus propias carcajadas, «la alegría llega por la mañana».
En otro comentario convertido en un sinsentido, dijo: «Tenemos que encontrar formas de expresar también la forma en que nos sentimos sobre el momento en términos de tener un lenguaje y una conexión con la forma en que las personas experimentan la vida».
Reacciones
Sus palabras dejaron atónitos a los estadounidenses que estallaron en las redes sociales con comentarios de actores, analistas políticos y cómicos. Así el actor Tim Young ofreció su propio resumen sobre las declaraciones de la vicepresidenta: «Kamala trató de definir la palabra ‘cultura’ hoy», escribió para agregar: «Fue tan bueno como si un niño de nueve años tuviera que resumir un libro que nunca leyó. Esto es más vergonzoso que la mayoría de las declaraciones de Biden».
Otra de las críticas vino de Ranting Monkey, un influencer en redes sociales quien hizo un genuino juego verbal imitando la vacuidad de la vicepresidenta: «Kamala pasará a la historia como la mujer más citable incluso por ser una mujer que hace citas sobre citas que una mujer podría citar».
Pero no es la primera vez que Harris es criticada por su extraña elección de palabras a la hora de hacer declaraciones. En enero, se enfrentó al ridículo por otro discurso sobre los diagramas de Venn y los autobuses escolares. Durante otro evento en el que se encontraba el presidente, Joe Biden dijo que «durante el mes de la Historia de la Mujer, celebramos y honramos a las mujeres que hicieron historia a lo largo de la historia».
Todo ello ha hecho que incluso haya sido objeto de atención de los programas de comedia en la televisión estadounidense. Por ejemplo, The Daily Show lanzó un video en el que presenta a la actriz Julia Louis-Dreyfus en su papel de la vicepresidenta Selina Meyer en la exitosa serie de HBO «Veep». «Mis conciudadanos», comienza, «las palabras tienen muchos significados y, a veces, en lugar de transmitir nuestro significado, pueden sugerir otros significados».
Sus palabras son seguidas inmediatamente por una intervención de Harris, en la que dice: «Cuando hablamos de los niños de la comunidad, son los niños de la comunidad». El video continúa así durante poco más de un minuto, uniendo líneas de Louis-Dreyfus (que no significan nada) con imágenes reales de las explicaciones vacías de Harris (que tampoco significan nada).
Por ejemplo, Louis-Dreyfus dice: «No se puede saber lo que tenemos reservado para el mañana. El pasado fue una vez el futuro. El futuro es desconocido». A continuación aparece Harris diciendo: «Tenemos que tomarnos esto en serio, tan en serio como tú, porque te has visto obligado a tomarte esto en serio».
Tándem Biden-Harris
Cuando Joe Biden anunció en abril su candidatura a la reelección con un video en las redes sociales el martes, el presidente de EEUU dejó pocas dudas sobre quién estaría a su lado otros cuatro años en la Casa Blanca.
El video de tres minutos, narrado por Biden, está lleno de imágenes de la vicepresidenta Kamala Harris: consultando con el presidente en el Despacho Oval; caminando por la columnata de la Casa Blanca; abrazando a la primera dama Jill Biden; y haciéndose selfies con los votantes.
«Terminemos este trabajo, sé que podemos», decía Biden, mientras el video mostraba una imagen del presidente y de la vicepresidenta sonrientes ante un logotipo de la campaña Biden-Harris.
Es extremadamente extraño que un presidente reemplace a su vicepresidente. La última vez que ocurrió fue en 1976 cuando el entonces presidente republicano Gerald Ford se deshizo de Nelson Rockefeller para postularse a la reelección con Bob Dole y perdió las elecciones frente al demócrata Jimmy Carter.
Sin embargo, siempre ha habido rumores persistentes de que Biden podría acometer un cambio, debido a los pobres índices de aprobación de Harris. A eso se añade la principal vulnerabilidad política de Biden: su edad. A los 80 años, es el presidente estadounidense de mayor edad. En el caso de ser reelegido, tendrá 86 años al final de su segundo mandato. Y como vicepresidenta, Kamala Harris es la primera en la línea de sucesión en el caso de que el presidente fallezca durante su mandato o no pueda continuar en el cargo.
De momento, la falta de habilidad de Kamala Harris para expresarse seguirá siendo una fuente de comedia para los republicanos y una fuente de preocupación para los demócratas.
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