Europa tiembla por la extensión de la guerra de Irán: suministros en peligro, petróleo y gas disparados
La escalada del precio del crudo ya se había sentido con claridad en los últimos días


La extensión geoestratégica de la guerra de Irán dispara peligrosamente la incertidumbre sobre las economías occidentales y, en particular, de la europea. El precio del crudo ya llevaba días escalando de forma ostensible, y ya ha empezado a sentirse en los surtidores españoles. El severo ataque infringido por EEUU contra bases nucleares de Irán, con la entrada en la guerra del gigante estadounidense del lado de Israel, atizará con severidad esa escalada. Los expertos lo dan por hecho. Se ha dado un salto cualitativo de envergadura en este conflicto y el tablero económico mundial se ve trastocado. Los inversores, por su parte, aguardan la respiración ante la apertura de las bolsas el lunes.
Oriente Medio, los países del Golfo, son un decisivo proveedor de petróleo y gas que, además, tiene un impacto absoluto en la fijación de los precios de los hidrocarburos a nivel mundial.
Hay que tener en cuenta que el Estrecho de Ormuz es la gran puerta marítima de salida del crudo y del gas licuado. Y ese estratégico estrecho, gran cuello de botella para el transporte internacional de hidrocarburos, está dominado por Irán. De hecho, una de las piezas disuasorias con la que el régimen de los ayatolás ha jugado en los días previos es amenazar con el cierre del Estrecho de Ormuz, que estrangularía esos decisivos tráficos marítimos. Se convierte, así, en un escenario fundamental en el conflicto. Reducir ese riesgo para la economía mundial es algo que dependerá de la capacidad de proteger ese paso por parte de Israel, EEUU –y si llega el caso de los países del Golfo, caso de Arabia Saudí, tradicional aliado estadounidense–.
El petróleo es también la gran fuente de financiación de Irán y, por ende, de cómo costear y mantener a flote su maquinaria militar. Medios informativos de la región informaron en los últimos días que el régimen de los ayatolás había ordenado una frenética salida de petróleo de Irán, con un trasiego constante y apresurado de petroleros que acudían a los puertos desde los que exporta. Ese alocado trasiego de barcos se había ordenado ante el temor de que un agravamiento de la guerra estrangulara su capacidad para vender el crudo que almacena en esas grandes bases logísticas costeras.
Garantizar que el tráfico marítimo siga produciéndose por el Estrecho de Ormuz, y en condiciones de cierta seguridad, se convierte ahora en otro reto vital para la estrategia militar de EEUU e Israel, ante la atenta mirada de Occidente, y en particular de Europa.
De eso dependerá que la segura escalada que experimentará el precio del crudo y del gas sea más o menos severa. Y, por tanto, que tenga más o menos impacto en las economías europeas en forma de crisis energética y oleada inflacionista que, por derivación, puede conducir a un repunte de los tipos de interés.
De forma más amplia, el problema económico alcanza a los tráficos mercantes en general. Que las rutas se mantengan fluidas por Ormuz, su entorno marítimo y los enlaces hacia el Mediterráneo por el Canal de Suez es otra derivada de máxima importancia. Esto, más allá del suministro de petróleo y gas, afecta en general al transporte de suministros esenciales para las economías industriales europeas.