ELECCIONES EN ARGENTINA

Claves de la victoria de Massa sobre Milei: compra de votos con el ‘Plan Platita’ y campaña del miedo

¿Cómo es posible que los argentinos hayan elegido al pirómano que causó el incendio?

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Luis Balcarce

Sorpresa pero no tanto. La victoria del kirchnerista traidor Sergio Massa en las elecciones argentinas de este domingo no entraba en ningún guion. Así y todo, Massa ha conseguido movilizar a un peronismo apático y al borde del abismo tras el paso atrás de Cristina Kirchner y el destierro voluntario de Alberto Fernández.  ¿Cómo es posible que los argentinos hayan elegido al pirómano que a última hora aparece para ayudar a apagar el incendio que él mismo ha provocado? ¿Cómo explicar que 6 millones de personas que viven por debajo de la línea de la pobreza hayan decidido reforzar las cadenas que los atan a sus verdugos?

  • Dinero para la compra de votos. Ya lo decía Néstor Kirchner: para hacer política hace falta plata. Y a Massa le funcionó el Plan Platita. El populismo destrozó las cuentas públicas para seguir en el poder. Massa ganó gracias a la movilización del aparato peronista que sacó de la abstención a millones de votantes que se habían quedado en sus casas en las PASO. Pero no lo hicieron por convicción sino por los manguerazos de dinero público que aliviaron las penurias de un 40% de la población argentina que chapotea en la pobreza. «De una forma u otra, los argentinos seguimos siendo rehenes de quienes privilegian el poder al bienestar colectivo», dice Daniel Santa Cruz en La Nación. Quizá haya que corregir cuando decimos peronismo y poner estatismo, como recuerda Karina Marioni, que es «la dependencia socialista imposible de extraer una vez que se enquista».
  • Campaña de miedo. El peronismo sembró entre los suyos el pánico al libertario Javier Milei. Un ejemplo: los sindicatos ferroviarios del Área Metropolitana de Buenos Aires instalaron monitores que mostraban los horarios de llegada y salida de los trenes, junto a un anuncio que alertaba de cuál sería el precio de los billetes en caso de que ganaran Milei o Bullrich. Algo totalmente falso pero eficaz. Además, invirtieron millones de dólares en campañas de Facebook donde el candidato libertario era poco menos que la reencarnación de Satanás.
  • La corrupción no pasa factura al peronismo. Los escándalos del Yategate o el del puntero peronista Julio Chocolate Rigau, al que cazaron cobrando sueldos públicos con 48 tarjetas de crédito, no han evitado que el peronismo consiguiera una victoria apabullante en su bastión bonaerense. Un ejemplo. El candidato de Martín Insaurralde, un kirchnerista que se hizo rico con la política y al que cazaron con una modelo en el yate Bandido a todo lujo en Marbella, ganó la intendencia de Lomas de Zamora con el 51% de los votos. Y en La Plata, tierra del Chocolate Rigau, Unión por la Patria ganó con el 39,90%. ¡A seguir robando!
  • El descalabro de Patricia Bullrich. La victoria de Massa se explica también por méritos ajenos. En sólo dos años, Juntos por el Cambio, la coalición que gobernó Argentina entre 2015 y 2019 perdió más de 18 puntos y 7000.000 votos respecto a las PASO. Sus luchas internas, una campaña decepcionante y la revolución Milei han acabado con la carrera de la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que prometía mano dura contra la delincuencia. Juntos por el Cambio deberá analizar cómo han sido capaces de quedarse fuera de la segunda vuelta y al mismo tiempo conseguir gobernar en 10 provincias, incluida la Ciudad de Buenos Aires donde Jorge Macri ha arrasado con casi el 50% de los votos.
  • Milei no pudo superar su techo. El último tramo de la campaña de La Libertad Avanza fue jugar a no perder y acabaron perdiendo. A Milei lo escondieron por miedo a que dijera alguna barbaridad y sólo lo pasearon para dar entrevistar a sus periodistas afines. Craso error. Creyeron que ya estaba hecho sin saber que la maquinaria electoral peronista estaba a pleno rendimiento voto a voto y casa por casa. Esa estrategia hizo que el protagonismo fuera a parar a personajes estrafalarios de LLA que hicieron las delicias de los medios subordinados a la pauta oficial (ingentes sumas de dinero público que el Gobierno les da para comprarlos). El acercamiento a todo un referente de la casta sindical como Luis Barrionuevo también fue un error de bulto que le restó credibilidad al proyecto.

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